Miedo y desconfianza, la gran similitud con 2008
NUEVA YORK.- Suena pavorosamente familiar: las acciones se desploman, la economía empieza a sufrir, los políticos procuran encontrar soluciones, pero están empantanados en sus desacuerdos. Muchos norteamericanos se preguntan si no se está gestando una repetición de la crisis financiera de 2008.
La respuesta es tema de un feroz debate entre economistas y expertos en mercados. Muchos dicen que en la actualidad los riesgos son menores -al menos en términos de una crisis inmediata-, porque el sistema financiero en general es más saludable y hay menos problemas ocultos. Pero los expertos agregan que sí hay motivos para preocuparse y no descartan la posibilidad de una rápida caída en espiral si los políticos de Estados Unidos y de Europa no logran tranquilizar a los inversores.
El problema central, tal como lo era hace tres años, es demasiada deuda que a los deudores les resulta muy difícil pagar? pero esta vez se trata de deuda del gobierno, no de los consumidores. "Por ahora la cosa no es tan grave como en 2008, pero podría agravarse debido a que la preocupación por la deuda soberana es mucho más global que el riesgo de las hipotecas subprime", dijo Darrell Duffie, profesor de finanzas en Stanford. Tal vez la semejanza más perturbadora con 2008, y la mayor preocupación, sea la creciente falta de confianza. "Hay un nivel de miedo semejante", dijo Michael Hanson, economista del Bank of America Merrill Lynch.
Hasta el momento casi toda la atención se ha concentrado en la volatilidad de las acciones. Pero la mayor preocupación de los financistas y funcionarios son los signos de estrés manifestados en los mercados crediticios europeos, que son esenciales para las operaciones cotidianas de bancos y empresas de Europa.
A diferencia de la crisis de 2008, que empezó en Estados Unidos y se propagó a todo el mundo después de la quiebra de Lehman Brothers y el casi colapso de la gigantesca aseguradora AIG. cuando cundieron los defaults de las hipotecas subprime, la situación actual empezó del otro lado del Atlántico. El miedo creciente debido a la exposición de los bancos europeos a la deuda soberana ahora está desgastando los nervios de todo el mundo en Estados Unidos.
En Europa, las instituciones financieras tienen un enorme acopio de bonos gubernamentales y corporativos de Grecia, Irlanda, Portugal, Italia y España. Y crece la preocupación por posibles defaults.
Algunos insisten en que las comparaciones son exageradas y señalan que es importante no confundir una caída del mercado de valores con un pánico generalizado. "Creo que es bastante diferente a lo ocurrido en 2008", dijo John Richards, director de estrategias de RBS, de Stamford, Connecticut. "Esta es una corrección del mercado basada en un crecimiento más lento y en la creciente posibilidad de una recesión. En 2008, teníamos una genuina crisis de fondos, en la que los bancos eran reticentes a hacerse préstamos entre sí".
Otros en Wall Street, en cambio, mantienen que la agitación se desarrolla de manera similar. Para muchos, las enormes deudas de Italia y de España son en la actualidad equivalentes a Lehman y AIG.
En un ominoso eco de 2008, las acciones bancarias europeas cayeron anteayer un 10% y en Europa los bancos han empezado a retener el efectivo, lo que afecta los préstamos interbancarios que mantienen el funcionamiento del sistema financiero global.
Mientras los costos crediticios para los bancos en Estados Unidos e Inglaterra han aumentado levemente, los costos crediticios para los bancos continentales europeos que se prestan dinero entre sí se han duplicado desde fines de julio. Y como los bancos europeos intercambian cotidianamente millones de dólares con sus pares norteamericanos, se ha propagado el miedo al contagio.
Sin embargo, existen algunas diferencias muy importantes entre ahora y entonces que podrían lograr que los bancos manifestaran mayor resiliencia. Las instituciones financieras de Estados Unidos tienen un tercio más de capital del que tenían en 2007 y han reducido su exposición a los riesgos, al igual que los consumidores y las empresas. Pero no todas las discrepancias son benignas. A diferencia de 2008, cuando los políticos de Estados Unidos actuaron rápidamente para rescatar a los bancos, las divisiones políticas que cunden en Washington hacen que medidas audaces como otro paquete de estímulo sean mucho más difíciles de implementar.
La Reserva Federal también tiene menos instrumentos para poner en juego. Ya ha reducido casi a cero las tasas de interés a corto plazo, y dos ciclos de inyecciones de capital de más de 2 billones de dólares, destinadas a estimular la economía, aún no han terminado de restaurar el crecimiento.
En Europa, en tanto, los líderes políticos están tan divididos sobre el curso de acción a seguir como sus contrapartes norteamericanos, porque los diferentes países tienen muchas dificultades para poder reconciliar sus diferentes intereses.
Traducción de Mirta Rosenberg
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