Murió Idi Amin, uno de los dictadores más sanguinarios de Africa
Presidió Uganda desde 1971 hasta 1979
KAMPALA (DPA).- El ex dictador ugandés, Idi Amin, murió ayer a los 78 años en un hospital de Arabia Saudita tras pasar varias semanas en como por una falla renal. Fue inhumado horas más tarde en ese país, pese a su voluntad de ser sepultado en su Uganda natal, cuyo gobierno se negó a ofrecerle un funeral de Estado.
Expulsado del poder en 1979 por tropas de Tanzania, Amin murió en un hospital de Jeddah, luego de décadas de exilio anónimo que contrastan con el estilo extravagante que caracterizó a su sanguinario régimen.
En Uganda, la reacción fue tranquila y silenciosa pese a que el odio hacia Amin persiste. Mientras los diarios lanzaban ediciones especiales, el presidente Yoweri Museveni calificó la muerte de Amin de "buena" noticia.
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Ningún remordimiento, "sólo nostalgia". Eso decía sentir el ex dictador de Uganda Idi Amin, según dijo en una entrevista hace seis años, al repasar su vida. Una intensa vida en la cual procreó 43 hijos, pero también torturó y asesinó a entre 150.000 y 300.000 personas mientras gobernó su país, de 1971 a 1979.
Era poco probable que hasta ayer, cuando el llamado "carnicero de Africa" murió en el exilio, ese sentimiento hubiera cambiado. Difícil de creer en un hombre que alguna vez alardeó de haber abandonado el canibalismo porque la carne humana le parecía demasiado salada.
"¿Nostalgia de qué?", le repreguntó el periodista italiano Riccardo Orizio. "De cuando era un oficial sin cargo que luchaba contra los mau mau en Kenya y todos me respetaban", respondió Amin al evocar los comienzos de su carrera, en la década del 50.
"Era fuerte como un toro -recordó-, un buen soldado del ejército británico. El terror de los mau mau."
Pronto llegó a ser general, y el terror de muchos otros. Y no sólo por su peso (más de 100 kilos) y su estatura (1,96 metro), ni porque fuera campeón de boxeo (desde 1951 hasta 1960). Sino, sobre todo, porque su humor solía cambiar bruscamente de la simpatía de un bufón a la tiranía más absoluta.
A tal punto que nunca ocultó su admiración por Adolf Hitler y se deshizo de enemigos políticos y de potenciales opositores con métodos que impresionarían hasta al propio Stalin.
Las cabezas de algunos de sus adversarios aparecieron en los frigoríficos de la residencia presidencial cuando Amin fue expulsado del poder, y se dice que comió varios hígados de sus víctimas, siguiendo una tradición de guerreros que consumían vísceras de sus rivales para apropiarse de su valor.
El "lord de todas las bestias"
Menos detalles se conocen de su infancia. La versión oficial indica que nació en una pobre familia musulmana de Koboko (noroeste de Uganda), en 1925, pero no existen registros de la época que lo confirmen. Un humilde origen que contrasta con el ambicioso título de "lord de todas las bestias de la tierra y los peces del mar y conquistador del imperio británico en Africa en general y Uganda en particular", que Amin se autoatribuyó al llegar a la cima de su carrera.
Demasiadas cosas ocurrieron en el medio. En 1946, cuando Uganda aún era una colonia británica, se alistó en el ejército "para escapar del hambre", según él mismo aseguró.
Fue allí donde habría adquirido su famoso apodo Dada, cuando un oficial lo encontró con dos mujeres en su habitación del cuartel. Como el reglamento sólo permitía tener una esposa, Amin aseguró que una de ellas era su esposa y otra su hermana mayor, o "dada", en idioma swahili.
Amin se convirtió en uno de los dos ugandeses ascendidos a oficiales antes de la independencia de su país, en 1962, y, más tarde, en íntimo colaborador del entonces presidente, Milton Obote, que ignoró las acusaciones de tortura que ya cargaba sobre sus espaldas y lo ascendió hasta ponerlo, en 1966, al frente de las fuerzas armadas.
Sin embargo, la confianza entre ambos disminuía a medida que crecía el poder del protegido. Así, a fines de 1970, Amin fue relegado a un puesto administrativo y comenzó a ser investigado por acusaciones de corrupción. Temiendo ir a prisión, en enero de 1971 encabezó un golpe de Estado, tras el cual se autodeclaró presidente de Uganda y jefe de las fuerzas armadas. Como si eso fuera poco, más tarde se autonombraría "presidente vitalicio".
Muerte y expulsión
Una de las primeras medidas de gobierno del "gran papá" fue ordenar ejecuciones masivas de tropas que creía fieles a Obote.
Luego, mientras instauraba un régimen militar y devastaba la economía, lanzó una campaña contra tribus rivales -en la que fueron asesinadas 300.000 personas- y expulsó del país a 50.000 indios y paquistaníes -a los que acusó de monopolizar el comercio y la agricultura, que más tarde distribuyó entre parientes y amigos-.
Su política exterior no fue menos drástica: se declaró enemigo de Gran Bretaña y Estados Unidos, rompió relaciones con Israel y se acercó a Libia y a los palestinos. Su relación con estos últimos fue tan cercana que el líder Yasser Arafat fue padrino de su quinta y última boda, en 1975.
Al año siguiente, en un hecho que hizo que su nombre se convirtiera en sinónimo de horror en el nivel mundial, Amin recibió y apoyó abiertamente a un grupo de palestinos que llegó al aeropuerto de Entebbe, en un avión secuestrado de Air France con 258 rehenes a bordo.
Pero el error fatal lo cometería en 1978, cuando decidió atacar Tanzania. La represalia le costó su puesto y lo envío al exilio cuando las tropas vecinas tomaron Kampala, en 1979.
Luego de vivir en Libia e Irak, Amin se instaló en Arabia Saudita, cuyo gobierno hasta le pagaba un sueldo en nombre de la "solidaridad islámica".
Desde allí, donde permaneció hasta el día de su muerte, se supone que el "Calígula africano" enviaba ayuda a las guerrillas musulmanas en Uganda para preparar su ansiado regreso al país.
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