Narcotráfico y geopolítica: la compleja y oscura trama que vincula al negocio de las drogas y las relaciones de los países
La fenetilina, considerada “la droga de los jihadistas”, fue hallada en los bolsillos de los terroristas que atacaron Israel y es un narcótico producido en Siria, donde se convirtió en la principal fuente de ingresos, pero también, de tensiones regionales; los casos del fentanilo, la cocaína y la heroína
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Los combatientes de Hamas tenían una “alegría loca en los ojos, como si estuvieran idos” mientras iban de casa en casa asesinando y secuestrando personas el 7 de octubre, describió un testigo que sobrevivió a la masacre del kibutz Be’eri a The New Yorker. Pareciera que la fuente de ese estado de euforia habría sido la fenetilina, una combinación química de anfetamina y teofilina, más popularmente conocida como Captagon —por el nombre de una de sus marcas comerciales—. Según el ejército israelí, pastillas de este narcótico fueron halladas en los bolsillos de muchos de los milicianos que perpetraron el sanguinario ataque.
Captagon es el nombre de la droga que encontramos en los cuerpos de los terroristas de #Hamas. La misma que usaba el Estado Islámico, aún cuando el islam lo prohibe. Fue utilizada para cometer las atrocidades en el marco de la invasión de 7/10.
— Roni Kaplan (@CapitanKaplan) October 19, 2023
No es casualidad que la fenetilina haya terminado en manos del grupo islamista palestino. Su presencia en la región no es nueva; su propagación puede rastrearse hasta 2006, cuando la milicia chiita Hezbollah comenzó a producirla a gran escala a lo largo de la frontera con Siria para renovar sus lánguidas finanzas después de la Segunda Guerra del Líbano. Se volvió especialmente popular unos años más tarde entre los soldados de Estado Islámico (EI) durante la guerra civil siria por su capacidad para inhibir el miedo, mitigar el dolor y eliminar la fatiga.
“La droga de los jihadistas”, la llaman algunos.
El comercio del Captagon pronto se convirtió en la mayor fuente de ingresos del devastado país, que concentra el 80% de la producción mundial de este estupefaciente, lo que equivale a un valor de 59.000 millones de dólares, más que las ganancias anuales de todos los cárteles mexicanos, según un estudio del Newlines Institute for Policy and Strategy. La política siria y el narcotráfico se han entrelazado hasta el punto de que se catalogó a Siria como un narco-estado e incluso se ha acusado al hermano menor del presidente Bashal al-Assad, Maher al-Assad, quien comanda la Cuarta División del ejército sirio, de tener un rol significativo en la supervisión de la producción, distribución, comercio y ganancias de dicho narcótico.
Esto, por supuesto, ha traído enormes consecuencias en la geopolítica de Medio Oriente. Por ejemplo, Jordania y Arabia Saudita, dos de las naciones más afectadas por la crisis de la fenetilina, han adoptado políticas completamente opuestas para combatir el problema. Amán, que había sido uno de los primeros gobiernos en mostrar signos de reconciliación con el bastardeado régimen de Al-Assad, aumentó las incautaciones y endureció los controles en la frontera provocando un rápido deterioro en las relaciones bilaterales con Siria. Las tensiones han crecido a tal punto que explotaron en forma de violencia física al menos tres veces este año; en mayo, la fuerza aérea jordana mató al infame traficante Marai al-Ramthan, conocido como el “Pablo Escobar de Siria”; en junio, el ejército derribó un dron que transportaba fenetilina a través de la frontera; y en septiembre, bombardeó un edificio que albergaba una fábrica de drogas en la provincia siria de Deraa.
⚡ El príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed bin Salmán, le da la bienvenida al presidente sirio Bashar al Assad en la ceremonia de apertura de la Cumbre de la Liga Árabe pic.twitter.com/UKpKcinUUe
— RT en Español (@ActualidadRT) May 19, 2023
Por el contrario, Arabia Saudita ha utilizado la lucha contra la fenetilina como una prerrogativa para el acercamiento. En este sentido, el gobierno sirio ha llevado a cabo una serie de incautaciones para mostrar su buena predisposición a mejorar las relaciones con los sauditas y otras petromonarquías. Así es como el régimen de Al-Assad ha capitalizado el dilema del Captagon como un arma diplomática en las negociaciones con los países del Golfo, especialmente en el contexto de su readmisión a la Liga Árabe, 12 años después de la suspensión de su membresía.
Fentanilo
Por la reciente guerra en Israel, el Captagon se ha convertido en el ejemplo más fresco de la intrínseca dinámica entre geopolítica y narcotráfico. Sin embargo, el caso más resonante de los últimos años y más ilustrativo de dicha relación es el del fentanilo.
“La crisis del fentanilo, que mata aproximadamente a 300 estadounidenses cada día, tiene sus raíces en la competencia y los desentendimientos entre los dos países más poderosos del mundo: Estados Unidos y China”, dice a LA NACION Vanda Felbab-Brown, una reconocida experta estadounidense en crimen organizado.
Felbab-Brown explica que los traficantes chinos aprovecharon la crisis de los opioides en Estados Unidos para introducir el fentanilo en el país y que las diferentes perspectivas de política exterior entre ambas naciones han resultado en una completa falta de cooperación y, por lo tanto, en la incapacidad total para frenar el tráfico.
“Estados Unidos piensa que puede incrementar su competencia con China en ciertas áreas, como seguridad, tecnología y economía, y mantener la cooperación en otras, como el narcotráfico, mientras que China, por el contrario, sólo está dispuesta a ayudar en este ámbito si Estados Unidos ofrece algo jugoso a cambio”, señala la experta de la Institución Brookings. “Algo que hasta ahora Washington no ha estado dispuesto a hacer”, añade.
Durante el gobierno de Trump hubo un breve avance. Pekín dio señales de solidaridad al encarcelar a varios narcotraficantes y productores de fentanilo, e incluso en 2019 prohibió la producción, venta y exportación de todas las drogas de la clase del fentanilo a menos que se emitieran licencias gubernamentales especiales, un paso absolutamente significativo. Lo cierto es que China esperaba que Estados Unidos le devolviera el favor con ciertas concesiones en el ámbito comercial. Como esto jamás sucedió, pronto perdió cualquier incentivo para garantizar el cumplimiento de las nuevas normativas, que lo único que generaron fue un cambio en el flujo de la droga. En lugar de enviar el producto terminado por correo directamente a Estados Unidos, los traficantes chinos comenzaron a exportar precursores de fentanilo a Canadá y principalmente México, en donde los cárteles de Sinaloa y de Nuevo Jalisco asumieron el rol de finalizar el producto, muchas veces mezclándolo con cocaína, y traficarlo a territorio norteamericano por sus rutas habituales.
Esto sumó un desafío adicional para Estados Unidos: lograr la cooperación con el gobierno mexicano, una empresa en la que también falló rotundamente y en la que no hay perspectivas de progreso, señala Felbab-Brown, sobre todo desde que Washington condenó a principios de año a Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública de México, de cinco cargos vinculados al tráfico de drogas. En abril, el presidente Andrés Manuel López Obrador, pareció mostrar algunos signos positivos al enviar una carta a su homólogo chino, Xi Jinping, para solicitar apoyo para controlar el envío de fentanilo, no sin antes quejarse sobre la “manera falaz e irresponsable en que algunos senadores de Estados Unidos han culpado a México de la desgracia que padecen”. Los escasos esfuerzos, sin embargo, quedaron enterrados con la respuesta de Pekín: “Estados Unidos debe afrontar sus propios problemas”.
AMLO envío unq carta al presidente de #China, Xi Jinping para pedirle su apoyo contra el tráfico de fentanilo pic.twitter.com/lvah4WBrC4
— Hannia Novell نوفيل (@HanniaNovell) April 4, 2023
A pesar de que el presidente Joe Biden se reunirá con Xi este mes, con la lucha contra el fentanilo como una prioridad en la agenda, la experta de la Institución Brookings no espera ver avances significativos en el corto plazo. “Es muy simple: la limitación para la cooperación con China es la rivalidad. En el caso de México, hay múltiples obstáculos: asuntos económicos, la migración irregular, la falta de una política contundente del gobierno de López Obrador hacia los criminales”, argumenta.
Cocaína
La concentración de recursos en el combate del fentanilo ha provocado una disminución de la atención estratégica que Estados Unidos tradicionalmente ha prestado al tráfico de drogas en América Latina, especialmente de cocaína, sostiene en diálogo con LA NACION Jerry McDermott, director de Insight Crime.
“América del Sur está produciendo más cocaína que nunca”, asegura el experto y añade que “dado que todos los puertos y puntos de salida de Colombia están ahora fuertemente vigilados, la cocaína se ha filtrado por toda la región, hasta el sur, a la Argentina, Paraguay y Chile, en busca de un punto de salida seguro”.
Según el último informe de la Oficina de las Naciones Unidas contra la Droga y el Delito (Unodc, por sus siglas en inglés), “el cultivo de coca se disparó un 35% de 2020 a 2021, una cifra récord y el aumento interanual más pronunciado desde 2016″. El suministro mundial de cocaína se origina en su totalidad “prácticamente” en América del Sur, específicamente en Colombia, Bolivia y Perú, mientras que otras naciones han “diversificado las rutas de transporte de la droga a través del cono sur del continente”, señala el reporte.
McDermott alega que el debilitamiento de la posición de Washington ha contribuido a un menor nivel de cooperación internacional para combatir el narcotráfico. “Cuando Colombia y México cooperan menos, y Bolivia y Venezuela no cooperan en absoluto, es difícil para Estados Unidos forjar una política antidroga regional eficaz”, asegura.
A esto se suma que los narcotraficantes siguen siendo capaces de operar entre las lagunas de la cooperación internacional y aprovecharse de la inestabilidad política y la depresión económica que atormentan a América Latina desde hace años.
Heroína
Sorprendentemente, algo contrario a lo que sucede en América está sucediendo en Afganistán, en donde los talibanes, un grupo que pudo tomar el poder en 2021 en parte gracias a las enormes ganancias provenientes del tráfico de opio, el ingrediente clave de la heroína, anunciaron con gran pompa el año pasado que renunciaban al negocio de las drogas.
Por un decreto, que entró en vigor este año, el líder supremo talibán, Haibatullah Akhundzada, prohibió el cultivo de amapola —de donde se extrae el opio— y advirtió que cualquier persona que violara la prohibición sería sancionada según la ley Sharia y su cosecha sería destruida. La simple medida alcanzó un éxito que ni Estados Unidos ha logrado después de invertir miles de millones de dólares en sus políticas antidrogas. Las imágenes satelitales de la firma británica Alcis sugieren una reducción de la producción del 80% en comparación con 2022.
El tiempo que pasó entre el anuncio y la entrada en vigor del decreto hizo que los precios del opio se dispararan, lo permitió a los agricultores triplicar sus ingresos, pasando de 425 millones de dólares en 2021 a 1400 millones en 2022. Pero William Byrd, experto en Afganistán del US Institute of Peace, advirtió en diálogo con este medio que ese colchón pronto se desvanecerá y el efecto para la ya desolada economía del país será devastador. Por lo que cuestionó que el régimen talibán, sin planes claros de desarrollo, pueda mantener la vigencia de la medida por mucho tiempo sin enfrentar una creciente resistencia de la población.
Al mismo tiempo, según señaló la Unodc en un reporte publicado en septiembre de este año, Afganistán se ha convertido en el fabricante de metanfetaminas de más rápido crecimiento en el mundo y las incautaciones de la droga proveniente de se país se incrementaron casi 12 veces en apenas cinco años, pasando de 2,5 toneladas en 2017 a 29,7 toneladas en 2021, y han alcanzado a países de la Unión Europea, el Medio y Cercano Oriente, Asia suroriental y África oriental.
La expansión del tráfico de ese estupefaciente da cuenta de la aceleración en la fabricación de metanfetaminas y un posible viraje de los mercados de drogas ilícitas del país.
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