Murió Benedicto XVI: el conmovedor mensaje del papa Francisco sobre el pontífice emérito en el Te Deum
“Solo Dios conoce el valor y la fuerza de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia”, dijo el Santo Padre en sus primeras palabras sobre la muerte de su predecesor
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ROMA.- Al presidir esta tarde la tradicional ceremonia de las vísperas y el Te Deum de fin de año, el papa Francisco, que tuvo su primera aparición pública desde la muerte de su predecesor, Benedicto XVI, tal como se esperaba, pronunció palabras que lo recordaron y elogiaron.
En un sermón que giró en torno al modo que Dios eligió para entrar en el mundo en la historia, de modo esencial, para salvar a la humanidad con libertad y amor, lamentó el fallecimiento de su predecesor.
“Y hablando de gentileza, en este momento el pensamiento va espontáneamente al queridísimo papa emérito Bendicto XVI, que esta mañana nos ha dejado”, dijo.
“Con conmoción recordamos su persona tan noble, tan gentil. Y sentimos con el corazón mucha gratitud: gratitud a Dios por haberlo donado a la Iglesia y al mundo; gratitud a él, por todo el bien que ha hecho y sobre todo por su testimonio de fe y de oración, especialmente en estos últimos años de vida retirada”, agregó.
“Solo Dios conoce el valor y la fuerza de su intercesión, de sus sacrificios ofrecidos por el bien de la Iglesia”, destacó. “Esta noche quisiera volver a proponer la gentileza como virtud cívica, pensando en particular a nuestra diócesis de Roma”, anunció, ante miles de fieles presentes en la Basílica de San Pedro, donde reinaba un clima de pesar.
Los cardenales, obispos, miembros del cuerpo diplomático que asistieron a la última ceremonia del año, en efecto, encontraron en sus asientos una edición de L’Osservatore Romano, el diario de la Santa Sede, con la triste noticia de la muerte: “El Señor ha llamado a sí al papa emérito”, era el titular.
Asistido hasta el final por su secretario privado, el arzobispo alemán Georg Ganswein, y cuatro mujeres consagradas del grupo Memores Domini, del movimiento de Comunión y Liberación, Benedicto, de 95 años, falleció a las 9.34 en el Monasterio Mater Ecclesiae, en los Jardines Vaticanos. Allí vivía desde su clamorosa renuncia, anunciada el 11 de febrero de 2013.
Había sido el papa Francisco, el miércoles pasado, al final de la audiencia general, quien le había anunciado al mundo que Benedicto estaba “muy enfermo” y había pedido rezar por él.
Los últimos días
El vocero papal, Matteo Bruni, en una conferencia de prensa en la que no ocultó estar conmovido –”fue el primer papa al que serví”, confesó, con ojos brillosos-, detalló que el miércoles pasado por la tarde el papa emérito recibió la extrema unción, en una misa que se celebró en su cuarto del primer piso del monasterio.
Personas que estuvieron en los últimos días con Benedicto, que hasta el final estuvo lúcido, contaron que pedía continuamente disculpas “por la molestia que les estoy dando y les di en estos años”.
Además, bromeaba y les decía que no imaginaba que iba a vivir tanto tiempo. “No imaginaba que el camino entre la sede de Pedro y las puertas del Cielo sería tan largo”, repetía en los últimos años, según el diario español ABC, que detalló que ayer recibió por última vez la comunión. Y que esta mañana todos los que viven con él estaban a su lado cuando falleció, “con gran serenidad”.
De hecho, quienes más conocieron al papa emérito, uno de los más grandes teólogos de los últimos tiempos, sabían que, desde hace años, estaba deseando que llegara su hora. Y recordaban que así como nació un sábado santo, el 16 de abril de 1927, Benedicto falleció otro sábado santo, el de fin de año.
El estado de Benedicto, que fue decayendo progresivamente en los últimos años, debido a la avanzada edad y achaques normales –con dificultades de vista, habla, movilidad y demás-, ya era muy frágil. Aunque, según trascendió, todo se complicó con un fuerte resfrío a principios de diciembre y, en los últimos días, con un bloqueo renal que el jueves parecía haberse solucionado, pero que, evidentemente, ya había afectado a los demás órganos. Benedicto desde principios de diciembre estaba siendo monitoreado en forma constante por su médico personal, Patrizio Polisca.
Despedida
En su aparición ante la prensa Bruni dejó en claro que, por deseo del propio papa emérito, las exequias serán marcadas por la sencillez y la austeridad. Para que los fieles puedan despedirse, se abrirá este lunes a las 9 de mañana una capilla ardiente en la Basílica de San Pedro, que durará hasta el miércoles a las 19.
El funeral solemne, que será presidido por el papa Francisco, será este jueves en la Plaza de San Pedro, a las 9.30 (hora local). También por voluntad de Benedicto, no fueron enviadas invitaciones a jefes de Estado y gobierno de los países que mantienen relaciones con la Santa Sede, sino que las únicas dos delegaciones presentes serán la italiana, presidida por el presidente, Sergio Mattarella, y la alemana, encabezada por su primer mandatario, Frank-Walter Steinmeier.
Al final de la ceremonia, según anunció el Vaticano, tendrán lugar la “Ultima Commendatio” y la “Valedictio”, ritos de despedida final ante el ataúd. El feretro del pontífice emérito será llevado luego a las Grutas del Vaticano, donde será sepultado en el mismo lugar en el que estuvo durante años su predecesor, Juan Pablo II.
Aunque, respetando la voluntad de Benedicto, no fueron enviadas invitaciones al funeral, LA NACION pudo saber que muchos cardenales viajarán desde el exterior para asistir a su despedida.
En un último día del año seguramente distinto, menos festivo, por la muerte de Benedicto, el papa Francisco siguió con la agenda de siempre. Y, como es tradición, después del Te Deum fue en silla de ruedas hasta la Plaza de San Pedro para rendirle tributo al gigantesco pesebre, donde tuvo un baño de multitud.
Mañana, cuando se celebra la Jornada Mundial de la Paz, el Papa presidirá una santa misa solemne por el primer día del año en la Basílica de San Pedro a las 10 (las 6 en la Argentina) y luego, a las 12, la tradicional oración mariana del Angelus.
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