Murió Katharine Graham, una leyenda del periodismo
Fue directora de The Washington Post
Katharine Graham, la mujer que condujo al diario The Washington Post a la cumbre de la excelencia periodística, falleció ayer a los 84 años.
Su muerte fue producto de un golpe en la cabeza que sufrió el sábado último al tropezarse y caer sobre una vereda de cemento en Sun Valley, Idaho, donde participaba de una reunión de empresarios.
Durante tres décadas como editora del Post, entre 1963 y 1993, Graham protagonizó dos hitos en la historia del periodismo norteamericano, la publicación de los llamados Papeles del Pentágono y el escándalo de Watergate.
Al mismo tiempo cuadruplicó la circulación del Post y multiplicó por 20 sus ganancias, convirtiéndolo en el pilar de uno de los imperios periodísticos más exitosos de los Estados Unidos. El holding posee, además del periódico insignia, la revista Newsweek, mitad del diario International Herald-Tribune, de París, la empresa de Internet Digital Inc., dos canales de televisión y una editorial, entre otros emprendimientos.
"La excelencia periodística y el éxito empresarial van de la mano. Traté de asegurarle a Wall Street que no soy una loca, interesada solamente en temas editoriales y en asumir riesgos periodísticos, sino que también me interesaba en cómo se maneja este negocio", escribió Graham en su descarnada autobiografía, "Personal History", que en 1998 recibió el premio Pulitzer de literatura.
Legendaria por su corajuda defensa de la libertad de prensa, en 1971 pasó a la historia cuando, contrariando el consejo de los abogados del diario, se animó a publicar junto con The New York Times, una serie de documentos secretos del Pentágono que detallaban la campaña de engaños del gobierno norteamericano para justificar su intervención armada en Vietnam.
En 1972 Graham apoyó las investigaciones de dos jóvenes cronistas de la sección policiales, Bob Woodward y Carl Bernstein, que a partir de un intento de robo de las oficinas del partido demócrata en el edificio de Watergate, descubrieron que el presidente Richard Nixon había formado un equipo para espiar y desprestigiar a sus oponentes políticos. Gracias a la cobertura casi solitaria del Post del escándalo de Watergate, Nixon debió renunciar en agosto de 1974.
Tanto con la publicación de los Papeles del Pentágono como con los artículos de Watergate, Graham sufrió una enorme presión de la Casa Blanca, incluyendo acusaciones criminales por violar leyes antiespionaje y amenazas explícitas de perder las licencias de sus canales de televisión. Durante la cobertura de Watergate, las acciones del diario cayeron a la mitad.
Pero la revindicación no tardó en llegar: en 1973 la Corte Suprema de los Estados Unidos avaló la publicación de los Papeles del Pentágono y, dos años más tarde, el Post recibió el premio Pulitzer al servicio público por su cobertura de Watergate.
A partir de entonces, el Washington Post se convirtió en un símbolo mundial del periodismo de investigación, tradición que mantuvo el hijo de Katharine, Donald, al asumir la dirección en 1993.
En la sala de reuniones editoriales del diario aún hoy cuelga la plancha tipográfica de la tapa del diario que anuncia la renuncia de Nixon y, a su lado, un póster autografiado por su sucesor, Gerald Ford, cuya dedicatoria dice textualmente: "Les debo mi trabajo a ustedes".
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Katharine Meyer Graham nació en Nueva York el 16 de junio de 1917. Su padre, Eugene Meyer, era un banquero muy exitoso, hijo de inmigrantes judíos que llegó a ser director de la Reserva Federal y presidente del Banco Mundial.
De los cinco hermanos Katharine fue la única en interesarse en el periodismo. Tras recibirse en la Universidad de Chicago en 1938, se fue a trabajar de reportera al diario San Francisco News por un salario de 24 dólares por semana. Al año siguiente se pasó al Post a pedido de su padre, que había comprado el periódico en 1933.
Se casó en 1940 con un brillante abogado llamado Phil Graham, que condujo el diario desde 1948 hasta su trágico suicidio en 1967.
Fue una mujer modesta, sencilla, directa, que sabía recibir consejos y rara vez alzaba la voz. Aún después de su retiro se tomaba el trabajo de conocer a cada uno de los periodistas del diario.
Quizás el mayor legado que dejó Katharine Graham fue el apoyo a rajatabla que brindó a sus periodistas y editores.
"Watergate, sin duda, fue el hecho más importante de mi carrera profesional, pero mi participación fue más bien periférica, rara vez directa", Graham escribió con su característica modestia. "Yo casi siempre actuaba detrás de la escena, como una especie de abogada del diablo, preguntando todo el tiempo, preguntando si éramos justos, sin nos remitíamos a los hechos, si la información era precisa."
En la Argentina
- En 1995 Katharine Graham visitó la Argentina con su acostumbrado bajo perfil. Su empresa acababa de perder una licitación de telefonía celular y ella tenía dudas sobre la transparencia del proceso, que planteó ante el ministro de Economía, Domingo Cavallo. Cavallo la invitó a participar en otra licitación. Graham accedió, pero los pliegos cambiaron y el Post perdió otra vez.