Misión de la NASA: quién es Diana Trujillo, la colombiana detrás del Perseverance
BOGOTÁ.- Este jueves 18 de febrero, a las 17.55, hora argentina, la NASA empezó a escribir un nuevo renglón en la historia espacial con el amartizaje del robot Perseverance sobre la superficie del planeta rojo.
La misión fue un éxito y lo que algunas personas no saben es que antes del despegue del cohete Atlas V desde Cabo Cañaveral, en la Florida (Estados Unidos), la misión estuvo varias veces en jaque y que, en el equipo de científicos e ingenieros que la hicieron posible, una colombiana estuvo en la primera línea de batalla.
Ella es la caleña Diana Trujillo, jefa del equipo de ingeniería del brazo robótico de Perseverance y quien tuvo a su cargo un grupo de 15 personas responsables del desarrollo de los instrumentos claves del vehículo: Sherloc, Watson y Pixl, ubicados en lo que sería la mano de este brazo. La vida de Diana Trujillo ha transcurrido entre grandes decisiones. La primera de ellas fue la que tomó apenas terminó el colegio en Cali y se fue a los Estados Unidos motivada por su padre, quien le propuso que saliera de Colombia para aprender un nuevo idioma.
Al llegar a Estados Unidos no conocía a nadie y tampoco hablaba inglés. Con distintos trabajos, incluido uno como aseadora, logró pagarse sus cursos de inglés por tres años. Un día, y en lo que ella considera como una revelación, se encontró con una revista que exaltaba el papel de las mujeres que han trabajado en la NASA.
Trujillo notó que la mayoría de ellas estaban metidas en carreras de ingeniería aeroespacial y medicina: “Sabía que aunque no hablaba bien inglés, mis matemáticas eran muy buenas, así que decidí que eso era lo que quería hacer”. Y fue en ese momento cuando tomó la segunda gran decisión de su vida: “Me sentía vieja, porque en Estados Unidos las personas terminan la universidad entre los 21 y 23 años, y yo la iba a terminar a los 26. Me matriculé en Ingeniería Aeroespacial en la Universidad de la Florida. Eso ahora suena normal, pero en aquel momento mi mayor acercamiento a los computadores habían sido las clases del colegio, con 20 minutos a la semana frente a equipos sin internet”, asegura Trujillo.
Mientras estudiaba, Trujillo fue seleccionada para hacer parte del programa de la Academia de la NASA, una suerte de campo de verano en el que la agencia espacial inspira a los jóvenes y aprovecha para ojear potenciales talentos. Ahí, Trujillo conoció a Peter Diamandis, creador de la Fundación XPrize, que, junto con Google, otorgaba un premio de 30 millones de dólares a quienes fueran capaces de hacer viajes espaciales a la Luna.
En la Academia, Trujillo también conoció a Brian Roberts, un experto en robots de la NASA que le recomendó que, si quería trabajar en la agencia, debía irse a vivir al estado de Maryland, cerca de la capital del país.
Trujillo no lo pensó dos veces: “Al pasarme a la Universidad de Maryland, me atrasaron un año en mi carrera, pero valió la pena porque logré entrar al departamento de educación de la NASA como gerente de operaciones de la Academia.
Tras graduarse de la universidad, Trujillo trabajó por ocho meses en la empresa Orbital Sciences en un proyecto que compitió contra SpaceX. Al final de 2009, Trujillo y su esposo, William, se trasladaron a Los Ángeles, a trabajar en la sede de XPrize de esa ciudad. Allí, Trujillo se presentó al Laboratorio de Propulsión a Chorro de la NASA (JPL, por su sigla en inglés), donde la agencia construye la mayoría de sus naves espaciales no tripuladas.
”Me entrevistó una persona que se llamaba Gentry y que, en ese momento, no supe quién era. Resulta que es el ingeniero jefe de JPL, una persona muy importante en la NASA. Todo salió perfecto y me contrataron sin tener maestría o doctorado. Por eso, la gente debe dejar de pensar que para trabajar en la NASA hay que ser un genio con cinco posgrados. Yo empecé sin saber bien inglés, atrasada en la universidad y ahora estoy aquí, por el empuje de mi raza, que me enseñó a no darme por vencida”, asegura Trujillo.
”También puede ser por el café colombiano”, agrega, en medio de risas, en una conversación que tuvo con EL TIEMPO a propósito de la misión que ya se completó.
-¿Dónde está ahora?
-Yo empecé en JPL desde abajo, en la misión Curiosity, que fue la antecesora de Perseverance, trabajando en el equipo del brazo robótico. Le hacía exámenes al robot a las tres, cuatro de la mañana, cuando nadie quería ir al laboratorio. Y pronto llegué a ser la número cuatro de toda la misión, al nivel de colegas que tenían entre 20 y 25 años de experiencia, cuando yo solo tenía seis. Creo que también me motivaron esas ganas que tenemos los hispanos de trabajar duro. Si alguien nos dice que hay 99 por ciento de probabilidad de que algo no funcione, nosotros nos aferramos al uno por ciento restante y resulta que esa mentalidad es lo que se necesita para explorar lo desconocido, el espacio. Después de varios años en Curiosity, y de que la misión fue un éxito, empecé a sentir que todo fluía, que todo me estaba saliendo muy bien. Acababa de tener a mis dos hijos y sentía que si todo salía tan fácil, era porque no me estaba esforzando. Necesito enfrentarme a nuevos retos todo el tiempo. Y fue así como decidí pasarme a Perseverance.
El Tiempo / GDA
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