Mundial de Qatar 2022: con un inesperado triunfo ante Argentina y el poder del petróleo, el polémico príncipe saudita Mohammed ben Salman gana protagonismo
En medio de los temores por la crisis energética y con las superpotencias centradas en la guerra de Ucrania, Arabia Saudita gana terreno en la arena internacional
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DOHA.– Cuando el príncipe heredero de Arabia Saudita, Mohammed ben Salman, se sentó junto al presidente de la FIFA en la inauguración del Mundial en Qatar, coronó un notable cambio en su suerte, incluso antes de que su equipo venciera a la Argentina el martes.
Sonriente, sentado en una posición más prominente que cualquier otro invitado a la cita deportiva mundial, el líder saudita de facto parecía un hombre cómodo en la mesa chica internacional.
En medio de los temores mundiales por la crisis energética y con las superpotencias centradas en la guerra de Ucrania y las tensiones entre Estados Unidos y China, el protagonismo geopolítico se reafirma para el primer exportador de petróleo del mundo.
Al considerar Washington la semana pasada que es inmune a los juicios por el asesinato de Jamal Khashoggi en 2018 y dar una muestra pública de su compromiso con la seguridad saudita al advertir de una amenaza de Irán, el príncipe Mohammed parecía haber aplacado la ira estadounidense.
Hace tan solo unas semanas, el presidente de Estados Unidos, Joe Biden, advirtió de las “consecuencias” tras acusar al príncipe Mohammed de mala fe en sus conversaciones sobre el petróleo en julio, una reunión que supuso en sí misma un retroceso de Washington después de que el presidente norteamericano prometió convertir al líder saudita de facto en un “paria”.
Mientras tanto, este mes el príncipe Mohammed apareció en la cumbre del clima COP 27 en El Cairo, en la cumbre del G-20 en Bali y en la cumbre de la APEC en Bangkok, antes de asistir a Qatar, un vecino que consideró invadir en 2017, según declaraciones anteriores de funcionarios qataríes.
El príncipe se reunió con el presidente francés Emmanuel Macron en París en julio y en breve recibirá al presidente chino Xi Jinping en Riad.
Público joven
En casa, en un país joven en el que el monarca ha abierto cines, conciertos y oportunidades de empleo para los jóvenes sauditas, la sorprendente victoria del martes sobre Argentina (2-1), después de la cual declaró feriado nacional, parece que va a pulir aún más su imagen.
Es demasiado pronto para decir que el príncipe se ha ganado la rehabilitación política en Occidente: sería un visitante poco bienvenido en Estados Unidos y en la mayoría de los países de Europa occidental.
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, dijo el martes que la decisión de la inmunidad no se refería a una revisión de la relación de Washington con Riad.
Pero con las economías occidentales desesperadas por la estabilidad energética a medida que el invierno se adentra en el hemisferio norte, el papel de Arabia Saudita no puede obviarse.
Inmunidad
Entre los gobernantes de Riad, el enojo de Occidente con Mohammed por el asesinato de Khashoggi se ve como una forma políticamente motivada de presionar al reino, dijo Abdulaziz al-Sager, presidente del Centro de Investigación del Golfo en Jeddah.
Khashoggi, periodista saudita y crítico del príncipe que tenía la residencia en Estados Unidos y escribía para el Washington Post, fue asesinado en el consulado saudita de Estambul.
La inteligencia estadounidense dijo que creía que el propio Mohammed había ordenado la operación, pero Riad atribuyó la responsabilidad a funcionarios de menor nivel.
El dictamen del Departamento de Justicia de la semana pasada, según el cual Mohammed tiene derecho a la inmunidad como jefe de gobierno tras su nombramiento como primer ministro, también fue visto en Riad como una decisión política, apuntó Sager.
“Estados Unidos trató de limitar la importancia y el papel del reino a nivel regional e internacional, pero descubrió, en primer lugar, que ese objetivo era inalcanzable y, en segundo lugar, que perjudicaba sus propios intereses”, declaró el experto. “Así que hay un proceso de retirada estadounidense de la adopción de posiciones negativas hacia el reino”.
Cuando Estados Unidos indicó este mes que estaba preocupado por una amenaza iraní contra Arabia Saudita y que no dudaría en defender al reino, fue interpretado por algunos diplomáticos como un mensaje principalmente estadounidense de tranquilidad para Riad.
Un alto funcionario del Pentágono, Colin Kahl, dijo a los periodistas que Irán había estado a punto de organizar un ataque como el de 2019 contra las instalaciones petroleras sauditas, pero que las medidas estadounidenses, incluido el reposicionamiento de los sistemas de defensa antimisiles, podrían haberlo evitado.
“Las medidas estadounidenses que acompañaron a la advertencia pueden indicar un despertar tardío en el enfoque estadounidense hacia la política agresiva y expansionista de Irán en la región”, afirmó Sager, “independientemente de la credibilidad de la advertencia estadounidense.”
Punto históricamente bajo
Los lazos saudita con Estados Unidos y Occidente en general siguen estando en un punto históricamente bajo.
Durante el auge del esquisto de la última década, a medida que disminuía la demanda de petróleo saudita, a Estados Unidos le resultó más fácil poner cierta distancia con un aliado cuyas políticas internas le resultan incómodas.
Su postura ante la primavera árabe y la búsqueda de un acuerdo nuclear con Irán, desafiando los temores sauditas sobre las amenazas regionales, llevaron a Riad a creer que Washington estaba abandonando su paraguas de seguridad en el Golfo.
Cuando, en consecuencia, Arabia Saudita tomó su seguridad en sus propias manos con su guerra en Yemen, vio las críticas occidentales como hipócritas.
Mientras tanto, en Occidente, los temores sauditas a Irán se consideraron a menudo exagerados, su guerra de Yemen se consideró un asalto de gatillo fácil contra un vecino empobrecido y Mohammed un abusador despótico tras el asesinato de Khashoggi.
Sería extraño que esas opiniones cambien mucho. Pero a medida que la competencia entre superpotencias y la escasez de energía vuelven a definir la política mundial, puede que les resulte conveniente dejar de lado los rencores por ahora.
Es probable que Arabia Saudita siga prefiriendo tener un paraguas de seguridad estadounidense. “La ventaja comparativa única de Estados Unidos” es la arquitectura de seguridad integrada que puede construir en la región, reflexionó el coordinador de la Casa Blanca para Oriente Medio, Brett McGurk, en una reciente conferencia en Bahrein.
“Esa es una demanda que escuchamos de capital a capital”, dijo.
Para Occidente, puede significar tratar con la figura dominante de Arabia Saudita. “No es posible separar el trato con los dirigentes del trato con el Estado, especialmente en una monarquía hereditaria”, zanjó Sager.
Agencia Reuters
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