Ahmed y Yuval, de Gaza y Jerusalén, superan las barreras en el medio del conflicto entre Israel y Hamás
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Ellos tenían la misma edad y compartían un mismo idioma. No era árabe, tampoco hebreo ni inglés. Sino algo más grande que las palabras, una humanidad que se extendía más allá que la lengua de cualquier pueblo.
Ahmed y Yuval. Uno palestino, el otro israelí. Ambos de 29 años. De voz suave e intensa, estos dos escritores creían describir las cosas tal y como las veían.
Ahmed vivía detrás de un muro que confinaba a dos millones de personas en la Franja de Gaza. Su amigo, Yuval, vivía en el otro lado de Jerusalén, hijo de una familia judía de clase media.
Les unían las historias que contaban
Yuval leía los relatos de Ahmed sobre la vida de los palestinos en Gaza en internet y le propuso una idea: ¿Qué pasaría si se tradujeran sus historias al hebreo?
“Hablamos durante una hora y fue muy, muy interesante”, recuerda Yuval. “Y cuando terminó esa hora me contó, ‘Nunca he hablado con un israelí en mi vida’. Y luego me dijo: ‘¿Está bien si te hago unas preguntas?’ Entonces de ser el entrevistador pasé a ser el entrevistado. Y hablamos durante horas en esa primera llamada”.
Juntos crearon la cuenta Across the Wall (“A través del muro”) en Facebook. El nombre es en referencia a los casi 60 km del muro fronterizo de siete metros de alto que separan a los palestinos en Gaza del territorio israelí. Todos los movimientos de salida y entrada de Gaza están controlados por Israel.
Contra las guerras
Ahmed animó a los escritores palestinos a compartir su trabajo. Alrededor de 200 israelís se ofrecieron de voluntarios para traducir los textos al hebreo.
Las publicaciones en la cuenta generaban comentarios airados por parte de israelíes. Ambos cuentan que la frase “culpen a Hamás de sus problemas” fue una de las respuestas más frecuentes.
Las décadas de conflicto han dado lugar a la aparición de decenas de grupos dedicados a crear vínculos entre israelís y palestinos, desde campañas de ONG’s en contra de la construcciones de asentamientos israelíes en tierras palestinas hasta grupos de mujeres que abogan por la paz, pasando por organizaciones dedicadas a forjar lazos entre niños palestinos e israelíes.
A lo largo de todos los años de conflicto y fracasos políticos siempre ha habido personas y grupos dispuestos a ponerse -hablando metafóricamente- en los zapatos de las otras personas, en el lugar de los demás.
“Soy una persona que odia las guerras”, reconoce Ahmed. “Soy alguien que cree apasionadamente y con todo mi corazón en la paz y en la resistencia pacífica. Nunca abogaré por las guerras”.
“Tenemos una responsabilidad mayor, una responsabilidad hacia nuestras familias, nuestra gente en Gaza que necesitan una voz y de alguien que pida justicia por ellos”, añade.
“Ni a mi peor enemigo”
En 2019 Ahmed tuvo la oportunidad de estudiar en Londres y desde allí siguió escribiendo sobre Gaza en internet.
Pero entonces llegó el momento que desencadenó una guerra devastadora. El 7 de octubre, Hamás atacó Israel matando a unos 1.200 israelíes, la gran mayoría civiles. Más e 200 israelíes fueron secuestrados y permanecen retenidos como rehenes en Gaza. La sociedad israelí quedó traumatizada.
Con la promesa de destruir a Hamás, las Fuerzas de Defensa Israelí (FDI) lanzaron una ofensiva de incesantes ataques aéreos. A eso le siguió una operación terrestre.
Desde Londres, Ahmed se mantuvo siguiendo las noticias, pensando constantemente en su familia asediada en Gaza. Sus parientes se juntaron en un mismo apartamento buscando ponerse a salvo de los ataques.
Dos semanas después del inicio de la guerra, el 22 de octubre, un misil impactó el edificio en el que se encontraban matando a 21 miembros de las familia de Ahmed. Él enumeró a quienes murieron en el ataque: “Mi papá, dos hermanos, tres hermanas, 14 sobrinas y sobrinos que eran niños, niño menores de 13 años”.
Su madre había muerto de cáncer hace tres años, por lo que de repente Ahmed se quedó solo.
“A menos que hayas vivido lo que yo he tenido que vivir, no puedes entender por lo que estoy pasando”, contó. “No le desearía a nadie lo que me ha pasado, ni a mi peor enemigo”.
En las fotografías en las que aparece con su familia, los ojos de Ahmed se ven brillantes y felices, sobre todo con los sobrinos pequeños con los que jugaba y a los que les daba dulces.
Hoy, Ahmed siente mucha ansiedad y está constantemente inquieto. Toma pastillas para intentar dormir. “Esta es mi vida ahora”, dice.
Cuando Yuval supo las noticias sobre la familia de Ahmed, al principio le costó encontrar las palabras para responder.
“Y desde ese momento, lloré”, contó Yuval. “Me pasé todo el día intentando escribirle algo. No sabía muy bien qué decir. Le dije cuánto lo sentía”.
Pasaron varios días y Yuval empezó a preguntarse si volvería a saber de su amigo.
Entonces llegó un mensaje de voz. Era Ahmed, con la voz resquebrajada por el dolor, pero mostrando que seguían siendo amigos. Agradecía a Yuval que se hubiera puesto en contacto con él y le decía que ahora le respetaba aún más. Ahmed dijo que era capaz de diferenciar entre Yuval y el piloto israelí que lanzó la bomba que mató a su familia.
Atisbo de esperanza
Cuando me reúno con Yuval en Jerusalén se cuida de no intentar hablar en nombre de su amigo. Quiero saber si trabajarán juntos en el futuro.
“Creo que tienes que preguntárselo a él”, responde Yuval. “Por mí, lo haré. Como le dije: ‘Me comprometí contigo. No voy a parar’”.
La postura que asume Yuval no está exenta de consecuencias. Ha perdido amigos por defender los derechos de los palestinos. Es consciente de que, con la situación más exacerbada por la guerra, la amenaza de violencia “se siente mucho más cercana que hace un mes”.
Cuando le planteo la pregunta a Ahmed si volverá a escribir para un público israelí, se muestra cauto.
“No sé si seguiré trabajando para Across the Wall o no, porque ahora mismo tengo una sensación de fracaso. Creo que hemos fracasado en Across the Wall... nuestro objetivo era evitar que se produjeran estas guerras, pero hemos fracasado”, lamenta.
“Así que ahora mismo, no sé, ¿cómo voy a convencer a otros palestinos para que escriban a favor de los israelíes después de las masacres que han sufrido, después de la pérdida de vidas y de casas?”.
Pero luego me dice que seguirá escribiendo.
A Ahmed no se le puede consolar con frases vagas y clichés sobre la paz y el entendimiento. Pero el trabajo que hace con Yuval ofrece un atisbo de esperanza en una época llena de dolor.
“Quiero que tengamos una vida decente”, dice. “Nos la merecemos”.
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