“No hay nada para comer en mi casa”: el llamado desesperado de un niño brasileño a la Policía
El caso de Miguel Barros, de 11 años, conmovió al país carioca; su historia se hizo viral a poco de las elecciones presidenciales y en medio de la crisis alimentaria que se vive en un territorio donde el 30% de las personas es pobre
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“No hay nada para comer en mi casa”, dijo el niño de 11 años, Miguel Barros, cuando llamó al servicio de emergencias desde su hogar en los suburbios de Belo Horizonte, Brasil. Su pedido de auxilio desató una ola de donaciones y volvió a poner en foco la crisis económica y alimentaria que se vive en ese país.
El menor tiene ocho hermanos y vive en el barrio de Santa Luzia (al sudeste, en el estado de Minas Gerais). El miércoles pasado decidió llamar él mismo al 911 para pedir ayuda al ver a su madre llorando porque hacía tres días que ella solo los había podido alimentar con harina de maíz y agua.
Cuando las autoridades contestaron la llamada, le preguntaron cuál era su emergencia y Miguel respondió: “Señor policía... es que no hay nada para comer en mi casa”. Ante esas palabras, se le envió un móvil a su hogar. La Policía creía que se trataba de un caso de negligencia, de un niño abandonado. No obstante, cuando llegaron a la vivienda, humilde, vieron que allí vivía una madre que se había quedado sin trabajo y que hacía lo que podía para alimentar a sus hijos.
Ya en el lugar, los oficiales decidieron resolver el problema de inmediato. Fueron al supermercado, compraron mercadería, incluidas donaciones del dueño de la tienda, y se las llevaron a la familia. Cuando la prensa local se hizo eco de lo ocurrido, la historia de Miguel se volvió viral y las donaciones de alimentos y dinero comenzaron a llegar a la vivienda de Santa Luzia, no solo desde Brasil, también desde otros países.
Una solución temporal a un problema de hace décadas
“Llegó mucha comida diferente, alguna ni siquiera sé qué es”, dijo Miguel a AFP sin poder creer aún el impacto que tuvo su pedido de ayuda. Su madre se llama Celia, tiene 46 años, ocho hijos, de los cuales seis aún viven con ella, y es quien sola debe mantener a su familia. De acuerdo a lo que contó a ese medio, tuvo varios trabajos ocasionales, pero en pandemia encontrar un medio de subsistencia se le hizo más difícil y quedó desempleada.
“Sufrimos mucho. No lo olvidaré nunca, porque el hambre duele. Llegas al punto en que no puedes ni levantarte ni hacer nada. Miguel me vio desesperada y llorando, y decidió hacer lo que hizo. Y gracias a Dios ahí cambió todo”, explicó. Tras recibir las donaciones, Celia contó que pasó “de no tener nada a tener lo suficiente para ayudar a otros”.
La historia de Miguel conmovió a Brasil y volvió a poner en foco la crisis alimentaria, un estrago que hacía una década había sido erradicado, según la Organización de Naciones Unidas (ONU).
De hecho, el país apareció en la última edición del “Mapa del hambre” de la ONU, luego de haber salido de él en 2014: tiene al 28,9% de la población viviendo en “inseguridad alimentaria moderada o grave”.
La pandemia, los estragos y las elecciones
En 2014, la economía de Brasil entró en recesión y cuando comenzó la pandemia aún no se había recuperado. Cerca de 19 millones de brasileños pasaron hambre en 2020, casi el doble que en 2018, según estadísticas realizadas el año pasado por el gobierno brasileño y estudios de expertos en la materia.
En 2020, alrededor de 117 millones de personas, aproximadamente el 55% de la población total, vivieron en situación de inseguridad alimentaria, con acceso incierto a una nutrición adecuada. Esto es un enorme salto de los 85 millones en esa situación en los dos años precedentes, según revela el estudio.
“El abordaje del gobierno sobre la pandemia profundizó la pobreza y la desigualdad. El hambre es un problema grave y no tratado en Brasil”, analizó el año pasado Douglas Belchior, fundador de la organización de ayuda humanitaria UNEafro Brasil apuntando, como muchas otras ONG, a la gestión del presidente Jair Bolsonaro.
El año pasado se pudieron ver imágenes en las que personas recogían huesos desechados con restos de carne en Río de Janeiro. Un estudio de la Fundación Getúlio Vargas realizado en junio de 2022 mostró que el 30% de los brasileños vive en la pobreza (con menos de 5,50 dólares diarios), frente al 24% de 2014.
A meses de las elecciones presidenciales de octubre, los principales candidatos, el presidente de ultraderecha Bolsonaro y el expresidente de izquierda Luiz Inácio “Lula” da Silva, expresan por igual que la culpa de la crisis la tiene el otro. En tanto, los ciudadanos esperan que quien sea elegido encuentre una solución que arranque de cuajo el hambre y la pobreza.
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