Murió en la cárcel el primer preso político de Ortega: había denunciado al presidente de abusar de una menor
Santos Sebastián Flores Castillo, que acusó al mandatario por la violación de su hermana de 15 años, falleció luego de ocho años detenido
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SAN JOSÉ, Costa Rica.- Santos Sebastián Flores Castillo, el primer preso político del régimen sandinista, murió el lunes a los 52 años en la galería de alta seguridad de la cárcel de Tipitapa, tras permanecer ocho años tras las rejas. El prestigioso Centro Nicaragüense de Derechos Humanos (Cenidh) dio a conocer el fallecimiento, a la vez que exigía al Ministerio de Gobernación y al sistema penitenciario una “investigación exhaustiva que informe de las causas de la muerte”.
Las autoridades del país centroamericano mantuvieron un silencio constante sobre este caso, que estalló ante la opinión pública en 2013. La gravedad de las acusaciones del fallecido, dirigidas directamente contra Daniel Ortega, provocaron su detención: Flores señaló públicamente al presidente por violar a su hermana de 15 años, que además resultó embarazada.
“Estoy encarcelado injustamente porque Daniel Ortega Saavedra me odia a muerte. De gusto, solo porque no estuve de acuerdo con la relación de pareja cuando él convirtió en su mujer a mi hermana Elvia Junieth cuando tenía 15 años”, acusó el preso político ahora fallecido en una carta que consiguió sacar de la cárcel. Una “relación” que habría comenzado en 2005.
Denuncia
Elpidia Castillo, la madre de ambos, Santos y Elvia, corroboró las acusaciones de su hijo desde su exilio en Estados Unidos. Toda la familia huyó del país cuando estalló en escándalo, menos la propia Elvia Junieth, que contrajo matrimonio con un hombre cercano a la pareja presidencial, con el que ha criado al hijo del presidente, según confirmaron a LA NACIÓN fuentes conocedoras del caso.
El Cenidh, que presentó el caso ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, denunció de forma reiterada que Flores sufría torturas sistemáticas, tanto físicas como psicológicas. La Organización Mundial contra la Tortura protestó en su día ante el Ministerio de Gobernación por la denegación de acceso a la Cárcel Modelo de Tipitapa y por la falta de atención médica independiente para el preso.
Los jueces sandinistas condenaron a Santos a 15 años de cárcel por un delito de violación. “El presidente le mandó a prefabricar el supuesto delito de violación que nunca sucedió, con la finalidad de silenciar su voz”, explicó Elpidia Castillo en su denuncia ante el Cenidh. La madre de Santos asegura que a su hijo le practicaban torturas diarias y que recibía amenazas de muerte de los funcionarios, quienes le gritaban que “sólo estamos esperando órdenes superiores”.
Una vez más llueve sobre mojado. Zoilamérica Narváez, hija de Rosario Murillo e hija adoptada por Ortega, denunció a su padrastro por cometer abusos sexuales y violaciones contra ella en el hogar familiar desde que tenía 11 años. El expediente del famoso caso Zoilamérica también reposa en la corte de derechos humanos, tras ser rechazado en los tribunales nicaragüenses. Ella es la única hija que no forma parte del clan familiar creado por los ahora copresidentes de Nicaragua, con todo lo que supone: reparto de poder, negocios petroleros, medios de comunicación, recursos del Estado y demás prebendas entre sus ocho hermanos.
Narváez se encuentra exiliada en Costa Rica, al igual que buena parte de los familiares de presos políticos que en las últimas horas alzaron su voz contra los graves insultos emitidos por Ortega contra los capturados por el régimen sandinista, en especial los siete precandidatos presidenciales. “Nos preocupa que estos nuevos insultos sean interpretados como una ´orden de ejecución´ para que funcionarios policiales y penitenciarios se sientan legitimados para llevar a efecto actos de venganza política contra personas presas”, advirtieron en un comunicado.
La crudeza empleada por el caudillo sandinista durante la celebración de su “triunfo” electoral concitó de nuevo la repulsa contra la dictadura nicaragüense. “Esos que están presos son los hijos de perra de los imperialistas yanquis, se los deberían de llevar para allá porque esos no son nicaragüenses, dejaron de ser nicaragüenses hace rato. No tiene patria”, insultó el mandatario en un momento iracundo casi al final de su alocución.
“Las palabras de Ortega buscan negar la humanidad de sus adversarios políticos y pretenden justificar los abusos cometidos”, subrayaron los familiares, que se encuentran “profundamente preocupados por las eventuales consecuencias del discurso”.
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