Moreno Ocampo juró en La Haya
LA HAYA, Holanda.- "Juro solemnemente que cumpliré mis deberes y ejerceré mis poderes con honor, lealtad, imparcialidad y conciencia, y que respetaré la confidencialidad de las investigaciones y de los casos."
En un clima electrizante -quizás el que se respira en los momentos históricos-, vestido con toga y levantando su mano derecha, el abogado Luis Moreno Ocampo, un argentino famoso por su participación en el juicio a las juntas militares de la última dictadura, juró ayer como primer fiscal jefe de la Corte Penal Internacional (CPI), el primer tribunal internacional permanente de la historia.
Elegido por unanimidad el 21 abril pasado por 89 Estados, Moreno Ocampo, de 51 años, pasó así a tomar posesión de un cargo más que importante, que ejercerá durante nueve años y cuyo principal objetivo es terminar con la impunidad de todos los que cometan los delitos más atroces: crímenes contra la humanidad, crímenes de guerra y genocidios.
Sereno pese al inmenso desafío que implica estar al frente de la fiscalía de una corte que tiene jurisdicción en 89 países del mundo, Moreno Ocampo juró en una ceremonia solemne que tuvo lugar en el fabuloso Palacio de la Paz de esta ciudad, a la que asistió otra argentina famosa: su alteza real, la princesa Máxima.
Sonriente, simpática y desenvuelta como siempre, Máxima -vestía un elegante tailleur lila y lucía el pelo suelto- participó de la ceremonia no en forma oficial, sino en forma personal, justamente por ser argentina. Esto determinó que antes de que la joven -que se casó el año último con el príncipe Guillermo de Holanda- ingresara en el salón un organizador advirtiera a los asistentes que no había que ponerse de pie.
La jura se desarrolló como una sesión pública de la CPI y comenzó pasadas las 14, cuando los 18 jueces del flamante tribunal ingresaron pomposamente en el recinto vestidos con sus togas negras y se sentaron ante una larguísima mesa rectangular.
En medio de un silencio sepulcral y una escenografía a la altura de las circunstancias -enormes arañas de cristal, vitrales de principios de siglo y boisserie-, Moreno Ocampo tomó asiento en un trono colocado en el medio del salón, frente a la mesa de los jueces, como si estuviera por dar un examen.
Acto seguido, en sendos discursos, el príncipe jordano Zeid Ra´ad Zeid al Hussein, presidente de la Asamblea de los Estados miembros, y el juez canadiense Philippe Kirsh, presidente del tribunal, no sólo felicitaron y elogiaron al abogado argentino por haber obtenido el consenso para ser el primer fiscal jefe de la historia del tribunal, sino que también destacaron las grandes responsabilidades y desafíos que significará esta tarea.
Independiente e imparcial
La CPI, que fue creada al firmarse el Estatuto de Roma, en 1998, es el primer tribunal permanente que podrá juzgar crímenes de genocidio, guerra y lesa humanidad cometidos en algunos de los Estados miembros o por sus ciudadanos, desde el 1° de julio último.
Aunque ayer durante la ceremonia de jura solemne nadie habló de estas cosas abiertamente, la CPI nace debilitada porque Estados Unidos, la única superpotencia del mundo, y países tan importantes como China, India, Israel y Rusia, entre muchísimos otros, no han firmado el Estatuto de Roma, por lo que no quedan bajo la jurisdicción de la Corte.
En su primer discurso como fiscal jefe, consciente de las desmesuradas expectativas que ha creado en el mundo la CPI, Moreno Ocampo enseguida quiso hablar de sus limitaciones. "Hay tantos intereses distintos y divergentes en el mundo que ni siquiera existe el consenso sobre el fin básico de castigar a los autores de genocidio", sostuvo. "Una Corte Penal Internacional totalmente independiente e imparcial trae esperanzas, pero al mismo tiempo crea miedos e incomprensiones", agregó.
Moreno Ocampo, que dijo que el objetivo primario de la Corte es proteger a las víctimas, subrayó de todos modos su complementariedad respecto de los sistemas judiciales nacionales. "La ausencia de juicios a raíz del funcionamiento regular de las instituciones nacionales será un éxito mayor", puntualizó.
Lo primero que hará su oficina, que ya recibió 300 denuncias, será establecer relaciones con los fiscales y jueces de todo el mundo para que haya interacción y se cree una suerte de "red" nacional e internacional que coopere entre sí. Además, tendrá en cuenta la "interdependencia" con otras instituciones gubernamentales, ONG, medios de comunicación, empresas y multinacionales.
Moreno Ocampo terminó su intervención recordando el juicio a las juntas militares en la Argentina. Entonces, contó, conoció a una mujer cuyos padres habían sido asesinados en un campo de concentración nazi, que había emigrado a la Argentina para vivir en paz, pero que había sufrido el secuestro y la desaparición de sus hijos durante la dictadura. Mencionó luego el ataque a las Torres Gemelas, que definió como "otra trágica demostración de que la seguridad ofrecida por un Estado no será suficiente para garantizar la vida y la libertad de sus ciudadanos si la comunidad internacional no se basa en el gobierno de la ley". Y concluyó: "Tenemos que aprender: no hay puerto seguro para la vida y la libertad si fracasamos en proteger los derechos de cualquier persona en cualquier país del mundo".
Una mar de aplausos coronó la intervención de Moreno Ocampo, el primer fiscal jefe del primer tribunal penal internacional, un paso adelante en la historia del derecho internacional.