Mientras se opaca su estrella, los brasileños se preguntan por qué todo terminó mal
Un clima externo adverso y recetas de corto plazo para no desacelerar el crecimiento llevaron a la economía a un callejón del que le será difícil salir
BRASILIA.- La presidenta de Brasil tenía motivos para la euforia: acababa de alcanzar su reelección, tras una campaña en la que había defendido a capa y espada su aporte para hacer de Brasil la estrella en ascenso de la escena internacional.
Sin embargo, en los días que siguieron a su victoria de octubre pasado, la presidenta Dilma Rousseff encontró motivos de preocupación, sobre todo cuando, en reuniones privadas con sus colaboradores más cercanos, le explicaron las crecientes señales de que los logros de Brasil corrían peligro de desmoronarse.
"Nos excedimos", reconoció públicamente el jefe de Gabinete de Rousseff, Aloizio Mercadante, al describir la sensación de alarma que cundió cuando el fragor electoral pasó y la presidenta y su equipo se enfrentaron con las debilidades de la economía brasileña.
Pero el país no solamente sufre por la caída del precio internacional de los commodities que Brasil exporta, como el mineral de hierro, ni por la menor demanda de mercados como China, ni por el creciente escándalo de corrupción en Petrobras. Según reconocen sus mismos funcionarios, las propias políticas económicas de Rousseff también se cobraban su precio.
Ahora, la crisis económica ha desatado un doloroso examen de conciencia nacional sobre el modo en que Brasil despilfarró su éxito tan trabajosamente ganado.
"El modelo brasileño, tan celebrado hace unos pocos años, se está convirtiendo en un descarrilamiento de trenes en cámara lenta", dijo Mansueto Almeida, un eminente comentarista de política económica. "Nuestros líderes políticos prefieren echarle la culpa a China o a algún otro villano externo, pero no pueden escapar al hecho de que esta crisis autoinfligida se originó en Brasil."
El desempleo trepó al 7,5% en julio, el mayor índice en cinco años. Y seguirá subiendo. "Hoy todo está destruido, y no tengo idea de si voy a encontrar trabajo cuando me gradúe", dijo Daiane Andrade, de 21 años, que estudia Economía en Río de Janeiro. "El desempleo y la inflación no dejan de subir. Cada vez que uno cree que ya no puede empeorar, empeora."
Muchos economistas señalan que los problemas de Brasil tienen su origen en una serie de cambios de políticas que impulsó Rousseff cuando quedó claro que la economía se estaba desacelerando, después del pico de crecimiento del 7,6% registrado en 2010, la mayor tasa en más de dos décadas.
Con la esperanza de impedir que la economía se enfriara demasiado tras el auge de la década anterior, Rousseff presionó al Banco Central para reducir las tasas de interés, alimentando así una fiesta de endeudamiento que ahora tiene a los consumidores brasileños con el agua al cuello para pagar lo que deben. Rebajó los impuestos de ciertas industrias locales e impuso controles de precios sobre los combustibles y la electricidad, generándoles cuantiosas pérdidas a las empresas públicas de energía.
Quienes critican a Rousseff dicen que también empezó a usar fondos de los gigantescos bancos estatales para cubrir el déficit presupuestario durante el año electoral. "Destruyeron deliberadamente las cuentas públicas para alcanzar la reelección", dijo el influyente economista Antônio Delfim Netto.
Errores
Algunos críticos señalan que los errores de Rousseff no sólo fueron tácticos, sino también ideológicos. La presidenta y su partido siguieron un modelo de mayor injerencia del Estado en la economía, en especial, en la industria petrolera y el sector financiero. "Nuestros dirigentes quisieron encontrar la fórmula para acumular poder y quedarse en el gobierno, por más que eso implicara profundizar los problemas de la economía", dijo el economista Reinaldo Gonçalves.
Pero los seguidores de Dilma argumentan que las finanzas de Brasil son más sólidas que en el pasado y descartan de plano que se deba recurrir a préstamos de emergencia del Fondo Monetario Internacional. De hecho, en términos netos, Brasil sigue siendo un país acreedor, tras haber acumulado una enorme masa de bonos de Estados Unidos: el Banco Central tiene 370.000 millones de dólares en reservas internacionales.
De todos modos, Rousseff enfrenta feroces críticas e intenta volver atrás con algunas de las políticas que impulsó durante su primer mandato. Mientras que en gran parte del mundo el precio de la energía está bajando, en Brasil se disparó, no bien el Gobierno empezó a flexibilizar el control de precios de los combustibles. Como consecuencia del intento del Gobierno de achicar las pérdidas de las generadoras de energía eléctrica, la tarifa de luz residencial subió más del 40% tan sólo en este año.
La desaceleración de la economía de China también limita sus márgenes de maniobra. A medida que Brasil se fue haciendo más dependiente de las exportaciones a China de commodities como el mineral de hierro, la soja y el aceite, el porcentaje de las exportaciones de productos con valor agregado cayó del 62% que registraba en 2000 al 45% en 2013.
Los economistas advierten que acomodar la economía brasileña podría llevar años, y hacen comparaciones incómodas con la "década perdida" de 1980, marcada por la hiperinflación y la crisis de la deuda externa.
Traducción de Jaime Arrambide
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