Murió Benedicto XVI: “Hablar ahora de una posible renuncia del papa Francisco es absurdo”
Tras el fallecimiento de Ratzinger, el veterano vaticanista español, Antonio Pelayo, habló con LA NACION sobre su legado y el posible impacto sobre el papado del Bergoglio
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ROMA.- Si bien hay sectores que creen que ahora, con la muerte de Benedicto XVI, el papa Francisco podría seguir su ejemplo y renunciar, para el veterano vaticanista español, Antonio Pelayo, corresponsal de Antena Tres, esa hipótesis es “absurda”, tal como subrayó en una entrevista con LA NACION en la que analizó el legado del papa emérito, Joseph Ratzinger.
-¿Empieza otra era con la muerte de Benedicto, papa emérito?
-Acaba un período muy especial que es el de dos papas simultáneos, cosa que no se había producido en muchos siglos, que es una novedad total. Estoy convencido de que Benedicto será revalorizado por la historia. ¿Por qué? Porque tuvo, si queremos decirlo así, la ‘desgracia’ de suceder a Juan Pablo II, gran “globetrotter” del mundo y de ser sucedido por Francisco, que en esto tampoco se queda corto. Entonces, como era un hombre más recogido, más de pensamiento, al que no le gustaba gobernar, como él mismo dijo, ya que no era lo suyo gobernar, eso lo había empequeñecido un poco en la opinión pública, pero el gesto de la dimisión, valiente, audaz, inesperado, eso va a ser su llave para entrar en la historia.
-Hay quien cree que ahora, que ya no hay dos papas, uno jubilado y el otro en funciones, Francisco ya estaría más libre para renunciar: ¿usted qué piensa?
-Libertad para dimitir el papa la tuvo siempre porque el papa es el papa y puede hacer lo que quiere…
-Pero que hubiera dos papas eméritos era impensable…
-Bueno, hay diócesis que han tenido dos eméritos, pero sí, hubiera sido muy especial. Pero creo que hablar ahora, en este momento, de la hipótesis de una posible dimisión de Francisco es una hipótesis absurda. Porque él mismo lo ha dicho: de momento, no piensa dimitir, ni tiene voluntad de dimitir, ni tiene razones para dimitir porque, como él acaba de decir, se gobierna con la cabeza y no con la rodilla. Y además, es evidente para los que lo seguimos todos los días, su actividad es inacabable, es inagotable, no hay día que no reciba cuatro audiencias por la mañana y cuando no son cuatro son seis, o son siete. Y son audiencias complicadas, con nuncios, con embajadores, con primeros ministros, con jefes de Estado. Es decir, es un hombre que está entregado a su tarea, publicación de documentos, de decretos… Eso quiere decir que es un hombre que está todavía en plena forma, aunque tenga unos evidentes problemas de movilidad. Pero yo creo que por eso a él no se le pasa por la cabeza en este momento la hipótesis de dimitir. Si sucediera algo que no se puede prever, como sea un derrame cerebral o un agravamiento rápido de su salud, entonces podría ser. Y podría repetir un gesto que ya se ha hecho, con lo cual sería menos sorprendente, porque Benedicto ha creado ya un precedente.
-Más allá de este precedente, un gesto histórico, ¿qué otra característica señalaría del pontificado de Benedicto?
-En toda la historia de la Iglesia, quizás después de San León Magno, no ha habido ningún otro papa que haya llegado al solio de Pedro con tal información teológica y con una cabeza tan estructurada como este hombre ha demostrado en sus innumerables libros y publicaciones. Es el papa más teólogo de toda la historia de la Iglesia y eso al mismo tiempo ha sido un hándicap porque era un hombre que al mismo tiempo seguía trabajando la teología: escribió tres libros, tres tomos sobre la vida de Jesús, siendo papa, algo que le ha restado capacidad de gobierno y él mismo ha reconocido que lo suyo no era gobernar. Error, porque la persona que tomó esas riendas era el cardenal Bertone (Tarcisio), que no era la persona más indicada para hacerlo. Pero, creo que esa característica de gran mente teológica fue muy importante.
-¿Y la cuestión de su lucha contra el escándalo de los abusos sexuales en el clero?
-Sí. De hecho hay que añadir que él es el hombre que abre los dos frentes: la lucha contra los abusos sexuales, que había sido sofocada por el cardenal (Angelo) Sodano y compañía en tiempos de Juan Pablo II y la lucha por dignificar y arreglar los problemas económicos de la Iglesia. Él es el primero que quiere cambiar el ritmo y la ruta del IOR, el famoso Instituto para las Obras de Religión y nombra a (Ettore) Gotti Tedeschi para esa misión, que fue obligado sin que lo supiera a dimitir para evitar esa limpieza que luego Francisco ha llevado adelante. O sea que en esos dos frentes, la lucha contra los abusos sexuales, la lucha contra la corrupción económica y financiera de la Iglesia, la comienza él. Él es el que crea la Agencia para la Información Financiera y es el que nombra a Gotti Tedeschi para limpiar el IOR.
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