Modelo Bucaramanga: la “ciudad bonita” que catapultó el fenómeno Hernández en Colombia
El exalcalde, que se enfrentará a Petro en el ballottage del domingo, se lanzó a la búsqueda de la presidencia tras una popular gestión en esa ciudad, donde cuenta con un apoyo masivo; qué destacan sus habitantes
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BUCARAMANGA, Colombia.- “Aquí cuando llegué a Bucaramanga me entregaron un cochinal estos políticos, concejales asociados con senadores y funcionarios públicos. Se robaron todo lo que quisieron. Y a pesar de semejante desastre fiscal, hicimos 503 obras, parques, repotenciamos los salones comunales, también los centros de salud para que quedaran como los mejores”.
Quien habla es Rodolfo Hernández, exalcalde de Bucaramanga y candidato outsider para el ballottage de este domingo en Colombia. RH+, su marca de combate político, en estado puro. Su principal promesa es la lucha contra la corrupción, la politiquería y la burocracia y para no dejar su credo sólo en palabras, exhibe su obra en la “ciudad bonita”, capital del departamento de Santander a orillas del Río del Oro, en la que obró un pequeño milagro durante su gestión entre 2016 y 2019.
“Ojalá gane Rodolfo”, suspira Cristina para resumir el pensamiento de la mayoría de sus conciudadanos. Estamos en el barrio Kennedy, al norte de la ciudad, la zona más popular y la más empobrecida en “este país utópico donde sólo 40 familias lo tienen todo”, protesta Joan Martínez, psicólogo en el Centro Vida Norte, que acoge un hogar de adultos mayores, un centro de salud y un área de juegos infantiles. Se trata de una de la muchas obras del ingeniero Hernández.
En menos de cuatro años, el empresario millonario logró rehabilitar una ciudad golpeada por la corrupción, lo que lo ha convertido en un pequeño héroe local. Su imagen no prolifera por las esquinas, porque su apuesta es la austeridad, aunque una foto cartón tamaño natural parece esperar un plato de carne a la brasa a pocos metros de sus instalaciones municipales en Kennedy.
El abanderado de la Liga de Gobernantes Anticorrupción arrasó en primera vuelta en su ciudad, sumando más del 64% de los votos, frente al 20% de su rival, el izquierdista Gustavo Petro.
“Yo trabajaba en una empresa de licitaciones, en la que vivíamos de los contratos y de los políticos. Hasta que llegó Hernández, que nos dejó sin trabajo. Pero por eso lo voy a votar, pese a que en 2018 le fui a Petro. El ingeniero hizo aquí la mejor gestión, pero cualquiera de los dos representa el cambio. Que haga el bien para el pueblo, eso es lo correcto”, explica a LA NACION L.C., que prefirió mantener su nombre en el anonimato.
Tan sorprendente fue el triunfo municipal de Hernández en 2016 que se tuvo que volver de Nueva York al conocer los primeros resultados. La transformación que lideró desde entonces ha llevado a Bucaramanga a ocupar espacios en el imaginario colombiano que parecían exclusivos de Medellín o Barranquilla. Hernández huyó de los políticos como de la peste y comenzó a entrevistar a profesionales de primer orden, como si se tratara de su propia empresa, HG Constructores.
Y así consiguió rodearse de un equipo solvente, el llamado gobierno de los ciudadanos. Entre los elegidos estuvieron el joven administrador de empresas Manolo Azuero y el arquitecto colombiano Iván Acevedo, a quien puso al frente del Taller Profesional de Arquitectura Pública (TABU). Y todo cambió. Ingenieros, arquitectos, trabajadores sociales y académicos diseñaban los proyectos, que luego se mejoraban y perfeccionaban con las propuestas de las propias comunidades, la gran mayoría en las zonas más desfavorecidas.
La gran transformación
“Estamos ante una transformación única y soñada. Como si a cada momento estuviese escribiendo un libro. ¿Las claves? Voluntad, visión, trabajo en equipo, empatía, confianza y conocimiento”, desvela Acevedo desde su estudio en Barcelona.
Una revolución de sello independiente, sin partidos políticos detrás, tomó por asalto la nueva administración con el objetivo de cambiar la vida de la gente tras suprimir la política tradicional. “Cuando nadie roba, la plata alcanza”, repetía a sus colaboradores hasta que consiguieron reducir a cero el déficit manteniendo la austeridad.
Así se levantaron no sólo el Centro Vida Kennedy, también el Centro de Salud Café Madrid, el Parque Lineal Río de Oro, el Parque Centralidad Norte, la Calle de los Estudiantes o la Biblioteca Gabriel Turbay.
“Rodolfo fue un buen alcalde, el mejor que ha tenido Bucaramanga, todo al menos funcionaba con él”, destaca Martha Jerez, de 36 años, tras acabar su sesión de Internet en la inmensa biblioteca Turbay, que también destaca por su belleza.
“Es constructor, sabe dirigir una empresa con obreros, pero toca que se asesore rapiditico, porque no está capacitado para el cargo de presidente. Me gusta que no es corrupto, pero debe llegar áspero y saber para que no le manipulen”, añade a pocos metros Pedro Afanador, de 66 años.
Desde su atalaya como alcalde, la obra de Hernández fue aplaudida por la mayoría de Bucaramanga, pero no trascendió a nivel nacional hasta la sonora bofetada que le dio al entonces concejal opositor John Jairo Claro, seguramente su mayor crítico hoy en día. “Hernández posee una mentalidad feudal que ve a Colombia como una gran finca, ya que trata a sus subordinados como peones. Podríamos decir que es un sociópata que representa el populismo descarnado. En definitiva un autócrata, un reyezuelo que no cree en el estado de Derecho”, dispara Claro para LA NACION, además de atribuirle una veintena de epítetos más, desde lenguaraz a demagogo. El exconcejal apoya a fondo al líder del Pacto Histórico.
La voz discrepante avisa, pero la agresión sirvió en su día para fortalecerle al frente de la ciudad. “Yo me alegré cuando ganó la alcaldía y lo hizo todo bien, ayudo con temas de infraestructura en toda la ciudad, pero luego le pegó a un concejal. No obstante, creo que el sí se metió a la política para ayudar a la gente, el ingeniero ya es rico, ha trabajado duro desde abajo para conseguir la plata que tiene. Su problema es competir contra el guerrillero ese que desde hace años vive bien gastando la plata de nosotros [en referencia a Petro]. El guerrillero no trabajó, vivió de demandar al país, los guerrilleros son vividores”, dice Armando, enfermero de 31 años, que trabaja en servicio de ambulancias. Sus palabras son casi una copia de las famosas arengas de Hernández en Tik Tok.
“Es que es bravo, muy santanderiano, pero en su casa la que manda es doña Socorro”, sentencia Romelia en pleno disfrute del Parque de los Niños. Pese a las acusaciones de misoginia, lanzadas desde el campo rival, Hernández ha mantenido una mayoría de mujeres en puestos de responsabilidad. De hecho, su mujer se encarga directamente de la empresa constructora desde que el ingeniero se subiera a la hasta ahora imparable “Rodolfoneta” política.
Queda por ver este domingo si los colombianos apuestan por extender a todo el país el pintoresco modelo Bucaramanga y la mentalidad empresarial del polémico ingeniero de 77 años. Por lo menos en su tierra ya ha vencido.
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