Michelle Bachelet: "La centroizquierda no ha logrado generar nuevas respuestas en el mundo actual"
Antes de visitar la Argentina, la presidenta chilena habla de los problemas que tuvieron los liderazgos progresistas en distintos lugares del mundo; llamó a que ambos bandos en Venezuela muestren generosidad para alcanzar la paz
VIÑA DEL MAR.- Michelle Bachelet está de humor y conversadora. Hace pocas horas los diputados aprobaron una nueva ley de educación superior en Chile y, mientras ella recibe a LA NACION en el palacio presidencial del Cerro Castillo, en Viña del Mar, el Senado comienza a discutir la despenalización del aborto. Ambas son parte de las reformas emblemáticas que comprometió para su segundo gobierno, del cual quedan sólo ocho meses.
Hoy Bachelet estará en Buenos Aires, en un homenaje por el centenario de la folklorista Violeta Parra, y hace poco Mauricio Macri estuvo de visita oficial en Santiago para revisar cómo marcha la agenda binacional que dibujaron a fines del 2016. Bachelet admite que su espacio político, la centroizquierda, “no ha logrado generar nuevas respuestas en el mundo actual. Pero lo que más le preocupa en estos días es la crisis en Venezuela, un proceso que sigue muy de cerca y del cual se informa en cada jornada.
–¿Qué posición tiene frente a la Asamblea Constituyente que está convocada en Venezuela para fines de este mes?
–He visto lo que ha sucedido en los últimos días y ha habido una votación bien impresionante: más de siete millones de personas fueron a votar en contra de esta Asamblea Constituyente, y lo que he leído es la voluntad de la oposición de continuar con mucha fuerza haciendo un camino propio, que puede llevar a una situación de inestabilidad aún mayor en el país. Más allá de que Chile considera que la situación de los venezolanos tiene que ser resuelta por los propios venezolanos, lo que temo es que eso pueda llevar a un choque muy brutal y a una inestabilidad muy fuerte para Venezuela. El ideal para nosotros es que pudiera haber un punto de encuentro entre oposición y gobierno, negociar una salida pacífica.
–Es decir, llegar a la Asamblea Constituyente implicaría una salida violenta.
–De lo que deduzco de las palabras de los líderes de la oposición, es que ellos van a hacer todo lo posible para que no se llegue a aquello. He estado mirando las opiniones de los dirigentes del Parlamento y el interés del diálogo y de no llegar a una vía más violenta siempre es un riesgo, porque la percepción de la oposición es que no son escuchados y puede haber la intención de algunos de pasar a una forma de expresión más dura. Nos preocupa, y todo lo que podamos hacer desde Chile para ayudar a la estabilidad y estabilización de Venezuela, lo haremos. Hasta ahora no ha sido fácil. Todos los esfuerzos que han hecho los países de la región han sido poco satisfactorios, pero esperamos llamar a la generosidad, para que los sectores en pugna puedan sentarse a conversar y buscar una solución pacífica.
–¿Ese llamado es también para el presidente Nicolás Maduro?
–Para todos los sectores que tengan que estar en la mesa.
–¿Considera que Venezuela sigue siendo una democracia?
–Depende de lo que usted considere una democracia. Si considera que una democracia es que se elija un presidente de la república por vía electoral, abierta, limpia, entonces la definiría una democracia. Sin embargo, creo que no basta hoy en el mundo con ser electo, y esto corre para todo el mundo: creo que un presidente debe que seguir trabajando, generando espacios de participación y acercamiento de las distintas partes. Los países somos todos, no solamente los presidentes. Cada presidente debe buscar en su país los acuerdos para tener una convivencia en paz.
–Hace un mes usted pidió a través de revista Time liberar presos políticos y cesar la violencia en Venezuela. Se sacó de la cárcel a Leopoldo López, pero hay varias decenas de muertos más en las protestas. ¿Cómo ha observado estos últimos acontecimientos?
–Me alegro que Leopoldo López haya salido de prisión. Creo que es un paso importante, pero efectivamente nos duele que personas hayan muerto producto de los enfrentamientos que hay en las calles.
–En la región hay además inestabilidad política creciente ante casos de corrupción. Algunos salpican a ex presidentes, como Lula da Silva en Brasil, Ollanta Humala en Perú, incluso Cristina Kirchner en la Argentina. ¿Cómo ve usted estos hechos?
–Más allá de los casos particulares, donde siempre uno tiene que tener mucha prudencia para no hacer un juicio paralelo o a priori, porque las investigaciones determinarán si es que efectivamente las acusaciones tienen fundamento o no, sin duda creo que es algo que no deja indiferente a nadie. Nos obliga a todos los presidentes a seguir trabajando muy fuertemente, y es lo que Chile ha hecho, para separar el dinero de la política.
–¿Ve como una tendencia regional que tengamos más gobiernos de derecha, con izquierdas más débiles? Me refiero particularmente a los socialismos.
–En la democracia son electos gobiernos de un lado y de otro con mucha frecuencia, pasó recién con Trump en Estados Unidos. Los pueblos siempre tienen el derecho a mirar y preguntarse qué quieren para el próximo período. No hablaría de tendencia por sí misma, pero efectivamente, cuando usted habla que los socialismos o las socialdemocracias están más debilitadas en algunas partes del mundo, efectivamente eso habla de la crisis de la política, en algunos casos por corrupción, o porque hay intereses en conflicto y hay otros que pueden tomar la delantera. Pero también creo que en muchos lugares, las elites no han estado a la altura de lo que los ciudadanos desean y necesitan. Es bueno para un país como Chile que los ciudadanos ya no toleren cosas que ya no toleraban. Hay sectores que quieren jugar en la definición del país. Esos nos son jóvenes que necesariamente representen a la derecha, son jóvenes de centroizquierda. En la medida en que las instituciones políticas puedan recuperar la confianza de los ciudadanos, tener propuestas atractivas, democráticas, que profundicen los derechos y oportunidades de la gente, es perfectamente factible que se sigan eligiendo personas de izquierda o centroizquierda. Más allá de lo que suceda en las elecciones, si los partidos políticos trabajan bien, pueden también tener una opción electoral interesante. Pero efectivamente a nivel del mundo hay una conversación y un debate en la centroizquierda y la socialdemocracia, que es preguntarse qué ha sucedido con votaciones bajas, por ejemplo en Europa, y tiene que ver con los estilos de liderazgo, con que el mundo de la centroizquierda no ha logrado generar nuevas respuestas en el mundo actual. No he tenido tiempo para hacer ese debate, porque estoy dedicada a gobernar. Luego de terminar, me interesa entrar, porque creo que un país justo, donde todo el mundo tiene acceso a oportunidades y no depende del poder del dinero, y nuestro país todavía no está ahí: el esfuerzo y mérito no es suficiente para tener todas las oportunidades que se merecen.
Fuera de la carrera electoral, el debate del momento en Chile ha estado centrado en el Servicio Nacional de Menores, Sename, que está encargado de vigilar la infancia más abandonada del país. El año pasado, a raíz de la muerte de una niña, se generó una investigación que arrojó que en la última década han muerto más de 1300 niños, adolescentes y jóvenes que estuvieron en los centros. Hasta el Congreso se enfrascó en una dura pelea política al rechazarse el informe de una comisión de diputados que investigó los casos. A Michelle Bachelet el tema la afecta. “Soy pediatra”, dice. “Me tocó estar salvando vidas y me tocó estar cuando lamentablemente no era factible, por la enfermedad. Todo niño que fallezca, sea vulnerado en sus derecho o no, es una tragedia siempre. Siempre es una tragedia que en una sociedad haya niños que el Estado tenga que hacerse cargo porque sus familias no pueden. La solución ideal nunca es la institucionalización, sino que las familias se puedan hacer cargo”, agrega Bachelet, cuenta que leyó los informes de todas las muertes y que antes de hacerlo ya había dicho que estaba avergonzada de lo que estaba ocurriendo.
La presidencial chilena es el 19 de noviembre y es la primera vez desde 1990 que el oficialismo llevará dos candidatos: los senadores Carolina Goic y Alejandro Guillier. Se suman los ganadores de la primaria: el ex presidente Sebastián Piñera, por Chile Vamos, y Beatriz Sánchez, del izquierdista Frente Amplio. “Me preocupa que al calor de la campaña se puedan ideologizar excesivamente ciertas temáticas, caer en debate con tono muy elevado, o descalificaciones personales, o posverdad: hechos que no son tales pero que quedan instalados como verdad”, dice.
–¿Quién quiere que sea el próximo presidente de Chile?
–Me gustaría que la próxima persona que dirija los destinos del país crea que es necesario asegurar una sociedad cada día más solidaria, más justa, menos desigual.
–¿Prefiere de algún sector en particular o da lo mismo?
-No, no, no da igual, porque no creo que todos piensen igual. Hemos escuchado a candidatos que no creen en la gratuidad en la educación, por ejemplo. No da lo mismo, hay sectores que de verdad creen que hay que seguir profundizando y construyendo sobre lo que se ha hecho y hay otros que han planteado más bien una restauración conservadora. Esperaría que fuer alguien que continúe las transformaciones que se han hecho.
–Si las elecciones fueran ahora pronto, las encuestas dirían que Chile está por virar nuevamente a la derecha. ¿Por qué cree que pasó eso?
-No tengo ese diagnóstico, francamente.
–¿Cuál tiene?
–Mi diagnóstico es que está abierto quién va a ser presiente de la república. Es verdad, hay personas que están más adelante que otras, pero falta mucho para las elecciones y no se ha entrado a la campaña. De verdad creo que está abierto.
–¿Quién la representa?
-Los candidatos que me representan son naturalmente de la Nueva Mayoría, pero una gran tarea como gobierno y las fuerzas políticas todas es trabajar fuertemente para que uno de los riesgos mayores, que es la alta abstención electoral, no se repita.
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