No seamos ciegos a las enseñanzas de Newtown
Nueva York-Hace unos días publiqué una columna en la que reclamaba un control más estricto de las armas y luego recibí el bombardeo de los fanáticos de las armas de fuego. Me permito entonces responder a sus argumentos
"No hay que politizar la tragedia de Connecticut. Es tiempo de duelo y no de demonizar a los propietarios de armas".
¡Pero por favor! Se supone que el presidente y el Congreso se ocupan de los problemas de la nación, y según datos del Centro de Control y Prevención de Enfermedades, cada dos meses, son más los estadounidenses que pierden la vida por actos de violencia con armas de fuego que los que murieron en los ataques del 11 de Septiembre.
Un estudio del Fondo para la Defensa de los Niños reveló que unos 2800 niños y adolescentes al año pierden la vida por armas de fuego.
Ese número supera la cantidad de tropas norteamericanas que murieron en cualquier año de las guerras de Irak y Afganistán sumadas. Anualmente, en Estados Unidos mueren por armas de fuego más del doble de niños preescolares que oficiales de la ley en cumplimiento del deber.
O sea que éste es tiempo de duelo, por supuesto, pero es tiempo de que el presidente Obama demuestre tanto su pesar como su liderazgo.
"Lo de Newtown fue desolador, pero las leyes sobre control de armas son un placebo que no cambia nada. Noruega tiene leyes muy restrictivas y hubo una masacre de 77 personas".
Es cierto que la prohibición de armas de asalto de 1994 no fue demasiado efectiva, ni siquiera antes de expirar (en parte debido a que no definía claramente cuáles eran armas de asalto y en parte porque muere más gente por armas de mano que por rifles de asalto). Pero si aquella ley que prohibía la venta de cartuchos de gran capacidad aún hubiese estado vigente, Adam Lanza, el atacante de Newtown, tendría que haberse detenido a recargar el triple de veces.
En cuanto a Noruega, sus leyes no impidieron la masacre del año pasado, pero en un año promedio Noruega sufre menos de diez asesinatos por arma de fuego. En Estados Unidos, hay más de diez cada ocho horas.
"Si alguien quiere matar, no hay manera de impedírselo. Hasta un tenedor puede ser un arma mortal. El mismo día de la tragedia de Connecticut, un hombre atacó a 23 escolares con un cuchillo en China."
Pero en el ataque de China no murió ningún niño. La diferencia con las armas de fuego es que son altamente letales. Por eso nuestras tropas no andan armadas con tenedores.
"La Segunda Enmienda protege nuestro derecho a portar armas. ¡Así que no vengan a hablarme de control de armas!".
El argumento es atendible. Pero la cuestión es mucho más compleja. Todo el mundo está de acuerdo en la prohibición de ametralladoras totalmente automáticas. El tema en cuestión no es limitar el derecho a portar armas, sino dónde marcar el límite. El caso de Nancy Lanza es un ejemplo paradigmático. Tal vez ella pensó que sus armas la mantendrían a salvo. Pero fueron usadas para matarla a ella y a 26 niños de escuela.
Mientras evacuaban a los niños de la escuela primaria Sandy Hook, les pedían que se cubrieran los ojos. Espero que no hagamos lo mismo y nos ceguemos a las enseñanzas que deja esta tragedia.
Traducción de Jaime Arrambide
The New York Times