Modelos hombres se suman a la ola de denuncias de abusos

NUEVA YORK.- Para los modelos, el éxito es la capacidad de suscitar deseo. Las exigencias del trabajo a veces incluyen el nudismo y la seducción fingida: la provocación es la levadura de las ventas. En la industria de la moda, los límites entre el trato aceptable y el trato inaceptable hacia los modelos es muy difuso.

Eso ha permitido que destacados fotógrafos cruzaran la línea impunemente durante décadas, explotando sexualmente a sus modelos y asistentes. La experiencia, antes vista como el precio a pagar por una carrera de modelo, ahora es llamada de otra forma: abuso de poder y acoso sexual.

Quince actuales modelos y exmodelos masculinos que trabajaron con Bruce Weber, que con sus descaradas campañas para Calvin Klein y Abercrombie se convirtió en un uno de los prominentes fotógrafos comerciales y artístico, le detallaron a The New York Times un patrón de conducta que incluía desnudez innecesaria y comportamiento sexual coercitivo, por lo general durante las sesiones de fotos. Los hombres recordaron con notoria coincidencia las sesiones privadas con Weber, que les pedía que se desvistieran y los hacía hacer ejercicios respiratorios y "energéticos". En muchos casos, Weber mismo guiaba con sus manos las manos del modelo.

"Lo recuerdo poniéndome el dedo en la boca y agarrándome mis partes privadas", dijo el modelo Robyn Sinclair. "Nunca tuvimos sexo ni nada, pero pasaba de todo. Mucho toqueteo, mucho abuso".

En relatos que se remontan a mediados de la década de 1990, trece asistentes y modelos que trabajaron con el fotógrafo Mario Testino, un favorito de la familia real de Gran Bretaña y de la revista Vogue, le contaron a The New York Times que fueron objeto de avances sexuales que a veces incluían manoseos y masturbaciones.

Los representantes de ambos fotógrafos dijeron estar consternados y sorprendidos por las denuncias.

"Estoy shockeado y muy entristecido por las indignantes acusaciones hechas en mi contra, que niego rotundamente", dijo Weber a través de un comunicado.

Lavely & Singer, el estudio jurídico que representa a Testino, restó entidad y credibilidad a los denunciantes, y en su comunicado también dijo haberse comunicado con varios exempleados que estaban "consternados por las denuncias" y que no podían "confirmar ninguna de ellas".

Según los modelos, aquellos a quienes les tocaba recibir esa "atención no deseada" tenían que hacer una elección clara: consentir y ser recompensado con un lucrativo trabajo en una campaña, o rechazar el avance y arriesgarse a coartar o incluso destruir su carrera. De hecho, varios de ellos todavía no están dispuestos a hablar públicamente.

Las marcas de ropa y las revistas dicen que quien debe proteger a los modelos son sus agencias, mientras que las agencias dicen que las marcas y las revistas no deberían contratar a fotógrafos con mala reputación. Por su lado, los fotógrafos dicen que hacen lo que hacen para obtener la mejor foto, porque eso es lo que el cliente quiere. Y en el mundo del modelaje no hay sindicalización posible: la juventud y las ansias de una parcela de estrellato desalientan cualquier queja.

En la moda, los hombres jóvenes son particularmente vulnerables a la explotación. Los modelos masculinos son "los menos respetados y los más descartables", dijo el exmodelo Trish Goff.

"Era costumbre pasarles el dato a los modelos cuando se sabía de algún fotógrafo específico que tenía cierta reputación", dijo Gene Kogan en referencia a sus tiempos en la agencia Next Management, entre 1996 y 2002. Pero Kogan también agregó que "negarse a trabajar con Bruce Weber o Mario Testino era lo mismo que hacer las valijas y dedicarse a otra cosa."

Los escándalos de abuso de modelos mujeres, que se remontan a una investigación de 1988 del programa 60 Minutes sobre las agencias de modelos de París, se fueron desvaneciendo. Los agentes acusados de violar a jóvenes modelos que estaban a su cargo siguieron trabajando en la industria.

Como ocurre en Hollywood, las denuncias de acoso y violación salen a la luz periódicamente a lo largo de las décadas y sus efectos suelen ser efímeros. Desde los agentes, pasando por los estilistas, hasta llegar a las marcas, el sistema de la moda siempre pareció más abocado a preservar su imagen de perfección y de glamour que a reconocer a sus propios malos elementos.

Traducción de Jaime Arrambide