Nicolás Maduro consolida su estrategia y tendrá una elección presidencial al estilo de Vladimir Putin
La dictadura bloqueó la inscripción de la aspirante opositora Corina Yoris, que tenía el apoyo de la Plataforma Unitaria; el régimen avaló la postulación de un exrival de Chávez
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BOGOTÁ.– Venezuela vivió el lunes una de esas noches tan revolucionarias, llenas de sombras y fantasmas, entre abusos y arbitrariedades, donde el chavismo no pierde nunca porque el juego sucio forma parte de su esencia política. El bloqueo contra la filósofa de 80 años Corina Yoris, candidata unitaria de la oposición democrática avalada por María Corina Machado, se mantuvo hasta agotarse el plazo de inscripción, pese a no existir inhabilitación ni proceso en su contra. Bastaba la certeza gubernamental de que arrasaría en las urnas el 28 de julio.
El régimen bolivariano obturó todas las salidas de su laberinto electoral hasta encontrar la que buscaba desde el primer día: la postulación en el último minuto del controvertido gobernador opositor Manuel Rosales, criticado por buena parte del país por sus posturas cercanas al Palacio de Miraflores.
De esa forma se consumaba el objetivo de Nicolás Maduro: elegir a su rival más “potable” para derrotarlo dentro de cuatro meses. Otro capítulo más del manual del autoritarismo electoral, cuyas páginas comparte con Rusia y Nicaragua, siempre en constante retroalimentación.
“El país está procesando una enorme decepción; la gente se siente burlada. Es demasiado grotesco, el país lo rechaza. Pero nuestra lucha continúa, no vamos a salirnos de la ruta electoral donde podamos elegir por quién queremos. Si el régimen elige los candidatos, eso no son elecciones”, se quejó María Corina Machado, que no ahorró palabras como “indignación” y “burla” para calificar el vodevil nocturno que tuvo a Jorge Rodríguez, jefe de la comisión negociadora de Maduro y presidente del órgano legislativo chavista, como maestro de ceremonias.
Machado evitó calificar a Rosales como un traidor, pero la académica Corina Yoris sí usó una analogía con la traición de Judas para referirse al polémico gobernador. Durante el proceso de las primarias democráticas del año pasado, Rosales calculó si competía, pero las encuestas lo desengañaron: caía derrotado con estrépito frente a Machado.
Tortuoso camino
En su primera comparecencia, Rosales reconoció “los obstáculos de este tortuoso camino”, pero se puso el traje de candidato al que nadie ha elegido: “Voy a encabezar la rebelión de votos más grande que ha existido en Venezuela… Tenemos dos caminos, votar para cambiar o no votar para que Venezuela se siga cayendo a pedazos”.
“Esto será una carrera de alacranes, pero elecciones libres y justas nunca”, vaticinó desde el exilio el antiguo zar petrolero Rafael Ramírez. Fuentes de la negociación consultadas por LA NACION aseguraron que Rosales se convirtió en la última oportunidad después de que el chavismo rechazara varias propuestas.
Para hacerlo todo más confuso, el gobierno aceptó fuera de plazo que la Mesa de la Unidad Democrática (MUD) postulara un “candidato tapa” para que sea sustituido más adelante, ya sea en abril o hasta diez días antes de las elecciones, uno de los extraños mecanismos del sistema venezolano.
Se trata del diplomático Edmundo González Urrutia, antiguo embajador venezolano en la Argentina, con el que se intenta “preservar el ejercicio de los derechos que le corresponden a nuestra organización política hasta que logremos inscribir nuestra candidatura unitaria”, señaló en un comunicado la Plataforma Unitaria, de Machado y aliados. El gobierno, al día de hoy, no acepta otro candidato que no sea Rosales.
Si alguien ha vivido un carrusel de emociones desde la semana pasada es Machado, que además reconoció que habían aumentado las amenazas en su contra para evitar que fijara postura por lo sucedido. Quienes la rodean normalmente, su equipo más cercano, ya no está: siete están encarcelados acusados de falsas conspiraciones y otros seis permanecen refugiados en la embajada argentina en Caracas.
Para aumentar aún más la presión, el chavismo denunció una nueva conspiración, tan disparatada como las anteriores. Uno de sus dirigentes aseguró que durante la concentración que acompañó el lunes al “presidente pueblo” a la sede del CNE se habían infiltrado militantes de Vente Venezuela (VV), partido de Machado, con bombas para atentar contra Maduro. El mandatario aseguró más tarde que eran armas de fuego y que ya estaban “convictos y confesos”, uno de esos récords mundiales de investigación sólo posibles en la revolución bolivariana.
Tan evidente fue la maniobra en contra de la oposición real que, por primera vez, los gobiernos aliados de Brasil (“no es compatible con los Acuerdos de Barbados”) y Colombia (“preocupación ante dificultades de sectores mayoritarios de la oposición” para inscribir candidato) cuestionaron el bloqueo contra Yoris. La reacción del gobierno chavista no se hizo esperar. Al canciller colombiano le proporcionó un contundente tirón de orejas ante el “acto de grosera injerencia” para “complacer los designios de Estados Unidos”, un “acto de mala fe” donde también se emitieron juicios falsos.
Para Brasilia, la andanada mantuvo los mismos parámetros de “repudio” ante el “gris e injerencista comunicado, que parecería haber sido dictado desde el Departamento de Estado”. Al igual que ya sucedió con la ONU, la cancillería revolucionaria echó en cara a Brasil que no se preocupe por los supuestos intentos de magnicidio y desestabilización denunciados por el régimen.
Por su parte, la Unión Europea también criticó el final de las postulaciones por “irregular y opaco” y Estados Unidos mostró su “preocupación” ante el bloqueo sufrido por la candidatura de Corina Yoris. Contra Josep Borrell, canciller de la UE, el propio Maduro disparó sus habituales insultos: “Su visión es racista, colonialista y guerrerista”.
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