La película con dicho nombre -que tiene seis nominaciones al Oscar- se basa en la vida de al menos un millón de personas que eligieron ese estilo por necesidad o para iniciar una vida de aventuras
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“No soy una persona sin hogar. No tengo casa, que no es lo mismo”. Así reacciona Fern, exprofesora en una pequeña población del medio oeste de Estados Unidos, cuando se encuentra con uno de sus antiguos alumnos en un supermercado.
La escena ocurre en la película Nomadland que, con seis nominaciones a los Oscar, es una de las favoritas para alzarse con los principales premios de la Academia de Cine de Hollywood el próximo 25 de abril en Los Ángeles.
El personaje de Fern le puede valer a la actriz estadounidense Frances McDormand su tercera estatuilla. McDormand interpreta con delicadeza y sobriedad a una mujer que, tras quedar viuda y ante la destrucción económica y social de su pueblo, se traslada a vivir en una camioneta con la que emprende un viaje sin destino definido.
La película es una adaptación de Nomadland: Surviving America in the Twenty-First Century, un libro de 2017 de la periodista estadounidense Jessica Bruder sobre el fenómeno de las personas mayores que, en el marco de la Gran Recesión de 2008, adoptaron un estilo de vida nómada en busca de empleos de temporada por todo Estados Unidos.
Junto a McDormand y el actor David Strathaim aparecen en el filme —interpretándose a sí mismos— Linda May, Charlene Swankie y Bob Wells, los tres nómadas que protagonizan el libro.
En entrevista con BBC Mundo, Wells dice no estar sorprendido por el éxito de la película. “La historia en la que se basa es muy buena, McDormand es sensacional y yo tenía mucha confianza”, apunta este hombre de 65 años y característica barba blanca que, entre risas, comenta que básicamente “tolera” la repentina atención mediática.
“He estado muy ocupado, pero estoy agradecido por lo que están haciendo. La película es una maravilla y creo que es buena para mi comunidad”.
Una vida sobre ruedas
Una comunidad que, según datos de la Asociación de la Industria de los Vehículos Recreativos (conocidos como RV por sus siglas en inglés y que adoptan todo tipo de formas y tamaños), está formada por al menos 1 millón de personas que viven en casas rodantes a tiempo completo.
“Inicialmente, hace unos 25 años, me mudé a una camioneta porque me divorcié y no podía permitirme ya mi estilo de vida”, relata Bob Wells, figura central de la vida nómada moderna en EE.UU. y presidente de la organización Homes On Wheels Alliance.
“Un motivo por el que me he esforzado tanto en difundir el conocimiento de la vida nómada es que mi hijo se suicidó y yo necesitaba una razón para vivir, para despertarme cada mañana”.
“Siempre ha sido mi objetivo hacerle saber a la gente que tiene opciones, que hay otra forma de vivir, y me entregué a ese propósito tras la muerte de mi hijo”, le dice Wells a BBC Mundo.
Al igual que Wells en sus comienzos, muchas de las personas que emprenden esta vida lo hacen por necesidad. Pero hay otro grupo, cada vez más numeroso, que lo hace para iniciar una vida de aventuras y exploración que les hace sentirse libres.
Apuesta por la libertad
Es el caso de Amber Baldwin, una estadounidense de 49 años que, hace cuatro, vendió su casa y casi todas sus posesiones en Seattle para subirse a una camioneta con la que ha recorrido gran parte del país.
“Llevaba un tiempo pensando en viajar en caravana, pero me enredé en el trabajo y el estilo de vida del ‘Estados Unidos corporativo’”, explica desde un idílico Cayo Hueso, en el extremo sur de Florida.
“De repente vi que no podía más, tenía un cargo muy estresante, mi salud se estaba resintiendo y me dije que no podía seguir así”.
“Siempre he tenido pasión por los viajes en carretera y pensé que sería bueno llevar mi casa conmigo, acompañada de mi perrita. Empecé a mirar canales de YouTube y finalmente me decidí, me compré un RV, vendí la casa y empecé a viajar, haciendo mi trabajo a distancia”.
“Seis meses después decidí que quería más libertad. Dejé la corporación y formé mi propia empresa online, un canal de YouTube en el que además de compartir mis viajes, ofrezco consejos prácticos sobre la vida nómada e incluso sobre finanzas personales”.
Baldwin relata su travesía y publica una variedad de cursos gratuitos en la página storychasing.com.
El problema del estacionamiento
En Estados Unidos hay una gran cantidad de terrenos públicos en los que los nómadas pueden estacionar sus casas rodantes de forma gratuita. Están gestionados por cuatro instancias: la Oficina de Gestión de Tierras, el Servicio de Parques Nacionales, el Servicio de Flora y Vida Silvestre de EE.UU. y el Servicio de Bosques de EE.UU.
“Puedes vivir con tu caravana en una ciudad, pero siempre tienes el riesgo de que alguien golpee tu puerta y te diga que tienes que irte”, explica Bob Wells. “O puedes vivir en suelo público. Hay tierras en EE.UU. en las que puedes vivir gratis, solo te tienes que mover cada dos semanas. Y no está mal. Trasladarse cada dos semanas no es una carga”.
La mayoría de estas tierras se encuentran en el centro y el oeste del país, por lo que en Florida y otras zonas de la costa este hay que estar dispuesto a pagar por pernoctar en un camping o recurrir a la creatividad.
“Hay establecimientos como [la cadena de restaurantes] Cracker Barrel o los almacenes Walmart que te dejan aparcar en su estacionamiento”, señala Amber Baldwin.
“Hay apps como Campendium y Ioverlander que te dan información sobre tipos de terreno, si es público o no. Si no encuentro lo que busco, abro la vista satelital de Google Maps y miro dónde hay campos abiertos”.
“A veces aparco en zonas residenciales, pero eso me gusta menos porque puedo asustar a los vecinos. No paro delante de una casa, y me voy muy temprano por la mañana”.
Nómadas modernos
No hay un único término para definir este estilo de vida.
Son “usuarios de RV a tiempo completo”, “nómadas digitales” (un concepto cada vez más utilizado por el auge del trabajo remoto que trajo la pandemia) o workampers (juego de palabras entre trabajo y campistas).
Muchos de ellos superan los 60 años, aunque con la pandemia han aumentado las ventas de caravanas o casas rodantes a adultos de 20 a 35 años.
En su viaje continuo, estos nómadas modernos intercalan épocas de ocio con empleos temporales, ya sea limpiando campamentos, ayudando en la cosecha, haciendo sustituciones o como personal adicional en las campañas de Navidad de gigantes como Amazon o J.C. Penney.
En el caso de Amazon, cuyo ejemplo aparece reflejado en Nomadland, la empresa organiza de septiembre a diciembre el programa CamperForce, específicamente destinado a personas que viven en casas rodantes a quienes les pagan los gastos de permanecer en un camping esos tres meses.
Camaradería y solidaridad
Sin caer en una idealización romántica de las circunstancias que abocan a sus protagonistas a una vida en tránsito, la película dirigida por Chloé Zhao ofrece un retrato muy humano de las relaciones que se forman en los campamentos en los que coinciden los nómadas.
“Tendemos a ser introvertidos, nos gusta el retiro o el aislamiento, pero incluso nosotros necesitamos compañía, comunidad, necesitamos gente con la que conectar”, indica Bob Wells, que aclara que por supuesto también hay nómadas extrovertidos.
“En este estilo de vida hacemos conexiones más profundas y más rápidamente. Tendemos a no tener amigos o conexiones superficiales. Y creo que eso es predominantemente así porque, cuando nos conocemos, estamos de paso a otro lugar”.
“Si te conozco, me caes bien y tenemos esta vida en común, pero solo te voy a ver unos días o una semana y luego me voy… No tenemos tiempo que malgastar. Conectamos a un nivel más profundo por eso”, explica.
Para Amber Baldwin esta camaradería fue una grata sorpresa. “Para mí fue inesperado el ver la cantidad de personas que conocés y lo rápidamente que te hacés amigo, sobre todo si son nómadas a tiempo completo”, reflexiona.
“Hay como una suerte de conocimiento mutuo. La gente que hace esto busca la libertad, construyes esta camaradería porque tienes este denominador común. Somos iguales en muchos sentidos.
“Vivimos de un sitio a otro y a veces necesitamos ayuda. Son personas que están muy dispuestas a echar una mano y no piden nada a cambio. Es una de las mejores comunidades para vivir, nunca me he sentido tan arropada”, subraya.
Los efectos de las crisis
La crisis financiera global de 2008 tuvo su origen en el colapso de la burbuja inmobiliaria de Estados Unidos.
Ahora, con la crisis sanitaria, económica y social causada por la pandemia de Covid-19, se teme que haya un repunte de las personas expulsadas del sistema.
Wells comparte ese temor, aunque precisa que con el dinero que el gobierno de Joe Biden ha inyectado en la economía y con la moratoria de los desahucios todavía no se está sintiendo el verdadero impacto. “Las ayudas del gobierno están manteniendo a las personas a flote, pero los cimientos están mal, hay grietas”, opina.
“En 2008, cuando se produjo la recesión global, los cimientos se resquebrajaron y desde entonces los ricos se han enriquecido y los pobres nos hemos empobrecido y esto será peor ahora”.
“En cinco o diez años, a no ser que cambiemos nuestra forma de ser o el rumbo, las cosas van a estar muy mal. Los ricos van a ser incomprensiblemente ricos y los pobres serán increíblemente pobres”, lamenta.
Los discursos de Wells, de los que vemos destellos en Nomadland, se han convertido en fuente de inspiración para quienes desean adoptar el estilo de vida nómada. “No hay duda de que se puede vivir sin tanta dependencia del sistema”, defiende Wells.
“Hay mucho trabajo ahí fuera, aunque no pagan bien. La clave es que si reduces tus gastos al mínimo absoluto, entonces puedes salir adelante con una cantidad de ingresos mínima. Ese es nuestro objetivo”.
Pero Wells no solo ayuda con palabras. La organización que preside, de la que es directora Suanne Carlson, supone un importante apoyo para la comunidad nómada. “Tenemos dos focos: animar y construir una comunidad que acepte a los nuevos nómadas y, por otro lado, ayudar a quienes no pueden permitirse siquiera vivir en la carretera para que tengan acceso a una casa rodante”, le explica Carlson a BBC Mundo.
La “tiranía” del sistema
En la película, la protagonista se va encontrando con nómadas que exponen sus situaciones personales, algunas de ellas dramáticas, otras coyunturales. La mayoría, marcadas por el rechazo de un sistema que les ha dado una patada.
“Hay dos tipos de tiranía: la tiranía del dólar y la tiranía política. Por alguna razón, en el mundo moderno estamos aterrados de la tiranía política, pero somos esclavos del dólar”, denuncia Wells.
“La principal dificultad es romper la tiranía del dólar y lo haces viviendo en un vehículo y sin tener que pagar a un casero. Una vez que tienes al casero fuera de la ecuación, puedes vivir mucho mejor.
“Imagínate dónde estarías ahora si no tuvieras que pagar un alquiler o el primero de cada mes no tuvieras que pagar una hipoteca, cómo sería tu vida. Sustancialmente mejor, yo diría”.
Para Amber Baldwin la precariedad económica no fue la motivación que le hizo convertirse en nómada, pero comprende el mensaje de Wells. “Nunca me sentí así, como un hámster en la rueda. El ‘sueño americano’ es comprar una casa, tener un buen trabajo y tener hijos. También significa endeudarte. No creo en ese sueño. Yo digo que el mío es el ‘sueño americano 2.0’. Para mí esto es libertad”.
“Siento, y no soy la única, que cada día es una bendición, lo disfruto tanto que no me imagino haciendo otra cosa”.
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