Newman, el más famoso converso del anglicanismo
Fue un gran intelectual cristiano del siglo XIX
LONDRES.- El cardenal inglés John Henry Newman, que fue beatificado ayer por el papa Benedicto XVI, fue uno de los grandes intelectuales cristianos del siglo XIX y también uno de los más famosos conversos procedentes del anglicanismo.
Nació en 1801 en Londres, en una familia anglicana. En su búsqueda de la espiritualidad desde la adolescencia, estudió teología en la Universidad de Oxford, donde también enseñó durante un tiempo, y se convirtió en pastor anglicano.
En la década de 1830 fue una figura importante del movimiento de Oxford, que denunció las desviaciones de la Iglesia Anglicana. Newman adoptó un estilo de vida ascético y su reflexión lo llevó finalmente al catolicismo, lo que despertó una gran conmoción en la era victoriana.
Su conversión hizo que otros conocidos intelectuales siguieran sus pasos, entre ellos Henry Edward Manning, el arquitecto Augustus Pugin y el poeta Gerard Manely Hopkins.
Newman partió entonces a Roma para continuar sus estudios y ser ordenado cura, y a su regreso fundó en Birmingham la primera congregación de oratoria de Inglaterra.
Acusado de herejía, relató su conversión en Apologia Pro Vita Sua (Defensa de su propia vida). Su obra, entre la que se destaca el Ensayo sobre el Desarrollo de la Doctrina Cristiana , le valió un gran reconocimiento en el mundo católico.
Algunas de sus ideas sobre la relación entre la fe y la razón incluso se plasmaron en el Concilio Vaticano II, que lanzó a la Iglesia hacia el tercer milenio. También inspiró a escritores como Evelyn Waugh o Julien Green, y a los 68 años fue nombrado cardenal por el papa León XIII.
A su muerte, en 1890, a los 89 años, fue enterrado según su voluntad en la misma tumba que el padre Ambrose Saint John, con quien vivió durante más de 30 años.
Su proceso de beatificación, iniciado en 1958, se aceleró en 2009 cuando los expertos del Vaticano confirmaron la validez de un milagro que se le atribuye en Estados Unidos.
El diácono Jack Sullivan, aquejado a los 61 años de una grave enfermedad de la columna vertebral, dice haberle rezado al cardenal tras haber visto un documental dedicado al esclesiástico. Según su relato, sus dolores cesaron al día siguiente. Sin embargo, aunque los síntomas desaparecieron temporalmente, su enfermedad no desapareció, afirman los médicos.
El Vaticano investiga ahora un segundo caso en México, que, de considerarse también un milagro, allanaría el camino de la canonización.
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