Mientras todo el mundo lucha contra la inflación, en China el gran temor es una deflación
Algunos economistas encuentran un paralelismo entre China y Japón, donde el crecimiento estuvo estancado y los precios cayeron durante años
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HONG KONG.- Las señales de deflación se extienden por toda China y suman presión sobre el gobierno de Pekín para que reactive el crecimiento y evite caer en una trampa económica de la que es difícil salir.
Mientras el resto del mundo sufre por la inflación, China corre el riesgo de entrar en una prolongada caída de precios que si se consolida podría comerse las ganancias de las empresas, frenar el consumo y dejar sin trabajo a millones de personas. Y la onda expansiva barrería el planeta, abaratando los precios de algunas exportaciones chinas, pero también privando al mundo de la enorme demanda china de materias primas y bienes de consumo, entre otros problemas.
Los precios de lista de los fabricantes chinos vienen cayendo desde hace meses y en todos los sectores, desde la siderurgia y el cemento hasta la industria química. Los precios al consumidor, por su parte, están planchados, pero el precio de algunos productos básicos, como el azúcar, los huevos, la indumentaria y los electrodomésticos, viene cayendo mes a mes, consecuencia de la poca demanda.
La mayoría de los economistas piensan que China probablemente logrará evitar un periodo de deflación profunda y prolongada. Aunque a paso lento, la economía china está creciendo, y el gobierno ha anunciado una serie de pequeñas medidas de estímulo que podrían ayudar aún más. A principios de julio, Liu Guoqiang, vicepresidente del banco central chino, desestimó los temores de que China esté ingresando en un proceso deflacionario.
Pero algunos economistas encuentran alarmantes paralelismos entre la actual coyuntura china y la experiencia de Japón, que viene luchando desde hace añares contra la deflación y el estancamiento de la economía.
En la década de 1990, Japón sufrió un colapso bursátil y del mercado inmobiliario que obligó a las empresas y los hogares a reducir drásticamente el gasto para pagar sus pesadas deudas, la misma “recesión del balance” que según algunos economistas se está perfilando hoy en China.
Los datos económicos chinos difundidos el jueves muestran que las ganancias industriales se están hundiendo y que en junio cayó el precio promedio de las viviendas a estrenar.
Si China deriva hacia una deflación prolongada, sumaría otro gran problema: las recetas tradicionales para combatirla son contrarias a la ideología de Pekín o serían demasiado débiles frente al peso de la deuda y otros problemas que tiene el país. Por un lado, Pekín desconfía de los grandes programas de gasto financiados con déficit que podrían impulsar el crecimiento y hacer subir los precios, por el otro, la deuda pública y privada hace que los consumidores y las empresas son reacios a endeudarse todavía más para gastar o invertir.
“La gran preocupación es que las herramientas que tienen disponibles no traccionen lo suficiente para evitar la deflación”, dice Eswar Prasad, profesor de economía de la Universidad de Cornell y exjefe de la división para China del FMI.
En términos de la economía global, una prolongada deflación en China ayudaría a enfriar la inflación en otros países, ya que sus fábricas aportan una gran parte de los insumos y bienes de consumo del mundo.
Sin embargo, una avalancha de exportaciones chinas a precios de remate en los mercados globales podría desplazar a los exportadores rivales, dañando el empleo y la inversión en esos países. En junio, el precio interanual promedio de las exportaciones de acero y productos químicos chinos cayó alrededor de un 30%.
Una racha deflacionaria en China probablemente también implique menor demanda china de alimentos, energía y materias primas, de las que dependen grandes porciones del mundo para obtener divisas internacionales.
“El mercado está subestimando el impacto deflacionario de China en la economía global”, apunta Frederic Neumann, economista en jefe para Asia del banco HSBC en Hong Kong.
En junio, el aumento interanual de precios en Estados Unidos fue del 3%, una fuerte desaceleración con respecto al 8% del año anterior, mientras que en la Unión Europea fue del 6,4%, ya que la región todavía sufre los coletazos del aumento de precios de la energía y los alimentos.
Pero en China la inflación interanual de precios al consumidor fue del 0%, y el índice de precios al productor cayeron un 5,4% respecto al año anterior.
Ahora que los precios internacionales de la energía y los alimentos empezaron a bajar, los economistas prevén que en los próximos meses los precios generales al consumidor en China sigan planchados, o incluso bajen. Y no solo está cayendo el precio de la ropa y algunos alimentos, sino también el de los vehículos eléctricos, ya que tanto los fabricantes de chinos como Tesla han rebajado sus precios debido a la desaceleración de las ventas y en un intento por ganar más participación en un mercado saturado.
China podría escapar de una deflación grave si en la segunda mitad del año las medidas de estímulo del gobierno logran destrabar el crecimiento, como anticipan algunos economistas. Los economistas del banco de inversiones Nomura estiman que en el tercer trimestre la inflación anual de precios al consumidor en China será negativa (-0,2%) y que hacia finales de año la inflación volverá a ser positiva.
El gran riesgo para China es que la deflación se prolongue más de lo esperado. La caída de los precios tiende a reducir el gasto, ya que los consumidores guardan su dinero a la espera de conseguir mañana un mejor precio, profundizando una espiral descendente.
Y cuanto más dura una deflación, más severos son sus efectos. La consolidación de un proceso deflacionario implica que las deudas son cada vez más difíciles de afrontar, debido a la caída de las ganancias y de los ingresos. Entonces, las empresas empiezan a despedir empleados para compensar la pérdida de ganancias.
La receta de manual es una inmensa expansión de la base monetaria, la reducción de las tasas de interés y la emisión de billetes para alentar el crédito y el gasto, lo que teóricamente debería impulsar un aumento de los precios.
Pero los datos económicos muestran que las empresas chinas se muestran reacias a endeudarse para ampliar la producción, y que los deudores hipotecarios chinos están corriendo a pagar anticipadamente sus créditos. Ambas son señales de un poco demanda de crédito, lo que a su vez neutraliza la efectividad de la reducción de las tasas.
“En una economía fuertemente endeudada, la deflación es particularmente peligrosa”, apunta Arthur Budaghyan, economista en jefe de mercados emergentes de BCA Research.
Por Jason Douglas y Stella Yifan Xie
Traducción de Jaime Arrambide
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