Ni siquiera estamos intentando detener el flujo de armas
NUEVA YORK.- Un día más y un nuevo y atroz tiroteo en Estados Unidos.
En lo que va del año, el promedio en el país es de más de un tiroteo en masa por día, según el sitio Web ShootingTracker, tomando en cuenta los casos en los que hay cuatro víctimas o más. Y ahora llega el ataque en San Bernardino, California, con 14 muertos.
Es demasiado pronto para saber con exactitud qué pasó en San Bernardino, pero tan sólo en los últimos cuatro años han muerto más estadounidenses por armas de fuego (incluidos suicidios y accidentes) que en las guerras de Corea, Vietnam, Irak y Afganistán juntas. En Estados Unidos muere una persona por arma de fuego cada 16 minutos: hay que debatir urgentemente las soluciones posibles.
Los demócratas insisten en la necesidad de ocuparse del problema de las armas. Los republicanos insisten en la necesidad de ocuparse de la salud mental de los norteamericanos. Ambos tienen razón.
Hablemos primero de las armas, el problema principal: necesitamos un nuevo abordaje enfocado en la salud pública, que no se base en la eliminación de las armas (algo imposible en una nación inundada de 300 millones de armas de fuego), sino en reducir su capacidad letal.
Estamos acostumbrados a elaborar políticas que reduzcan los productos potencialmente letales que nos rodean. Lo hacemos con los autos (cinturones de seguridad, obligatoriedad del registro de conducir, guard rails), con las piscinas (cubiertas y rejas de protección), y lo hacemos con las armas de juguete. Lo mismo deberíamos hacer con las armas de verdad.
Podemos mejorar la seguridad pública sin eliminar las armas. En Suiza hay armas por todas partes, ya que casi todos los hombres pasan varios años como reservistas del ejército (se dice que Suiza no tiene ejército, pero tiene). Y, sin embargo, aunque en ese país las armas militares son prácticamente ubicuas, hay pocos crímenes.
Deberíamos enfocarnos en restringir el acceso a las armas de quienes constituyen un mayor riesgo. Un primer paso imperativo es una verificación de antecedentes universal antes de comprar un arma. Una nueva investigación de Harvard revela que en Estados Unidos, alrededor del 40% de las armas son adquiridas sin chequeo de antecedentes previo, algo lisa y llanamente inadmisible.
Es desconcertante que en Estados Unidos sea perfectamente legal que incluso los sospechosos de terrorismo puedan comprar armas. De hecho, según el Wonkblog del The Washington Post y la Oficina de Responsabilidad del gobierno, entre 2004 y 2014 más de 2000 sospechosos de terrorismo compraron armas legalmente. Los demócratas se cansaron de proponer llenar ese vacío legal, pero la Asociación Nacional del Rifle (NRA, por sus siglas en inglés) y sus aliados republicanos bloquearon cualquier avance, así que sigue siendo legal.
Mientras los republicanos del Congreso resisten hasta el más mínimo intento de restringir el acceso a las armas de los delincuentes violentos, la opinión pública es mucho más razonable: según una encuesta del año pasado, el 85% de los propietarios de armas aprueba la verificación universal de antecedentes.
En consonancia, una abrumadora mayoría de los propietarios de armas aprueba que se tomen medidas contra los comerciantes que sean negligentes o pierdan armas. La mayoría de los propietarios de armas también está a favor de prohibir a los menores de 21 la tenencia de armas y de exigir que en los hogares, las armas estén bajo llave.
Son todas medidas razonables, y todas ellas son trágicamente bloqueadas por la NRA y sus aliados. La NRA supo ser una organización razonable. En 1934 apoyó la primera ley federal de importancia sobre las armas, y en 1968 terminó apoyando la ley de control de armas. Pero la NRA se transformó en un lobby extremista que rechaza vehementemente hasta las medidas que los propios propietarios de armas apoyan por abrumadora mayoría.
En cuanto a la salud mental, los republicanos tienen razón cuando dicen que a veces está relacionada con la violencia armada. Pero también es cierto que en algunos casos sus recortes presupuestarios redujeron los servicios de salud mental. Hay que reconocerle al republicano Tim Murphy el haber presentado un proyecto de ley que mejoraría nuestro desastroso sistema de salud mental, y que tal vez ayudaría a que menos gente estalle y se vuelque a la violencia. Sin embargo, algunos demócratas desconfían de la ley simplemente porque a los republicanos les gusta. Es un absurdo.
Vaya uno a saber si alguna medida o política habría podido evitar la matanza de ayer. No todos los tiroteos son evitables. Pero ni siquiera estamos haciendo el intento.
Logramos reducir el alcohol al volante, elevamos la prohibición de beber hasta los 21 años y castigamos a los infractores. Eso no terminó con el alcohol al volante, pero salvó miles de vidas. Por razones similares, Ronald Reagan estaba a favor del control de las armas.
"Un promedio de 9200 norteamericanos mueren anualmente por armas de fuego", escribió Reagan en 1992, en apoyo a las restricciones. "Debemos poner fin a este nivel de violencia."
Y agregaba que si con controles más estrictos se lograba reducir apenas un 10 o 15% de esa cifra (aunque los beneficios podrían ser mucho mayores), "ya con eso alcanzaría para justificar que sea ley en nuestro territorio".
Señores republicanos: escuchen a su santo patrono.
Traducción de Jaime Arrambide
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