Murió Madeleine Albright, la primera secretaria de Estado y un pilar de la diplomacia de EE.UU.
Fue una de las caras visibles de la política exterior estadounidense durante la post Guerra Fría
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WASHINGTON.- Madeleine Albright, la primera mujer en encabezar el Departamento de Estado de Estados Unidos, falleció de cáncer hoy a los 84 años, según confirmó su familia en un comunicado difundido en sus redes sociales.
“Ella estuvo rodeada de su familia y amigos”, señala el anuncio. “Perdimos a una amada madre, abuela, hermana, tía y amiga”.
Below is a statement from the family of @Madeleine: pic.twitter.com/C7Xt0EN5c9
— Madeleine Albright (@madeleine) March 23, 2022
El expresidente Bill Clinton eligió a Albright como la principal diplomática de Estados Unidos en 1996, y se desempeñó en ese cargo los últimos cuatro años de la administración Clinton.
Nacida en la entonces Checoslovaquia, llegó a los Estados Unidos como refugiada en 1948, tras huir de los nazis durante la Segunda Guerra Mundial. Esto le impidió presentarse en elecciones para alcanzar la presidencia.
Antes de ser designada en el cargo de secretaria de Estado, puesto que ocupó entre 1997 y 2001, había sido designada embajadora de Estados Unidos ante las Naciones Unidas en 1993. Mantuvo el cargo por cuatro años, promoviendo activamente la expansión de la OTAN y la intervención militar en Kosovo, al tiempo que buscó reducir la proliferación de armas nucleares.
Línea dura
Albright presionó para que se adoptara una línea más dura contra los serbios en Bosnia. Sin embargo, durante el primer mandato del presidente Clinton, muchos de los principales expertos en política exterior del gobierno recordaron vívidamente cómo Estados Unidos se empantanó en Vietnam y estaban decididos a no repetir ese error en los Balcanes.
Insistía en un “internacionalismo musculoso”, dijo James O´Brien, asesor senior de Albright durante la guerra de Bosnia, ya que quería que Estados Unidos fuera una potencia que usara su influencia. Tal es así, que en una oportunidad molestó a un jefe del Pentágono al preguntarle por qué los militares mantuvieron a más de un millones de hombres y mujeres en armas si nunca las usaron.
Al principio del gobierno de Clinton, en un momento en que abogaba sin éxito por una respuesta más rápida y más fuerte en Bosnia, Albright respaldó un tribunal de crímenes de guerra de la ONU que eventualmente encarceló a los arquitectos de esa guerra, incluido el presidente serbio Slobodan Milosevic y los líderes serbobosnios, dijo O’Brien.
“Estos no son ´cojones´, esto es cobardía”, sentenció en una oportunidad en 1996 cuando aviones de combate cubanos derribaron a dos aviones desarmados con base en Estados Unidos.
En 2000 protagonizó la primera visita de un representante de la Casa Blanca a Corea del Norte, tras la guerra en la península entre 1950 y 1953, en un intento por frenar las aspiraciones nucleares del por entonces gobierno de Kim Jong-Il.
Ícono del feminismo y defensora de los derechos humanos
Albright siguió hablando con franqueza a lo largo de los años. Tras dejar su cargo, criticó al presidente George W. Bush por utilizar “el choque de la fuerza” en lugar de las alianzas para fomentar la diplomacia y dijo que Bush había alejado a los líderes árabes moderados y creado la posibilidad de una peligrosa ruptura con los aliados europeos.
En 2012, el entonces presidente Barack Obama le concedió la Medalla de la Libertad, el mayor honor civil de Estados Unidos, por ser considerada una inspiración para todos los estadounidenses y cuya erudición hacía del mundo un lugar más pacífico.
Albright, a quien su familia calificó como una “incansable defensora de la democracia y de los derechos humanos”, seguía activa a pesar de su enfermedad. Dictaba clases en la escuela del servicio exterior de la Universidad de Georgetown, presidía la firma Albright Stonebridge Group, y colaboraba en medios como The New York Times, donde hace un mes atrás opinó sobre la guerra en Ucrania.
Al respecto publicó: “Ucrania tiene derecho a su soberanía, independientemente de quiénes sean sus vecinos. En la era moderna, los grandes países lo aceptan, y así debe hacerlo Vladimir Putin”.
Albright se convirtió en un ícono para una generación de mujeres jóvenes que buscaban inspiración en su búsqueda de oportunidades y respeto en el lugar de trabajo.
“Hay un lugar especial en el infierno para las mujeres que no se ayudan entre sí”, le gustaba decir.
Agencias AP y ANSA y Reuters
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