No paran las rotativas
Dolor, risas y la ironía de siempre flotaron en la improvisada Redacción en la que se gestó el Charlie Hebdo que sale hoy
PARÍS.- Alrededor de las 21.10 de anteayer, las risas y un fuerte aplauso estallaron entre los sobrevivientes del staff de Charlie Hebdo , seguidos brevemente de gritos -más irónicos que alegres- de "¡Allahu akbar!".
El grupo estaba vitoreando a Rénald Luzier, el caricaturista conocido como Luz, que en su enésimo intento había logrado crear lo que para sus editores era la imagen de tapa perfecta del número más esperado de la historia de este semanario iconoclasta y controvertido, que sale a la venta hoy. La tapa muestra la imagen del profeta Mahoma sosteniendo un cartel que dice "Je suis Charlie" y, más arriba, las palabras "Está todo perdonado", en francés.
"Habemus tapa", dijo sonriendo uno de los editores de la publicación, Gérard Biard, al salir de la improvisada oficina de Redacción y utilizando la famosa frase que se usa para anunciar la elección de un nuevo papa. Para encontrar la imagen adecuada, "nos preguntamos a nosotros mismos qué queríamos decir, qué debíamos decir y de qué manera", contó Biard. "Sobre el tema, lamentablemente, no teníamos dudas."
En todo el mundo, la masacre desató debates sobre las fallas de seguridad, el radicalismo islámico y los puntos de no retorno.
Desde el viernes, dos días después de que hombres armados masacraran a 12 personas del semanario, unos 25 integrantes del staff se apiñaron en las oficinas del periódico de izquierda Libération, bajo estricta vigilancia policial, para trabajar en el nuevo número, del que se imprimirán 3 millones de ejemplares en 16 idiomas. Seguían en estado de shock y confundidos por haberse convertido de pronto en héroes de la libertad de expresión para el mismo establishment político y religioso del que siempre se han mofado.
Y mientras los periodistas lidiaban con su tristeza, también surgían chispazos de humor mordaz. Los caricaturistas bocetaban mientras describían lo difícil que resultaba seguir adelante después del horror que se vivió en sus oficinas. Otros descargaban su enojo contra los asesinos. Y la principal pregunta que se cernía sobre la mesa de trabajo era la siguiente: ¿cómo hacer humor en un momento como éste?
"No sabemos hacer otra cosa que reír", dijo Biard, que estaba de vacaciones el día del atentado en Charlie Hebdo .
En todo el mundo, la masacre desató debates sobre las fallas de seguridad, el radicalismo islámico y los puntos de no retorno. Millones de simpatizantes adoptaron el lema "Je suis Charlie". Pero aquí, en este salón de conferencias del último piso, con una estupenda vista de la Torre Eiffel, no eran más que un grupo de caricaturistas y periodistas que gritaban, almorzaban, reían, infringían la prohibición de fumar e intentaban no desmoronarse hasta haber terminado el nuevo número de la revista.
La primera reunión de redacción, el viernes pasado, no empezó con la propuesta de artículos, sino con recuerdos de los colegas asesinados, novedades sobre los heridos y una visita sorpresa del primer ministro francés, Manuel Valls, y del ministro de Cultura y Comunicación, Fleur Pellerin, presencias inusuales en las oficinas de una publicación más cercana a The Onion que a Le Monde, y más proclive a mofarse de esos funcionarios que a entrevistarlos.
La primera reunión de redacción, el viernes pasado, no empezó con la propuesta de artículos, sino con recuerdos de los colegas asesinados, novedades sobre los heridos y una visita sorpresa del primer ministro francés
"Decidimos sacar un número normal, y no un número recordatorio", dijo Biard, el viernes pasado, no bien terminada una emotiva reunión de redacción de tres horas. Luego entraron las bandejas con salmón ahumado, sándwiches y postres de crema. En el exterior de la sala, una hilera de policías de civil custodiaba el ingreso.
Había periodistas dando vueltas. Cinco computadoras de escritorio donadas por Le Monde fueron instaladas sobre una mesa de vidrio redonda. Desde los ataques, no han parado de llover los aportes económicos para esta publicación financieramente atribulada, y se abrió el fondo de ayuda jaidecharlie.fr ("Yo ayudo a Charlie").
El viernes por la tarde, cuando la sala de redacción volvió a la vida, Biard reflexionaba. "Mataron a personas que dibujaban caricaturas. Eso es todo lo que hacen. Si le temen a eso, ¿cuál es su dios?", se preguntó.
La logística para sacar el nuevo número fue complicada. Debieron solicitar permiso judicial para recuperar material de sus oficinas, ahora precintadas por ser escena del crimen. Con ayuda del diario Libération y de otros medios franceses, Charlie Hebdo pudo publicar hoy su número especial después del atentado.
Una idea era clara: mantener viva la memoria de los miembros del staff, publicando sus trabajos pasados. El semanario cuenta con dibujos de los cuatro caricaturistas asesinados: Stéphane Charbonnier, conocido como "Charb" y editor del semanario; Jean Cabut, "Cabu"; Bernard Verlhac, "Tignous", y Georges Wolinski.
También planearon honrar a las otras víctimas, publicando trabajos del economista Bernard Maris y la psiquiatra Elsa Cayat, ambos columnistas de Charlie Hebdo, y tal vez publicar también una columna inédita de Mustapha Ourrad, un corrector de la revista.
Como siempre
"En este número, no matamos a nadie", dijo Biard. Los miembros de la redacción aparecerán consignados "igual que siempre", había adelantado.
Una idea era clara: mantener viva la memoria de los miembros del staff, publicando sus trabajos pasados. El semanario cuenta con dibujos de los cuatro caricaturistas asesinados
Cuando le preguntaron qué más habría en la publicación, Patrick Pelloux, un médico emergentólogo que también escribe para Charlie Hebdo, dijo con una carcajada: "No sé. No hubo muchas noticias esta semana".
Luzier, de 43 años, estaba dedicado el viernes al boceto de un inflado Arnold Schwarzenegger que rasgaba al medio un ejemplar de Charlie Hebdo. Sobre la mesa había una botella con agua en la que flotaban algunas colillas de cigarrillo.
El día del atentado, el miércoles pasado, fue el cumpleaños de Luzier, y decidió quedarse en la cama hasta más tarde junto a su esposa. Luego se detuvo a comprar una torta, y llegó a la redacción apenas terminado el ataque. "Me salvaron el amor y la gula", dijo Luzier, y sacudió la cabeza.
"Los que vinieron a matarnos son fanáticos y asesinos, pero, sobre todo, es gente sin sentido del humor", añadió.
También se acercó la madre de Simon Fieschi, el administrador del sitio web y encargado de responder los abundantes correos electrónicos de odio que recibía la revista, y que ahora está en coma inducido.
Luzier se paró y la abrazó en silencio, durante un largo rato. También resultaron heridos el caricaturista Laurent Sourriseau, conocido como "Riss", que recibió un disparo en el hombro; Fabrice Nicolino, un empleado al que debieron amputarle parte de las piernas, y Philippe Lançon, un periodista de Libération que escribía una columna sobre televisión en el semanario. Lançon recibió un tiro en la cara; su pronóstico es favorable.
El sábado pasado, los miembros del staff empezaron a llegar a la redacción lentamente, cerca del mediodía. Las paredes de la sala de conferencias empezaron a cubrirse de caricaturas, y hacia el final de la tarde ya estaban llenas. Se oía llorar alguien en el interior. Corinne Rey, conocida como "Coco", estaba sentada a la mesa con el pincel en la mano, dibujando. Dijo que los atacantes la habían forzado a introducir el código de entrada que les franqueó la puerta del edificio.
"Los que vinieron a matarnos son fanáticos y asesinos, pero, sobre todo, es gente sin sentido del humor"
Cuando vieron llegar a los hombres armados, algunos creyeron que se trataba de una broma, según cuentan algunos miembros de la revista. Luego de años de recibir amenazas, Charbonnier solía hacer chistes con el grito "Allahu akbar", o "Dios es grande", dijo Zineb el-Rhazoui, de 32 años, una reportera de Charlie Hebdo que creció en Marruecos, y que es coautora, junto a Charbonnier, de una biografía en historieta del profeta Mahoma.
"Era como el grito de guerra de Charbonnier: «Allahu akbar esto», «Allahu akbar lo otro»", dijo El-Rhazoui. "Solíamos decirle en chiste que mejor dejara de usar esa frase porque el día que realmente vinieran a matarnos, no íbamos a saber si eran asesinos o era Charb", relató la periodista.
El domingo hicieron una pausa en el trabajo, cuando la marcha para denunciar la violencia atrajo a líderes del mundo y sacó a las calles de París y de otras ciudades de Francia a casi cuatro millones de personas.
Muchos de los miembros del staff de la revista marcharon en primera fila, con una banda en la cabeza con la inscripción "Charlie", un guiño a la paradoja de que un semanario marginal hubiese quedado súbitamente en la línea de fuego de un enfrentamiento global.
En la movilización en París, Pelloux lloró largamente sobre el hombro de François Hollande , después de que el presidente francés saludara al staff de Charlie Hebdo y a las familias de los caídos en un ataque conexo a un supermercado kosher.
Escena
Pelloux estaba en una reunión de emergentólogos cuando recibió un llamado para informarle del ataque a Charlie Hebdo. Llegó con otros trabajadores rescatistas, se encontró con la carnicería en un cuarto lleno de olor a pólvora, y empezó a chequear quién estaba vivo y quién estaba muerto. "He visto cadáveres en mi vida, pero esto era demencial", dijo Pelloux.
Al referirse al trauma de la culpa del sobreviviente, Pelloux, con los ojos llenos de lágrimas, dijo: "No debería estar vivo".
Durante el fin de semana, mientras el equipo trabajaba, policías de civil custodiaban la puerta de la oficina. Uno de ellos contó que una vez estuvo asignado a custodiar a Marine Le Pen, la líder del derechista Frente Nacional (FN), que se declaró en contra de la manifestación de apoyo a Charlie Hebdo.
La policía también perdió a uno de los suyos en el ataque al semanario: Franck Brinsolaro, asignado a la custodia de Charbonnier.
Miembros del staff dijeron que Brinsolaro se había convertido en parte de la familia de Charlie Hebdo, y que para Navidad, hasta les llevaba de regalo el paté casero que hacía su mamá.
Léger dijo estar seguro de que el staff sacaría fuerzas para el número que salió a la venta hoy, pero agregó que le preocupaban las semanas por venir. "A lo que le tenemos miedo es al después", confesó.
La revista Charlie Hebdo fue fundada en 1970, como desprendimiento de un semanario satírico anterior, Hara Kiri, y siempre se ocupó de ofender a todos equitativamente: la Iglesia Católica, el judaísmo, el islam, así como otros blancos laicos, incluidos -y frecuentemente con sorna- los políticos que ahora se apuraron a defenderlo. La publicación creía en la blasfemia.
"Lo único sagrado es la libertad de expresión", dijo El-Rhazoui. Sus caricaturas de Mahoma representaban la mayor de las amenazas. Fueron demandados por difamación, por publicar las caricaturas de Mahoma aparecidas originalmente en un diario de Dinamarca, en 2005, y ganaron el juicio.
En 2011, las antiguas oficinas de la revista sufrieron un ataque con explosivos después de publicar una edición especial de la "primavera árabe", con el profeta Mahoma como "editor invitado", que aparece en la caricatura con una nariz de payaso y diciendo "100 latigazos si no te morís de risa". Los perpetradores de aquel atentado nunca fueron encontrados.
Desde entonces, en la tapa de la revista aparece una pequeña leyenda que reza "publicación irresponsable", una respuesta a los críticos que afirmaban que ellos se lo habían buscado.
"Nos quedamos muy solos" luego del ataque de 2011, dijo Laurent Léger, periodista de investigación del semanario desde 2009, que la semana pasada sobrevivió tirándose al piso, y afirmó que esta semana escribiría sobre los avances de la investigación del atentado.
Léger dijo estar seguro de que el staff sacaría fuerzas para el número que salió a la venta hoy, pero agregó que le preocupaban las semanas por venir. "A lo que le tenemos miedo es al después", confesó.
Una edición histórica
Tras la masacre, Charlie Hebdo sale hoy a la venta
3.000.000
Ejemplares
Es la tirada de hoy de la revista satírica (contra los 60.000 habituales), sólo una semana después del atentado que dejó 12 muertos en su sede parisina
3
Euros
Cuesta esta edición, que incluye viñetas del profeta Mahoma y otros cultos
16
Idiomas
El número especial que se vende desde hoy está traducido a 16 idiomas
Traducción de Jaime Arrambide
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