Momento bisagra para Chile: las claves de las elecciones que definirán más que al sucesor de Piñera
El país irá a las urnas el próximo domingo, en un momento de convulsión política y social; además de presidente, también se votarán diputados y senadores, y algunas autoridades locales
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En medio de un proceso constituyente que busca cambiar la Carta Magna heredada de la dictadora de Augusto Pinochet, el fallido pedido de impeachment al presidente Sebastián Piñera, las peores cifras inflacionarias de la última década, una aguda crisis social y el impacto de la pandemia, Chile inicia el próximo domingo un cambio de ciclo con las elecciones presidenciales más inciertas desde el retorno de la democracia, en 1990.
En las urnas se definirá al sucesor de Piñera, a quien la oposición intentó destituir, sin éxito, por la venta de una mina firmada en paraísos fiscales durante su primer mandato, que tuvo lugar entre marzo de 2010 y marzo de 2014, que se reveló en los Pandora Papers. También se votarán diputados y senadores, así como algunas autoridades locales.
Quien reemplace al presidente en funciones deberá gobernar con un Congreso sin grandes mayorías y gestionar el plebiscito del segundo semestre de 2022, que eventualmente cambiará la Constitución e implicará una gran readaptación de la estructura estatal.
¿Quiénes son los candidatos y cuáles son sus propuestas?
En la carrera al Palacio de La Moneda participan siete candidatos, que se medirán en una primera vuelta el domingo 21 de noviembre. Si uno de ellos obtiene más del 50% de los votos, se convertirá automáticamente en el próximo presidente de Chile.
Pero la disputa está centrada en dos postulantes de ideologías opuestas, y la mayoría de los analistas arriesga que habrá un ballottage el 19 de diciembre: por derecha y fuera del oficialismo, José Antonio Kast, líder del Partido Republicano; por izquierda, Gabriel Boric, candidato de la alianza Apruebo Dignidad, apoyado por el Frente Amplio y el Partido Comunista.
¿Qué dicen las encuestas?
A diferencia de otras elecciones, los sondeos muestran una ventaja de los candidatos extremos, Kast y Boric, por sobre los referentes de los partidos tradicionales de centroderecha y centroizquierda, que han gobernado Chile desde que terminó la dictadura.
Según el director de la consultora Tresquintos, Kenneth Bunker, el estallido social de 2019 devino en una fuerte necesidad de cambio político, que rompe con los esquemas hasta entonces dominantes. “Con tantos problemas, los candidatos deben ofrecer soluciones que son extremas, y por eso tenemos liderando a Kast y Boric”, afirmó el consultor a la agencia Reuters.
Piñera terminó su primer mandato con una aprobación del 50%, pero ahora su gobierno cuenta con apenas el 12% de respaldo, según una encuesta de Tu Influyes publicada el 3 de noviembre.
Entre los candidatos a sucederlo, según un sondeo de Activa difundido el 6 de noviembre, Kast lidera la intención de voto con 21,7% de respaldo, mientras que Boric alcanza 17,7% de las preferencias.
Chile tiene que cambiar, como dijimos hace 10 años. Pero hay una amenaza: Sebastián Sichel y Sebastián Piñera, el verdadero candidato. Porque la esperanza de un pueblo está amenazada, anuncio nuestra candidatura presidencial. Vamos tod@s juntos a lograr el cambio. #ElCambioEsHoy. pic.twitter.com/E3lMrYptAQ
— Marco Enríquez-Ominami (@marcoporchile) August 23, 2021
Más atrás, con menos chances de pasar a un ballottage, aparecen Provoste (10,9%), el liberal Sichel (8,2%), Parisi (7,3%) y Enríquez-Ominami (3,9%). Artés Cierra las encuetas.
Las estimaciones son similares para la encuestadora Cadem, que proyectó en la misma fecha un 25% el apoyo a Kast; un 19% a Boric; un 10% a Parisi; un 9% a Provoste, y un 8% a Sichel. En un posible ballottage, la consultora indica que el candidato de ultraderecha registraría un 44% de adhesión y Boric, un 40%.
Nivel de participación
Se estima que la fuerte expectativa por las elecciones de este año podría impulsar una mayor participación de los votantes chilenos, cuya abstención histórica en las urnas ronda el 50%.
En las elecciones de junio pasado, donde por primera vez se eligieron a gobernadores regionales, participó menos del 20% de los convocados; fue la cifra de concurrencia más baja de la democracia, pero no sorprendió a los analistas, dado que la participación en las elecciones ha caído de forma imparable desde el fin de la dictadura, acelerada por la instalación del voto voluntario, en 2012.
Pero el plebiscito de octubre de 2020 sí había dado indicios de un mayor interés ciudadano por el cambio en la estructura estatal –sobre todo, de jóvenes–, en tanto participó de los comicios un 50,95% del padrón electoral. Este domingo, si aumentara el nivel de electores, podrían ocurrir resultados inesperados, por fuera de lo medido por las encuestas.
Si votan en mayor medida los jóvenes, como en 2020, probablemente beneficiarán a Boric. Si votaran más mayores, en cambio, se beneficiaría Kast.
Coaliciones históricas: la Concertación
Este fin de semana, las fuerzas políticas chilenas proponen un cambio. Por primera vez en más de 30 años, se perfilan como presidenciables candidatos que están por fuera de la histórica Concertación, ahora llamada Unidad Constituyente, o de la nueva y única oposición que encarna Piñera.
Ni Kast ni Boric representan a la centroizquierda o a la centroderecha, las tradicionales ofertas del Palacio de la Moneda.
En #RioBueno ✌️ pic.twitter.com/BUoEDRDH5F
— José Antonio Kast Rist 👍🇨🇱 (@joseantoniokast) November 18, 2021
La Concertación de Partidos por la Democracia fue una de las alianzas políticas y electorales más estables de Chile. Conformada por el Partido Demócrata Cristiano, el Partido Socialista, el Partido por la Democracia y el Partido Radical Social Demócrata, se mantuvo en el poder por cuatro períodos presidenciales consecutivos entre 1990 y 2010, cuando se inició la llamada “Transición democrática”, tras la caída del dictador Pinochet.
La coalición se fundó en 1988 entre 16 partidos variados que se oponían al régimen dictatorial y que lograron sacar a Pinochet con la celebración de un plebiscito, en el que la alternativa electoral se impuso con un 54,71% del total de los sufragios.
Entonces, de común acuerdo, se presentó a Patricio Aylwin (Partido Demócrata Cristiano) como candidato único para la elección presidencial de 1989. Y en marzo de 1990, ante el Congreso, se realizó el traspaso de mando entre Pinochet y Alywin Azócar.
Al primer gobierno democrático le siguieron las presidencias concertacionistas de Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1993-2000), Ricardo Lagos Escobar (2000-2006) y Michelle Bachelet (2006-2010).
Golpeada por la importante movilización por la igualdad estudiantil de 2006, llamada Revolución pingüina; la famosa crisis del Transantiago, que surgió por una apuesta desacertada al transporte público en Santiago de Chile, en la cual fallaron el financiamiento y la planificación, y diversas huelgas de trabajadores, Bachelet cayó en popularidad y, junto a ella, la supervivencia de la Concertación.
Tras 20 años, la elección presidencial de diciembre de 2009 puso fin a los gobiernos de la alianza, cuando en segunda vuelta ganó la elección el referente de la Coalición por el Cambio, Sebastián Piñera, con un 51,61%, frente al candidato con el que insistía permanecer la tradicional coalición, el expresidente Frei Ruiz-Tagle.
La Concertación se refundó en 2020 bajo el nombre de Unidad Constituyente, de cara a las elecciones de este año. Bajo el ala de Yasna Provoste, congrega a los partidos por la Democracia, Liberal, Radical, Socialista, Demócrata Cristiano y Ciudadanos.
Crisis social y Asamblea Constituyente
Tras el fin de la dictadura, los aliados de la “Transición democrática” intentaron fortalecer la economía y las instituciones de Chile, pero no pudieron limitar el avance de la desigualdad social, particularmente en las áreas de salud, educación y pensiones.
Si bien los índices económicos del país durante estos 30 años han sido positivos –se duplicó el ingreso promedio, se redujo a la mitad la pobreza, la bolsa de valores se multiplicó por 14, el PBI per cápita llegó a triplicarse y el caudal de estudiantes universitarios se quintuplicó–, la concentración de riqueza resultó cada vez más marcada.
A las protestas que sacudieron el gobierno de Bachelet se les sumó el mayor estallido social desde el regreso de la democracia, ya bajo el mando de Piñera, en octubre de 2019. Se trató de una ola de protestas sin freno que se desprendieron de un reclamo estudiantil por el alza en el pasaje del metro de Santiago, dejaron 34 muertos y cientos de heridos, y abrieron camino al proceso constituyente que ahora busca generar una nueva Carta Magna.
La revuelta pasó de la calle a la institucionalidad a través de un acuerdo político para llamar a un plebiscito y nuclear las demandas sociales, con una ciudadanía que decidiera sobre la redacción de una nueva Constitución. El proceso fue aprobado en octubre de 2020 –con casi el 80% del respaldo de los chilenos– y está en curso, tras la elección en mayo de 155 convencionales, de forma paritaria y con 17 escaños reservados a indígenas.
Al próximo presidente de Chile, y también al nuevo Congreso, le corresponderá continuar con la siguiente etapa del procedimiento constituyente y deberá adaptarse a los cambios políticos y normativos que disponga el nuevo texto constitucional.
El mandatario electo también tendrá recibirá una agenda marcada por la suba de la inflación (que ronda el 6% anual) y una deuda pública con niveles del 33,1%, provocada por las ayudas estatales desplegadas para hacer frente al contexto sanitario.
Además, deberá dar respuesta a otro tema caliente: el sistema de pensiones chileno, gestionado por las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP), que invierten los ahorros individuales en el mercado de capitales y son criticadas por entregar jubilaciones bajas, un reclamo que también pisó fuerte en el estallido de 2019.
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