Rusia: la pulseada con Navalny, una amenaza que pone en guardia a Putin
PARIS – Miles de rusos salieron este fin de semana a la calle en un centenar de ciudades en respuesta a la convocatoria lanzada por el líder opositor Alexei Navalny, detenido desde que regresó a su país desde Alemania. El Kremlin, decidido a acallar toda contestación, aplicó los mismos métodos represivos de siempre: más de 3.300 detenciones y algunos heridos de gravedad.
"¡Putin ladrón!", "Navalny estamos contigo!" o incluso "¡Libertad para los presos políticos!…" Los miles de manifestantes que salieron a denunciar al régimen en los últimos tres días representan un movimiento único en la Rusia de los últimos 20 años.
Además de las detenciones, la violenta represión desatada por las fuerzas antimotín del régimen provocó numerosos heridos, varios de ellos de gravedad, desatando de inmediato la condena de la Unión Europea (UE) y de Estados Unidos. El jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, denunció en Twitter "el uso desproporcionado de la fuerza", mientras que Estados Unidos deploró la "represión de derechos" de los rusos. Francia se declaró "muy inquieta ante la deriva autoritaria" del poder ruso, mientras la ONG Amnistía Internacional acusó al Kremlin de haber "golpeado sin discernimiento y detenido en forma arbitraria" a los manifestantes.
Following unfolding events in #Russia with concern. I deplore widespread detentions, disproportionate use of force, cutting down internet and phone connections. We will discuss on Monday next steps with EU Foreign Ministers #FAC&— Josep Borrell Fontelles (@JosepBorrellF) January 23, 2021
En detención provisoria y blanco de varios procesos judiciales, Alexei Navalny (44 años) fue detenido el 17 de enero cuando regresó de Alemania tras cinco meses de convalecencia, después de ser envenenado con una substancia neurotóxica militar, similar al Novitchok, producida por los servicios secretos de la ex URSS. Su llamado a manifestar estuvo acompañado con el video de una investigación realizada por su equipo —visionado más de 70 millones de veces desde el martes en YouTube— en el cual el principal opositor ruso acusa a Putin de haberse hecho construir un fastuoso palacio privado al borde del mar Negro valuado en más de 1.000 millones de euros.
Por primera vez, las célebres investigaciones anti-corrupción de Navalny no denuncian a un miembro del círculo cercano al jefe del Kremlin, sino al presidente mismo. Situado en un territorio que era propiedad del Estado, 39 veces más grande que el principado de Mónaco, custodiado por el FSB —ex KGB—, la construcción del palacio de Putin requirió testaferros y montajes que incluyen sociedades offshore y fundaciones con fines caritativos.
En su video, Navalny muestra todo. Pero en particular presenta a ese edificio como un monumento al putinismo megalómano y la captación mafiosa del Estado por parte de los allegados al presidente. Hombres convertidos en los dueños de Rusia y que, a través de empresas públicas que controlan, financiaron ese edificio, que por el momento costó 1.100 millones de euros y que Navalny califica de "mayor soborno de la historia".
El poder desestabilizador de semejante film es gigantesco. Pero el poder ruso ha demostrado que no tiene intenciones de perdonar ninguna de las afrentas de Navalny, comenzando por haber sobrevivido, y por el apoyo de las capitales occidentales.
Aleksei Navalny is a prisoner of conscience and his detention is arbitrary and politically motivated. He must be released immediately and unconditionally.Sign the petition now.https://t.co/jlO67lRONU&— Amnesty International (@amnesty) January 23, 2021
El verdadero castigo del opositor será conocido a comienzos de febrero, cuando se realicen las audiencias que podrían enviarlo a la cárcel por al menos tres años. Según fuentes diplomáticas occidentales en Moscú, el FSB habría puesto la mano sobre el caso, lo que anuncia una dura respuesta. Por su parte, Putin se guarda muy bien de mostrarse frente a un adversario "tan insignificante".
De esa feroz pulseada entre ambos hombres, ¿Qué piensan los rusos? Teniendo en cuenta que la mitad de ellos se informa a través de los medios estatales, nada permite presagiar una sublevación popular masiva contra el poder. En diciembre de 2020, un sondeo del instituto Levada mostraba que 49% de los rusos consideraba el envenenamiento de Navalny como una simple "puesta en escena" o una "provocación" de los servicios de inteligencia occidentales.
Pero, al mismo tiempo, la resistencia frente al régimen que protagoniza el opositor suscita un interés cada vez mayor. La noche de su regreso, 500.000 personas seguían en el sitio FlightRadar el vuelo del avión, que fue desviado por las autoridades de un aeropuerto a otro.
Navalny sigue contando con que "la calle" lo ayude a ganar ese combate formidablemente desequilibrado que lo opone a Vladimir Putin. Su apuesta es que al menos una parte de los rusos dejen de conformarse con asistir como simples espectadores a esa lucha sin cuartel. "No obstante, la capacidad de movilización de la oposición, sin hablar de sus chances de ganarle al poder, es muy incierta", afirma la politóloga Tatiana Stanovaya, del Carnegie Moscow Center.
Desde 2017 el clima cambió en Rusia. La represión aumentó y el miedo es un elemento importante. "La creencia en la posibilidad de un cambio retrocedió ante el marasmo social y político, y hay una indiferencia cada vez mayor por la cosa pública", agrega.
Navalny, que sabía lo que le esperaba al regresar a Rusia, no tiene intenciones de darse por vencido. Según explicó, volver "fue una decisión racional". "Me niego a aceptar la arbitrariedad y callarme frente a la mentira. En esto no hay ni espíritu de sacrificio ni fatalismo", escribió el 21 de enero en Instagram.
Después de la difusión de ese mensaje, fue aislado y privado del derecho de comunicar con el exterior o recibir correo.
El mismo día, la justicia ordenó a las redes sociales bloquear los llamamientos a manifestar, a riesgo de pagar multas exorbitantes. Al mismo tiempo, muchos aliados de Navalny fueron detenidos en forma preventiva y encausados ante la justicia criminal
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