El investigador Michael Schuman piensa que estos dos eventos están empujando a ambas a potenciar su rivalidad
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La guerra en Ucrania y la pandemia están acelerando una peligrosa tendencia entre Estados Unidos y China, los dos países más poderosos del mundo.
Esa es la visión del investigador Michael Schuman, quien sostiene que la coincidencia de estos dos eventos catastróficos están empujando al mundo hacia un escenario en el que ambas potencias acentúan su rivalidad.
Según Schuman, las sanciones que Estados Unidos ha impuesto a Rusia por su invasión a Ucrania sirven de advertencia a China en caso de que decida apoyar a los rusos en la guerra.
El temor a esas medias podría estar empujando a China a acelerar su proyecto de disminuir su dependencia de Occidente, indica Schuman, investigador no residente del centro de pensamiento Atlantic Council para China.
Por otro lado, la estrategia de cero Covid adoptada por China ha puesto tensión sobre el comercio mundial.
La incertidumbre que generan los confinamientos masivos en China ha generado mayor presión para que los países busquen proveedores distintos a ese país.
En este panorama, sostiene Schuman, China y Estados Unidos se están alejando del mundo globalizado que se esperaba tras la caída de la Unión Soviética, y van rumbo a consolidarse como dos esferas de poder.
En entrevista con BBC Mundo, Schuman explica en qué consiste este panorama, y los peligros que representa para el mundo.
Michael Schuman es autor de los libros “Superpotencia interrumpida: la historia china del mundo” y “El milagro: la épica historia de la búsqueda de riqueza en Asia” (por sus traducciones literales al español).
—¿Se está dirigiendo el mundo hacia una nueva Guerra Fría?
—Creo que la comparación con la Guerra Fría no es exacta. Por supuesto, hay algunas similitudes generales relacionadas con algunos elementos de lo que se está convirtiendo en la competencia ideológica entre una esfera centrada en Estados Unidos y una esfera centrada en China. Y se ven elementos de democracia versus autoritatismo.
Pero en varios aspectos es mucho más complejo que la Guerra Fría. Estados Unidos y Europa obviamente tuvieron alguna interacción con la Unión Soviética y sus aliados, pero no estaban particularmente integrados, especialmente a nivel económico. Lo que teníamos eran prácticamente dos mundos, uno frente al otro.
Con China y Estados Unidos es una historia muy diferente, no solo porque China y Estados Unidos están muy integradas, sino porque todos los aliados están integrados y entre ellos son extremadamente importantes a nivel económico. Además, está este tremendo intercambio cultural, la tecnología es diferente y la gente está más conectada.
Creo que aunque nos dirigimos a un mundo que recuerda al mundo bipolar de la Guerra Fría, las relaciones en este mundo bipolar van a ser mucho más complicadas. Estas dos esferas van estar conectadas de cierta manera a nivel económico simplemente por la forma en la que funciona la economía global, por la importancia de China en la economía global y viceversa, la importancia de la economía global para China.
Será un mundo bipolar pero será muy diferente al de la Guerra Fría.
—¿Cómo serían esos dos polos de poder?
—Veremos distintos sistemas políticos y sociales. De un lado estarán Estados Unidos y sus aliados que son generalmente democracias abiertas y economías capitalistas liberales. La otra esfera estará basada en China, con normas y valores distintos. También estarán separados por la tecnología.
Ya se ve una creciente desconfianza en varias partes del mundo respecto a la tecnología china. Vemos lo que ocurre con Huawei, por ejemplo. Y China obviamente tiene tremenda desconfianza en la tecnología que viene de Estados Unidos u otros lugares, por eso bloquean tantas redes sociales y compañías de internet estadounidenses. Entonces, creo que veremos dos esferas basadas en distintas tecnologías.
Y también veremos, sobre todo por parte de China y sus aliados como Rusia, un deseo de disminuir su dependencia y sus lazos económicos con Estados Unidos y Europa. En China está en curso una campaña de autosuficiencia. Entonces, aunque no estarán completamente separados, creo que habrá un movimiento en dirección a tener conexiones económicas más cercanas dentro de cada esfera.
—¿Cómo se alinearían el resto de países en ese mundo bipolar?
—Es difícil saberlo, depende de los cálculos de cada país. Vietnam, por ejemplo, no es que tenga un buen historial con Estados Unidos y es un gobierno comunista, no es democrático. Pero los vietnamitas están muy preocupados por el creciente poder de China. Estuvieron en guerra con China en el 79, tienen disputas en el mar del Sur de China... entonces uno ve cierto acercamiento entre Vietnam y Estados Unidos Entre Vietnam y Estados Unidos hay un estrechamiento de los lazos económicos.
Pakistán es otro ejemplo. Es técnicamente un democracia y fue aliado de Estados Unidos durante la Guerra Fría, pero a nivel económico está cada vez más ligado a China. Entonces, no será fácil saber cómo se formarán las dos esferas.
—¿Habrá países no alineados con ninguna de las dos esferas?
—Es igual que en la Guerra Fría, incluso los países que preferían mantenerse no alineados, terminaron de cierta manera llevados a inclinarse en una dirección o en la otra. Algunos de ellos lo lograrán, pero es inevitable que a medida que crece la competencia entre estas dos esferas habrá presión sobre los países para que, al menos, se inclinen hacia un lado o al otro. Para muchos países será difícil saber de qué lado ubicarse, como ocurrió durante la Guerra Fría. Habrá muchos países que no querrán tomar partido y tratarán de trabajar con ambas esferas.
Para algunos países será difícil tomar esa decisión. India, por ejemplo. India y Estados Unidos están comenzado a alinearse más y más en su actitud hacia China, pero históricamente los indios han sido cautelosos de volverse demasiado cercanos a Estados Unidos.
En África hay varios países que se están volviendo más cercanos a China, se están volviendo grandes aliados económicos. Pero, al mismo tiempo, los países occidentales, los donantes y las instituciones son extremadamente importantes para algunos de estos países africanos.
—¿Por qué dice que este mundo bipolar es peligroso?
—Con el fin de la Unión Soviética pensamos que se había terminado la competencia entre grandes potencias, al menos por un tiempo. Creíamos en la naturaleza de la economía global, la creciente integración entre países, la manera en la que la tecnología uniría a los países, que habría más interacción entre las personas.
Pensamos que tendríamos un mundo con valores, normas e intereses económicos compartidos. En los 90 y en los primeros años del siglo XXI pensábamos que nos moveríamos en esa dirección. Y podría decirse que ese mundo posiblemente sería menos conflictivo y con mayores beneficios económicos.
Pero si el mundo va a volver a estar dividido en dos, entonces tenemos el regreso de la competencia entre las potencias, con todo lo que eso implica. Incluso si eso no implica una guerra entre ambas potencias, estamos hablando de un elevado nivel de tensión y menos integración económica.
Mira lo que China está haciendo con el internet, básicamente sellaron su internet respecto al resto del mundo, lo que implica menos intercambios entre la gente de China y el resto del mundo. Nada de esto es positivo para la estabilidad y la prosperidad.
—¿Qué está haciendo China para disminuir su dependencia de Estados Unidos?
—China considera que el país es muy vulnerable a las sanciones que puedan imponer Estados Unidos y sus aliados.
Creo que China observa lo que está ocurriendo con Rusia en este momento, la forma en que Estados Unidos y sus aliados se han unido para imponer duras y dolorosas sanciones a Rusia. China ve eso y dice “eso es exactamente lo que tememos”. Entonces quieren protegerse de esta vulnerabilidad, quieren controlar su propia cadena de suministros, tener alternativas a la tecnología extranjera.
Vemos, por ejemplo lo que están haciendo con los semiconductores, que representa grandes importaciones para China. Si no tienes acceso a estos chips, es un gran daño para tu futuro económico. También, por ejemplo, están tratando de desarrollar su propia industria de aviones comerciales para competir con Boeing y Airbus.
Entonces China se está reorientando. No se van a cerrar por completo, quieren seguir exportando, y aumentar sus lazos económicos con países como Rusia, pero en otros aspectos están tratando de retraerse del mundo como una forma de defenderse.
—¿Y Estados Unidos qué está haciendo para depender menos de China?
Estados Unidos realmente no tiene planes en ese sentido, es un lugar mucho más descentralizado. Lo que sí hay es un movimiento entre empresarios y líderes del gobierno para tener cadenas de suministros más locales, como ocurre con la industria de autos eléctricos, por ejemplo. A los empresarios estadounidenses les parece poco inteligente que su cadena de suministro dependa de un país con el que tienen tensión económica. Eso quedó en evidencia durante la pandemia, cuando Estados Unidos necesitaba ciertos productos y se dio cuenta de que debía traerlos de China.
También hay una creciente presión regulatoria para que las empresas estadounidenses no incluyan entre sus proveedores a empresas que incurran en trabajos forzosos, como ocurre en la región de Xinjiang. Pero aún hay compañías estadounidenses que invierten fuertemente en China, que tienen grandes negocios ahí y no tienen intención de cambiar eso. En general, los chinos se están esforzando más por disminuir su dependencia de Estados Unidos que China.
—¿Es posible revertir esa tendencia hacia un mundo bipolar?
—Nada es inevitable. En algún momento habrá un nuevo líder en China. Xi Jinping tratará de asegurarse un tercer mandato, así que hay buenas posibilidades de que esté al frente durante un buen tiempo, pero no puede estar ahí para siempre.
En algún momento habrá otro gobierno en China que pueda tener otra mirada sobre el rol de China en el mundo y su relación con Estados Unidos Y en Estados Unidos ya hemos visto diferencias entre el enfoque del gobierno Trump y el gobierno Biden.
Nada es inevitable, en ambos países podría haber cambios en los que se alejen de la competencia, estrechen lazos y mejoren sus relaciones. Pero creo que si las tendencias que estamos viendo ahora continúan, es menos probable que el mundo no se divida en dos.
Por Carlos Serrano
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