Miguel Díaz-Canel denunció un intento de golpe de Estado en Cuba
El presidente de Cuba dijo, además: “Siempre hemos estado bloqueados”
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El presidente de Cuba, Miguel Díaz-Canel, denunció en una entrevista con Telesur la organización de un golpe de Estado en la isla caribeña. Puntualmente, dijo: “Ese sector tan conservador vincula la mafia cubano-americano. Alrededor de eso, han estado precisamente las principales aspiraciones de ese sector conservador, tratar de aplicar una política de golpe suave contra nuestro país”.
Al explayarse sobre los motivos del golpe que denuncia, se refirió al bloqueo que sufre el país, para dar cuenta de que no se trata de una nueva problemática, sino más bien de un registro histórico: “Siempre hemos estado bloqueados. Somos una generación que ha nacido, crecido y vivido bloqueada, y somos de las generaciones que constantemente ha estado participando en todo un grupo de programas para evitar que se atrase con el bloqueo o que el país no pueda superar el bloqueo”.
Protestas
El domingo pasado los cubanos salieron a las calles. Decenas de miles pedían libertad y alimentos a coro. Las razones que esgrimen son la crisis del pueblo. Los alimentos siempre han estado racionados y, ahora con la pandemia, las restricciones son aún más inflexibles. El embargo estadounidense de casi 61 años no ayuda.
Si bien las quejas no son nuevas, hubo algo nuevo en las manifestaciones del domingo: su propagación. Las protestas estallaron en masa, de manera espontánea, en todo el país, hasta en los pueblos rurales.
En el pasado, las protestas se limitaban a grupos minúsculos, sobre todo en La Habana, la capital. Los cubanos comunes y corrientes, incluso los inconformes, sabían que no debían acercarse demasiado a los manifestantes, ni física ni políticamente. Cualquier expresión de solidaridad con cualquier forma de disidencia es bastante arriesgada. Es habitual perder el trabajo, lo mismo que ser detenido.
Sin embargo, el domingo pareció que el “miedo a sumarse” compartido por todos desapareció: la solidaridad se impuso a la mentalidad cubana de arreglárselas cada quien como pueda.
El gobierno respondió como lo ha hecho con protestas anteriores, con un llamado a la “batalla”. El presidente, Miguel Díaz-Canel, envió a las fuerzas de seguridad para sofocar las protestas. También instó a los ciudadanos a salir a “defender” la revolución.
Lo más parecido que Cuba había visto en el pasado reciente fue el “Maleconazo” de 1994, cuando cientos de cubanos se concentraron en la famosa explanada marítima de La Habana, el Malecón, para protestar por la crisis económica durante el llamado Periodo Especial.
Los detonantes de estas dos manifestaciones son similares. Hoy, al igual que en 1994, Cuba sufre el colapso económico de su principal superpotencia y proveedor de petróleo, la antigua Unión Soviética en aquel entonces y Venezuela desde 2016. Los apagones son tan comunes hoy como lo fueron a principios de la década de 1990. Hoy, como en 1994, el país se encuentra en una contracción económica que ya lleva cinco años.
Sin embargo, las protestas del domingo ocurrieron en una Cuba muy diferente a la de los años noventa. Por ejemplo, ya hay teléfonos celulares y wifi disponibles. Los cubanos pudieron compartir en tiempo real las manifestaciones que estallaron en todo el país.
La primera protesta surgió en la ciudad de San Antonio de los Baños, cerca de La Habana. Los manifestantes publicaron videos en Facebook Live, incluyendo videos cortos que muestran a las fuerzas de seguridad intentando dispersar las protestas. Fue entonces cuando estallaron las manifestaciones en todo el país. El pueblo cubano, que en su mayoría tiende a ser apolítico, al parecer decidió sumarse.
El gobierno no pudo borrar los videos en Facebook Live. En cambio, optó por un prolongado apagón de internet, con lo cual restringió el acceso a las redes sociales. Pero ya era demasiado tarde. A pesar de los esfuerzos del gobierno, la gente sigue protestando.
Otra diferencia es la pandemia. En Cuba, la pandemia dejó al descubierto la decadencia del sistema de salud pública, ya que hay muy pocas camas de hospital y demasiados doctores trabajando en misiones médicas de Estado en el extranjero. Además, apenas se ha vacunado a un 26,4 por ciento de la población.
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