Mundial Qatar 2022: el conmovedor relato de la joven de Bangladesh que se enamoró de Messi e hizo lo imposible por verlo jugar
Florida Shuvra Rozario tuvo un flechazo con el jugador cuando vivía en un internado religioso a los 13 años y desde entonces es fanática del seleccionado argentino
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Este artículo fue publicado originalmente en el diario Prothom Alo, el sitio de noticias más leído de Bangladesh. LA NACION lo reproduce con autorización del medio y de la autora, subeditora de ese diario.
DACCA.- Era 2006 y yo era una estudiante de octavo grado en una escuela cristiana. Tenía 13 años.
Un internado religioso significa disciplina estricta. Olvídense de los aparatos electrónicos… ¡difícilmente se nos permitía ver la televisión! Aparte de nuestros libros escolares, todo lo demás estaba más o menos prohibido. Había que romper las reglas bajo tu propio riesgo.
Yo siempre fui sinvergüenza desde chica y ese estigma me quedó también en la escuela misionera. Una vez me llevé una revista del Mundial de mi casa y la leía a escondidas cada vez que podía. Fue entonces cuando de repente frente a mí se asomó esa imagen de un joven jugador argentino de 18 años.
No muy alto, estaba allí parado, con su cabello castaño, una sonrisa medio tonta en su rostro, vistiendo su camiseta número 19. Era Lionel Messi. Nacido en la localidad de Rosario, Argentina. Y mi apellido es Rozario… ¡no lo podía creer! ¡Me gustaba! ¡Fue ese proverbial “amor a primera vista”! A primera vista, envolví mi corazón y mi alma y se lo entregué.
Le deslicé a Shyamal, del internado, algo de dinero para que me comprara cinta adhesiva. Recorté cuidadosamente la foto de Messi de la revista y la plastifiqué yo misma. Luego le mostraría la foto a todos y cada uno esa foto, diciendo que un nuevo jugador jugaría para Argentina ese año. ¡Y que era mi novio! Todo el mundo se reiría, pero mis compañeras me seguían en mi locura.
Arrancó el Mundial 2006. ¿Cómo iba a ver los partidos? Ver televisión estaba prohibido. Y encima el partido era de noche. Pero a mí no me iban a derrotar tan fácilmente. Fingí ir a la bacha de afuera para lavar mi plato y me resbalé y me caí. Todo a propósito. Mis amigos eran cómplices de mi actuación.
Para la tarde, yo ya estaba quejándome y llorando del “dolor” y la encargada del internado me envió a casa. ¡Sí! Creo que nunca había sido tan feliz en mi vida. Pensé para mis adentros, ¡las cosas que hago por mi amor! Y Messi podía ser mi amor en ese momento, pero para entonces todavía no se había convertido en “el” Messi.
Si me hipnotizó la foto de Messi en la revista, más me hipnotizaba verlo jugar.
Buenos, entonces… me lastimé para ver el primer partido. ¿Cómo vería los demás?
Llegó el siguiente partido. Yo no estaba en la mesa de estudio ni en ningún lugar del internado... Esta vez ni siquiera se los había confiado a mis amigas. Las monjas tenían un edificio del convento de dos pisos al lado de nuestro albergue que tenía un televisor en el salón de la planta baja. Había un jardín de rosas fuera del salón, otros árboles y arbustos. El partido comenzó en la televisión de las hermanas. Caminé de puntitas de pie, descalza, me deslicé por debajo del tanque de agua y observé el partido en silencio. Era difícil ver claramente desde esa distancia, pero podía distinguir a la selección argentina, podía ver claramente a Messi. Eso fue suficiente. Por supuesto, tuve que pagar el precio. Los mosquitos se habían dado un festín en el jardín y terminé con dengue. ¡Me pregunto si alguna otra niña de 13 años se esforzó tanto por ver jugar a Messi!
Luego recortaría fotos de Messi del periódico Prothom Alo y las pegaría en mi álbum. Eso también fue una gran lucha. Se suponía que no debíamos leer nada más que nuestros libros de texto, así que tuve que encontrar una manera de llegar a los diarios. En el momento en que las hermanas se sentaban a desayunar, yo corría al salón, mientras dos amigas hacían guardia, y arrancaba todas las fotos de Messi de los periódicos. Por suerte allí no había ninguna cámara de vigilancia, porque seguramente me habrían expulsado. ¡Las hermanas luego buscaron a la culpable que dejó sus diarios con agujeros donde habían estado las fotos de Messi!
Bastante tiempo después de eso, apareció otra foto de Messi en Prothom Alo. Pero esta vez no estaba solo. Estaba con su novia, Antonella Roccuzzo. Estaban de vacaciones y los paparazzi los habían encontrado. Me largué a llorar y esa fue la foto que me negué a agregar a mi colección. Estaba herida, desconsolada. ¡Después de todo, Messi era mío y solo mío!
Messi ahora está casado con esa novia y tienen tres hijos. Es 2022 ahora y el Mundial está en marcha. Ese chico de 18 años ahora es todo un adulto. Yo también me río de mi locura adolescente. Solía decirles a mis amigos en ese momento que aprendería español, que escribiría un poema para Messi, que me convertiría en periodista deportivo. Y entonces iría a entrevistarlo algún día. Cuando me conociera cara a cara, se enamoraría perdidamente de mí. Y el resto sería historia…
El chico por el que crecí amando el fútbol ahora está jugando su último Mundial. De 2006 a 2022, Messi y yo hemos pasado por mucho en estos 16 años. ¡Si no hubiera sido por Messi, nunca hubiera tenido un amor adolescente! Algunas cosas deben permanecer fuera del alcance... ¡Así es la vida!
Si tengo suerte, algún día nuestros caminos se cruzarán. ¿Qué haré ese día? Le leeré a Messi este texto en español.
¡Mucha suerte y amor para el resto de los partidos, mi amor de la infancia, Leo!
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