Niall Ferguson: “Occidente no tiene idea de qué hacer con Siria”
Según el profesor de Harvard, falta un objetivo político
ROMA.- Niall Ferguson, profesor de historia de Harvard, acaba de publicar una biografía de Henry Kissinger, a quien define como un "idealista", pero también como un hombre que en las décadas de 1960 y 1970 manifestó pocas dudas a la hora de librar una guerra en nombre de sus convicciones, incluso cuando esa guerra resultó ser un caso perdido, como fue Vietnam. Cuarenta años después, Ferguson coloca a François Hollande en otra categoría: "No me dan ganas de aplaudirlo cuando dice que su país será «despiadado», porque no le creo", dice el historiador.
"No le creo a Hollande por una razón simple: es la misma retórica guerrera que les escuchamos a Estados Unidos y a sus aliados tras el 11 de Septiembre", agregó.
"¿Pero en este caso cuál sería la política? ¿Y cuál sería la estrategia? ¿Devolverle plenamente el poder a Al-Assad? ¿Dividir Siria? Ninguno de los hombres con poder de la Tierra parece tener la respuesta. No tienen la menor idea de qué hacer con Siria, con excepción tal vez de Putin.
-¿Qué experiencia se puede sacar de las acciones militares posteriores al 11 de Septiembre?
-Estados Unidos y sus aliados desplegaron tropas en Irak y Afganistán. En el lapso de un año, la situación empezó a girar hacia el lado equivocado, y para el año 2008 la opinión pública de ambas orillas del Atlántico ya estaba cansada de los "proyectos de construcción de Estados" en Medio Oriente y Asia Meridional. Ni despiadados ni nada. Fuimos a esas guerras con miramientos de todo tipo. Y cuando fuimos realmente despiadados, en nuestros países se armaba un escándalo.
-¿Teme que con Estado Islámico pase algo parecido?
-Estoy convencido de que nos espera la misma secuencia. Es posible que haya un ataque a gran escala de la OTAN contra EI en Siria e Irak. Es posible que envíen tropas al terreno. ¿Pero adónde conduciría todo eso? En Occidente, lo que falta es la convicción necesaria para llevar estas operaciones militares hasta las últimas consecuencias..
-¿Pero no cree que ante una amenaza como la de EI no parece haber una solución militar totalmente clara?
-En realidad, sí existe, porque desde el punto de vista militar EI no tiene ni las armas ni la capacidad necesarias para hacernos frente. Si Estados Unidos usase a fondo sus fuerzas especiales, con apoyo de la fuerza aérea, podría destruir EI en pocas semanas. Pero habría muchos daños colaterales, porque EI está anidado en ciudades y aldeas. Y además está el problema político que el gobierno de Obama todavía debe desentrañar: ¿cuál será el futuro de Siria? Carl von Clausewitz, el general del ejército prusiano, enseñaba que la guerra es la continuación de la política por otros medios. ¿Pero en este caso cuál sería la política? ¿Y cuál sería la estrategia? ¿Devolverle plenamente el poder a Bashar al-Assad? ¿Dividir Siria? Ninguno de los hombres con poder de la Tierra parece tener la respuesta. No tienen la menor idea, con excepción tal vez de Vladimir Putin.
-Hay quienes dicen que entre los refugiados que llegan a Europa hay potenciales terroristas, y hay quienes sospechan que ése es precisamente el miedo que EI quiere instalar. ¿Usted qué piensa?
-Parece posible que uno de los asesinos de los atentados de París llegase como refugiado a Francia desde Grecia. No me sorprendería. Hace más de un año que los integrantes de Estado Islámico van y vienen entre Europa y Siria, y la crisis de los refugiados no hace más que facilitarles las cosas. Por supuesto que sólo un porcentaje minúsculo de los que llegan pidiendo asilo son terroristas operativos o potenciales. Pero si apenas ocho personas alcanzan para asesinar a más de 130, eso quiere decir que los porcentajes minúsculos son sumamente importantes.
-Durante el último año, ha llegado un millón de refugiados.
-Y por eso los líderes de Europa tienen que hacerse cargo de esta nueva realidad: en el seno de nuestras sociedades, hay una especie de quinta columna de terroristas decididos a invadirnos. Así que mejor irse despidiendo de la época de las fronteras abiertas y de los entusiastas artículos periodísticos sobre cómo la inmigración puede resolver el déficit demográfico de Europa.
-El primer ministro británico, David Cameron, va incluso más allá. No sólo reniega del Acuerdo de Schengen de libre circulación de las personas dentro del territorio de la Unión Europea, sino que hasta pide que se suspendan los beneficios sociales a los inmigrantes europeos que residen en Gran Bretaña.
-Ése es el punto 4 de su carta de renegociación con miras al referéndum sobre el "Brexit", o sea la posible salida de Gran Bretaña de la Unión Europea. Y puede ser una exigencia problemática. Pero visto el actual estado de desconcierto que reina en Europa frente al flujo aparentemente ilimitado de migrantes y frente al colapso del Acuerdo de Schengen, a estas alturas la opinión pública europea ya debería tener una comprensión más acabada de la posición del gobierno de Londres.
-¿Pero eso no implica el desmantelamiento de Europa, pedazo por pedazo? Nada impediría que, siguiendo el ejemplo de Londres, otros países pidieran las mismas exenciones.
-La idea de una unión cada vez más estrecha entre los países de Europa ya no es sostenible para Gran Bretaña. De hecho, me parece que ya no es un objetivo sostenible para ninguno. Ya es hora de que Europa admita que los británicos tuvieron razón al negarse a ingresar en la eurozona, y que también tuvieron razón al negarse a firmar el Acuerdo de Schengen, porque ninguno de esos dos proyectos funcionó. Necesitamos una unión menos estrecha. Creo que a la luz de los acontecimientos recientes la posición de Cameron resulta mucho menos radical de como pretendían hacerla ver hace pocos años. El exceso de ambición integracionista es precisamente el que genera el riesgo de la desintegración.
-Una amenaza para la integración europea es Marine Le Pen. ¿Teme que pueda ganar las elecciones presidenciales de Francia en 2017?
-Hasta hace un año, le habría respondido que Marine Le Pen no podía llegar a la presidencia. Incluso hasta un día antes de los atentados de París estaba convencido de que en la segunda vuelta, como siempre ha ocurrido, la izquierda y la derecha se terminarían aliando. Ya no estoy tan seguro. Pero incluso antes de esta última emergencia terrorista es posible que ya la crisis migratoria haya impulsado un poco al Frente Nacional hasta convertirlo en un partido viable.
-Algunos grandes inversores piensan que la batalla final por la supervivencia del euro, tarde o temprano, se librará en otro país: Italia.
-Creo que en realidad lo peor para Italia ya pasó. Actualmente observamos una incipiente recuperación económica, pero sobre todo un verdadero inicio de reformas económicas.
-En Italia hay algunos que no opinan lo mismo.
-Para lograr un gobierno eficaz, Matteo Renzi primero tuvo que encarar la reforma constitucional e institucional. Italia puede andar bien. Todos hablan de la enorme deuda pública, pero incluso esa deuda puede empezar a bajar si las tasas de interés reales se mantienen lo suficientemente bajas.
-¿A Italia también le irá bien aunque dentro de cuatro años el presidente del Banco Central Europeo sea un alemán?
-Cuatro años es un período muy razonable para poner las cosas en orden.
Federico Fubini
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