Merkel se acerca al final de su mandato, pero se aleja su escenario soñado
Los últimos sondeos muestran a la oposición un punto por encima del candidato oficialista Armin Laschet para las elecciones de septiembre, lo que complica las chances de la canciller de nombrar a un sucesor
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PARÍS – Por primera vez en 15 años, los sondeos colocan a los socialdemócratas alemanes en primera posición en la carrera a la cancillería para remplazar a Angela Merkel. A menos de un mes de las elecciones federales, el resultado nunca fue tan incierto.
Es una première en tres lustros para la izquierda alemana: según un último sondeo del Instituto Forsa publicado esta semana, el partido Social-Demócrata (SPD), liderado por el ministro de Finanzas, Olaf Scholz, totaliza 23% de las intenciones de voto, superando en un punto a la unión conservadora CDU-CSU de la actual canciller. Los Verdes, que contaban con el efecto “adhesión” que deberían haber provocado las recientes inundaciones en el país, solo obtienen 18% de las preferencias.
Nadie hubiera apostado por semejante escenario. Antes del verano europeo, el SPD no despegaba del 15% en los sondeos. Seguidos de cerca por los liberales, se encontraban muy lejos detrás de la CDU y los ecologistas, que parecían tener asegurada la formación del futuro gobierno. Pero eso era sin contar con el paso en falso de la candidata de los Verdes, Annalena Baerbock, y sobre todo con el tropiezo del aspirante de los demócrata-cristianos, Armin Laschet.
Según Manfred Güllner, presidente del instituto Forsa, “el factor principal de la caída de la CDU se debe a la imagen cada vez más calamitosa de Laschet”.
“Sobre los grandes temas, da la impresión de dudar, de no tener las ideas claras a riesgo de contradecirse. Así sucedió con el Covid-19. Nunca cesó de zigzaguear con respecto a la línea de firmeza defendida por la canciller”, analiza.
Las acusaciones de plagio y de mejoramiento de su currículum vitae detuvieron en seco la “annalenamanía” de la primavera boreal. La cuadragenaria ecologista tampoco consiguió aprovechar el tema climático, a pesar de los diluvios que se abatieron en el oeste de Alemania en el mes de julio. En cuanto a Laschet, primer ministro de Renania-del-Norte Westfalia, su risa durante una visita dedicada a los sitios golpeados por las inundaciones cayó como una bomba en los alemanes. Las imágenes circularon durante días, arruinando la imagen de sólido administrador que el candidato del partido de Merkel esperaba instalar.
La febrilidad es palpable en el seno mismo de la CDU: según un sondeo Civey aparecido la semana pasada, 70% de los simpatizantes de la formación desearía que Laschet abandonara su candidatura en beneficio de su antiguo rival, el primer ministro CSU bávaro, Markus Söder. Aun cuando Söder haya rechazado la idea, 52% de los encuestados por Civey lo apoyaría.
Recorriendo a mediados de julio la región devastada por las inundaciones, con botas de goma y prometiendo una ayuda financiera rápida a los habitantes traumatizados, el social-demócrata Olaf Scholz apareció a los ojos del público como el hombre de la situación. En momentos en que Merkel se apresta a retirarse de la escena política tras cuatro mandatos, su vice-canciller durante cuatro años y ministro de Trabajo durante la crisis financiera de 2008, parece el preferido para prolongar la herencia de la personalidad preferida de los alemanes.
En caso de sufragio directo, Scholz (SPD) distanciaría a sus adversarios con 41% de los votos, según un estudio Dimap, contra 16% para Laschet (CDU) y 12% para Annalena (Verdes).
Primero en partir en campaña, ¿conseguirá no obstante el vicecanciller de la actual coalición poner fin al reino de la CDU, como lo había hecho Gerhard Schröeder en 1998? El problema es que sus propuestas no coinciden con las aspiraciones de su base electoral.
“Scholz encarna el SPD pragmático de la era Schröeder”, analiza Jurgen Falter, profesor de Ciencias Políticas en la universidad de Mayence. Ese posicionamiento centrista, que inspiró la estrategia practicada a comienzos de la década del 2000 para sanear Alemania y reforzar su competitividad, fue vivida “como una traición por la base electoral tradicional del partido”, agrega.
En todo caso, el programa de campaña de los social-demócratas, centrado en el “respeto”, lleva la marca de sus aspiraciones. Reivindica un salario mínimo de 12 euros brutos la hora, contra 9,50 euros actualmente; un ingreso mínimo por cada hijo, calculado en función del ingreso de los padres; un impuesto sobre la fortuna y una regulación de los alquileres.
Cuando faltan cuatro semanas para las elecciones del 26 de septiembre, el futuro político de Alemania parece más incierto que nunca. No solo es difícil predecir quién será el futuro canciller sino, sobre todo, el color de la próxima coalición que gobernará la primera economía de Europa por cuatro años.
Desde su elección en 2005, Merkel gobernó generalmente con el SPD, salvo entre 2009 y 2013, cuando hizo alianza con los liberales. Pero su sucesor podría no tener las mismas opciones: cualquiera sea el próximo canciller -social-demócrata, conservador o ecologista- podría verse obligado a coaligarse no con un solo partido, como sucedió siempre desde 1949, sino con dos, para lograr una mayoría.
Para Manfred Güllner, eso es lo más preocupante. A su juicio: “Una coalición de tres partidos podría transformarse en un verdadero rompecabezas programático y en un real factor de inestabilidad para el país”.
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