Murió José Eduardo dos Santos, que gobernó con mano de hierro Angola durante 38 años
Tenía 79 años y estaba internado en una clínica de Barcelona; su gobierno estuvo marcado por la corrupción y acusaciones de nepotismo; una de las hijas está considerada como la mujer más rica de África
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LUANDA.- El expresidente de Angola José Eduardo dos Santos murió el viernes por la mañana a los 79 años en una clínica de Barcelona, donde estaba hospitalizado desde el 23 de junio tras un paro cardíaco, anunció el gobierno de su país en Facebook. Dos Santos gobernó Angola con mano de hierro durante 38 años -entre 1979 y 2017- y fue uno de los mandatarios africanos que permaneció durante más tiempo en el poder.
Su largo periodo de gobierno estuvo marcado por altos niveles de corrupción y acusaciones de nepotismo, en tanto que la familia de Dos Santos ha sido blanco de varias investigaciones judiciales en Angola, el segundo mayor productor de petróleo de África.
En mayo de 2012, la entonces presidenta Cristina Kirchner viajó a Angola, donde encabezó una misión comercial junto a 400 empresarios para estrechar lazos económicos con el país africano, gobernado en ese momento por José Eduardo dos Santos.
“El gobierno angoleño informa con gran dolor y consternación el fallecimiento” de Dos Santos, rezaba un breve mensaje en Facebook, en el que se explicaba que el expresidente murió por la mañana (hora local).
El Ejecutivo angoleño “se inclina con el mayor respeto y consideración” ante esta figura “histórica” que “gobernó con claridad y humanismo el destino de la nación angoleña durante años muy difíciles”, añadió el comunicado.
Se decretaron cinco días de duelo nacional a partir del sábado para honrar su memoria.
A principios de semana, una de sus hijas, Tchizé dos Santos, presentó una denuncia ante la policía por un presunto intento para acabar con la vida de su padre.
La “hija del expresidente de Angola José Eduardo dos Santos, quien se halla hospitalizado en la clínica Teknon de Barcelona en coma inducido, ha presentado una denuncia para que se investigue la presunta comisión de los delitos de homicidio en grado de tentativa”, informaron los dos despachos de Barcelona que asesoran a la hija del exmandatario.
Tchizé dos Santos apuntó como responsables del deterioro de la salud de su padre a su mujer, Ana Paula, y a su médico personal, según fuentes de su defensa.
Tras gobernar la excolonia portuguesa durante 38 años, Dos Santos designó sucesor en 2017 a su exministro de Defensa, Joao Lourenço. Quien fuera su leal aliado, sin embargo, lanzó una campaña para recuperar los millones de dólares que supuestamente habría desviado Dos Santos para enriquecer a su familia.
Una de las hijas de Dos Santos, Isabel, está considerada como la mujer más rica de África y algunos de sus hijos participaban también de lucrativos negocios en este país de 33 millones de habitantes que, pese a sus importantes reservas petroleras, es uno de los más pobres del continente.
La investigación periodística de los llamados “Luanda Leaks”, con unos 700.000 documentos, expuso un entramado de sociedades pantalla, empresas en paraísos fiscales y favores políticos que hicieron de Isabel dos Santos la mujer más rica de África.
El expresidente fue uno de los gobernantes más longevos de África. Se unió al Movimiento Popular para la Liberación de Angola (MPLA), cuando aún Angola era colonia portuguesa. Se convirtió en hombre de confianza del primer presidente de la Angola independiente, Agostinho Neto, que murió en 1979, cuatro años después de la proclamación de la independencia.
Dos Santos recogió el cetro y se instaló en el poder. Desde allí dirigió la evolución de su país, tan atado a su persona. Dirigió el Ejército durante la guerra civil, en uno de los conflictos más sangrientos y largos del continente africano (1975-2002).
En público, dos Santos era modesto e incluso a veces parecía tímido, pero él era un operador astuto tras bastidores. Mantuvo un estricto control sobre el palacio presidencial en Luanda, la capital del país del sur de África, mediante la distribución de la riqueza de Angola entre sus generales del ejército y sus rivales políticos para asegurar su lealtad.
Degradó a cualquiera que percibiera que estaba ganando un nivel de popularidad que podría amenazar su mando. El mayor enemigo de Dos Santos durante más de dos décadas fue Jonas Savimbi, líder de los rebeldes UNITA, cuya insurgencia guerrillera posterior a la independencia luchó con el objetivo de expulsar al partido de dos Santos, el Movimiento Popular de Liberación de Angola (MPLA, por sus siglas en portugués).El MPLA contó con el apoyo financiero de la Unión Soviética y el apoyo militar de Cuba en su guerra contra la UNITA. Savimbi fue respaldado por Estados Unidos y Sudáfrica.
La guerra duraría, con breves períodos de paz mediada por la ONU, hasta 2002, cuando el ejército finalmente localizó a Savimbi en el este de Angola y lo mató.
Dos Santos abandonó abruptamente sus políticas marxistas después del colapso de la Unión Soviética a principios de la década de 1990. Se acercó más a los países occidentales, cuyas compañías petroleras invirtieron miles de millones de dólares, principalmente en exploración en alta mar.
Sus seguidores elogiaron su capacidad para adaptarse a las circunstancias cambiantes. Sus críticos lo consideraron un político sin escrúpulos.En 2004, el entonces presidente estadounidense George W. Bush invitó a Dos Santos a la Casa Blanca, en momentos en que Estados Unidos buscaba reducir su dependencia del petróleo de Medio Oriente. Angola se convirtió en el segundo mayor productor de petróleo del África subsahariana después de Nigeria, produciendo cerca de 2 millones de barriles por día. También extraía más de mil millones de dólares en diamantes al año.Sin embargo, la riqueza nunca llegó al pueblo angoleño, que durante y después de la guerra civil estuvo en peligro debido a grandes zonas de campos minados no mapeados.
Sus ciudadanos tenían poco acceso a servicios básicos, como agua corriente o caminos. La educación y la atención médica eran, y siguen siendo, escasas.Más de 4000 millones de dólares en ingresos petroleros desaparecieron de las arcas estatales angoleñas entre 1997 y 2002, denunció la organización Human Rights Watch en un informe de 2004, basado en un análisis de cifras del Fondo Monetario Internacional.
Agencias AFP y AP
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