El adiós a Juan Pablo II: a 15 años, las postales de una fecha que reunió a millones
Hace quince años más de un millón y medio de personas visitaron Roma para participar del funeral del Sumo Pontífice, uno de los más populares de la historia. Juan Pablo II falleció el dos de abril de 2005 después de 27 años de pontificado. Seis días después, el ocho, Karol Wojtyla provocó otro hito histórico: su entierro fue el más convocante en el devenir milenario de la iglesia.
Las máximas autoridades de todo el mundo, incluidos países como Irán, Israel y Siria, junto con la elite de la nobleza asistieron a la ceremonia que reunió a más de 300.000 fieles en la Plaza de San Pedro y a otros cientos de miles en las calles de Roma donde se instalaron pantallas gigantes para seguir el acontecimiento desde lejos.
Peregrinos de diferentes latitudes del planeta quisieron participar del adiós al llamado "papa viajero". Juan Pablo II supo aprovechar el crecimiento del sector aéreo de la época y realizó 104 viajes fuera de Italia en sus casi tres décadas de pontificado. Entre las naciones que nunca lo recibieron, se destacan Rusia y China. De hecho, el país oriental no envió a ningún representante al entierro.
Además de despedir al jefe de la iglesia, la multitud apretujada en la plaza de San Pedro clamaba por la canonización inmediata del líder religioso. La expresión "santo subito" -que significa "santo ya"- surgió ese mismo día entre las personas que compartían el amor hacia el Papa fallecido. En menos de diez años, el 27 de abril de 2014, Francisco canonizó a Juan Pablo II en una ceremonia donde también Juan XXIII fue consagrado santo de la iglesia católica.
Junto con el carisma y la simpatía que transmitían sus expresiones, Karol Wojtyla es reconocido como una figura clave en la caída del comunismo. Su liderazgo iba más allá del ámbito religioso. Entre otros reconocimientos, fue considerado dos veces una de las cien personas más influyentes del mundo por la revista Time y en 1994 fue nombrado Persona del Año.
Vale la pena recordar las postales de un Vaticano abarrotado hace quince años en el contexto de hoy. Hace unos pocos días el mundo fue testigo de otro hecho trascendental para la iglesia: el 27 de marzo Jorge Bergoglio rezó por la liberación de la humanidad de las "densas tinieblas" y dio la bendición Urbi et Orbi -una indulgencia plenaria que perdona los pecados de todos los católicos del mundo- en medio de una plaza de San Pedro completamente vacía bajo una llovizna gris y oscura que terminó de convertir a la imagen casi cinematográfica en el reflejo de la tristeza y la desolación que atraviesa hoy el mundo hundido en la pandemia del coronavirus.
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