Natalie Haynes, una autoridad mundial en el mundo clásico, aportó la perspectiva femenina en su libro ‘Las Mil Naves’, que cuenta la guerra de Troya y las terribles secuelas en mujeres
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Ni Medusa era tan mala, ni Pandora tenía una caja. Y Penélope increpó a Ulises. Por siglos, la visión que tuvimos de algunos de los arquetipos más importantes de nuestra civilización fueron alentados por autores y voces masculinas. Según ellas, Medusa encarnó la maldad, Pandora echó a volar los males del mundo y Penélope esperó pacientemente el regreso de su marido, mientras tejía para engañar al tiempo y a sus pretendientes.
Natalie Haynes, licenciada en Filología Clásica por la Universidad de Cambridge y considerada una autoridad mundial en el mundo clásico, decidió revisitarlos desde una perspectiva silenciada por cientos de años: la femenina. Autora de seis libros, en 2021, publicó Las Mil Naves, que cuenta la legendaria guerra de Troya y sus terribles secuelas para las mujeres a través de la historia.
Ambientado en una Troya reducida a cenizas después de 10 años de cruenta guerra, por el libro, desfilaron desde las mujeres troyanas -cuyos destinos ahora están en manos de los griegos- hasta la princesa amazona que luchó contra Aquiles, pasando por Penélope o las tres diosas con cuya contienda empezó todo.
Además de escritora, Haynes (Reino Unido, 1974) lleva varias temporadas al frente del programa Natalie Haynes defiende a los clásicos, de la BBC, y colabora con medios como The Times, The Independent, The Guardian o The Observer. BBC Mundo habló con ella en el marco del “HAY Festival Querétaro”, que se celebró en esa ciudad mexicana entre el 1° y el 4 de septiembre, mes en el que se lanza su último trabajo Stone blind, centrado precisamente en Medusa.
-¿Fue muy diferente la guerra de Troya de las mujeres a la de los hombres?
-Creo que realmente lo fue. Obviamente, la gran narrativa que tenemos de la guerra de Troya es La Ilíada, de Homero, pero la gente a menudo se olvida -yo misma me lo tengo que recordar en ocasiones- de que cuenta solo dos meses en el último año de ese conflicto, que duró en total alrededor de una década. Eso es todo. Solo 60 días. Así que quedó mucho por contar de antes y de después. Y como La Ilíada se concentró intensamente en el campo de batalla, también nos olvidamos de las consecuencias de la guerra y de lo ocurre fuera de él.
-Y, precisamente, su libro cuenta esa guerra desde un punto de vista muy distinto al del campo de batalla.
-Sí, La Ilíada se centró sobre todo en los avances y los retrocesos de los bandos enfrentados. Y yo quería contar lo que sucedió en los márgenes de una guerra y no solo en su epicentro. El hilo central son las mujeres troyanas y los personajes femeninos en general. Fuera del campo de batalla. Quería mostrar el alcance épico de las mujeres, mostrar a las diosas que estuvieron involucradas la guerra, a las mujeres griegas que esperan en casa a sus hombres. Nos centramos tanto en la experiencia que tienen los hombres en una guerra -en muchas ocasiones con razón, porque ellos son los participantes activos-, que eso a veces nos priva de la oportunidad de contar lo que las mujeres experimentan en ellas. Las que luchan, como Pentesilea, y las que sufren el daño terrorífico que provocan esas contiendas. Pienso que Eurípides se dio cuenta, muy brillantemente, de que si querés romperle el corazón a la gente, necesitas salir del campo de batalla. Escribió ocho tragedias sobre la guerra de Troya, siete de ellas con personajes femeninos en el título. Comprendió que había que ir, por ejemplo, donde Efigenia es sacrificada para que los griegos puedan llegar a Troya. O pararse entre las mujeres troyanas que sobrevivieron mientras, detrás de ellas, en el horizonte, se ven los restos humeantes de su ciudad.
-La guerra de Troya la ganaron los griegos, pero en realidad, ¿todos perdieron?
-Hay mucha infelicidad envuelta en esta guerra. Y me pareció muy importante mostrar que no había un mundo en el que las personas que ganan son felices y las que pierden están tristes. Si pensamos en que, cuando Ulises -uno de los personajes más conocidos- regresa victorioso a casa, masacra a más de 100 hombres y cuelga a 12 mujeres de un trozo de cuerda; ¿es este el comportamiento de un héroe o de alguien con trastorno de estrés postraumático? De hecho, fue muy devastador para todos los involucrados, vencedores y perdedores. Y eso, en cierto modo, era más obvio entre las mujeres que entre los hombres, porque ellos tienden a morir peleando, por lo que su historia llega a un final abrupto. Pero por trágico que sea eso, muchos quizás consideraríamos más trágico ser esclavizado, luego violado repetidamente y finalmente asesinado, que es lo que les sucede a las mujeres.
-Probablemente, el personaje femenino de la antigua Grecia más famoso sea Helena de Esparta, Helena de Troya, cuyo rapto por parte de Paris inició la guerra, ¿no?
-Es famosa en todo el mundo... excepto en Grecia, donde si preguntás cuál es el personaje más famoso de la guerra de Troya, la gente contesta que Heracles (Hércules). Con frecuencia pensamos en Helena como un personaje bastante pasivo, pero Homero ciertamente no la veía así. Aunque en La Ilíada aparece como una especie de juguete de Afrodita, en La Odisea es un personaje mucho más fuerte, con muchas más elecciones y acciones.
-Penélope es otro de los grandes personajes femeninos de esta historia.
-Penélope es un arquetipo en que los griegos estaban particularmente interesados: la esposa súper leal que nunca se rinde y que siente devoción por su esposo desaparecido. Agamenón, en el último libro de La Ilíada, dijo que los mismos dioses compondrán una canción para celebrar a Penélope, porque está celoso de que Ulises regrese a casa junto una esposa fiel y no con una que lo asesine con un hacha (como le ocurrió a él, que fue decapitado por su mujer, Clitemnestra). Me fascina que Penélope sea considerada la esposa ideal por hombres que realmente no saben cómo era.
-¿Cómo era la verdadera Penélope?
-No estoy segura de poder responder a eso. En La Odisea, cuando la conocemos por primera vez, ella está literalmente velada, tiene un velo sobre el rostro. Y luego, una y otra vez a lo largo del poema, se dice que alguien le mete una idea en la cabeza, que le envía un sueño... Ella y Ulises no se reencuentran hasta el libro 23, así que es realmente difícil saber quién es Penélope en Homero. Lo que sí puedo decir es que mi versión de Penélope está más próxima a la que vemos en las Heroidas de Ovidio, escritas en el siglo I a.C.
-¿Por qué?
-Pongo un ejemplo: en La Ilíada hay un libro que cuenta una incursión nocturna en la que Ulises mata a un espía, al rey de los Tracios y roba sus caballos, y se narra como un episodio de gran valentía. Pero cuando Penélope cuenta lo sucedido a través de Ovidio, en forma de carta a Ulises, se lamenta de que él no pensara en ella y en su hijo cuando se embarcó en esa disparatada misión y se pregunta si se acordó entonces de que ellos le esperaban. De repente, te das cuenta de que lo que parece un acto heroico desde una perspectiva, desde otra -la de Penélope- se lee como una traición. La primera vez que leí ese poema de Ovidio pensé: “Esa es mi chica”. Es por eso por lo que la parte de Las Mil Naves sobre Penélope está escrita en forma de cartas.
-También, la historia que hay detrás de Medusa es muy distinta a la que con frecuencia pensamos, ¿no? Medusa encarna en nuestro imaginario un monstruo terrible y, sin embargo, también es una víctima.
-Así es. La gente piensa en Medusa como el monstruo arquetípico, pero fue víctima de una violación. Primero, fue violada por un dios masculino (Poseidón) y, luego, fue castigada por una diosa femenina (Atenea) por ser agredida sexualmente en su templo. Escribir sobre Medusa para mi libro Pandora’s jar fue muy terapéutico. Disfruté mucho al poder decirle a la gente: “Mirá cómo tratamos a este personaje que realmente no hizo absolutamente nada malo”. Cuando terminé el capítulo sobre Medusa, todavía estaba muy enojada por la forma en que la trata la Historia, que decidió priorizar partes muy específicas de ella.
-¿Por qué crees que la versión del mito de Medusa que nos llegó elude que fuera violada y que se la castigara, además, por sufrir una agresión sexual?
-Creo que sin ni siquiera pensarlo realmente, tendemos a ponernos del lado de los hombres que viven aventuras, porque muchas historias en todas las culturas nos invitan a ello. Hasta hace relativamente muy poco tiempo, solo un puñado de nuestras historias nos pedían que nos identificásemos con mujeres. Los personajes femeninos tuvieron un papel muy importante en las narraciones antiguas, pero luego se perdieron durante mucho tiempo. Casi todos crecimos con Perseo como nuestro héroe, el valiente que salva a Andrómeda de un monstruo marino. Pero para salvar a Andrómeda, Perseo tiene que conseguir antes hacerse con la cabeza de Medusa e, inmediatamente, eso la deshumaniza. No pensamos en Medusa como en una gorgona, sino en la dueña de la cabeza que necesitamos. Hay que recordarle a la gente que es una de tres hermanas, que lloran por ella cuando les es arrebatada, y que no hizo nada malo. De hecho, su poder de convertir en piedra a quien la mira a los ojos solo es utilizado después de su muerte, por Perseo precisamente. Ella no lo emplea cuando está viva. Y aun así tendemos a mirarla con horror.
-¿También hay una lectura distorsionada de Pandora, la primera mujer según la mitología griega? A ella se le atribuye abrir la caja que le dieron los dioses y que contenía todos los males, liberando así todas las desgracias que aquejan al mundo y a los seres humanos.
-Sí, Pandora también fue malinterpretada. Creo que su historia se vio influida por la historia de Eva, narrada en el libro del Génesis. Para empezar, Pandora no tiene ninguna caja. De hecho, en el arte antiguo nunca se la representa con ningún tipo de caja, jarro o de receptáculo de cualquier tipo. En la antigüedad, la historia de Pandora estaba repleta de matices y de versiones. En algunas, como la de Hesíodo, tiene un frasco que contiene los males del mundo, pero en otras está lleno de cosas bonitas. A veces es su marido quien abre el frasco, en otras es ella. O simplemente no tiene nada en las manos.
-¿Por qué desaparecieron todos esos matices?
-Porque surgió la historia de Eva, que básicamente cuenta que fue una mujer hermosa la que hizo que todos fuéramos expulsados del paraíso para siempre. Su historia se popularizó y se extendió a la narrativa sobre Pandora, que en la antigüedad no era considerada un ser malvado. En griego, Pandora era kalòn kakòn, algo bueno y malo, bello y feo, bondadoso y maligno. Pandora es ambas cosas a la vez, buena y mala, y esa naturaleza dual en griego la hace moralmente neutral. Sin embargo, la historia de Eva es mucho más condenatoria. Y, a medida que prolifera el cristianismo, la historia de Pandora simplemente se funde con la de Eva. Y, lamentablemente, su significado como personaje de la mitología griega se deja de lado. Más tarde, a principios del siglo XVI, Erasmo de Rotterdam cometió un error y tradujo equivocadamente la palabra pithos -que en griego significa jarra- por caja. Y eso empeoró las cosas, porque un frasco es intrínsecamente frágil, pero una caja es algo que hay que hacer un esfuerzo por abrir. A partir de ahí, muy rápidamente, se empezó a representar en el arte a Pandora con una caja. Primero, con una normal y luego, durante décadas, con una especie de caja fuerte con grandes correas a su alrededor, por lo que Pandora tenía que dedicar horas para abrirla y sacar todo el mal que había en su interior.
-¿Por qué los mitos griegos tienen vigencia?
-Los mitos son un espejo de nosotros, y cambian con el tiempo porque nosotros cambiamos. Cada generación redescubre los mitos griegos porque tienen universalidad. Una de las cosas realmente importantes que tienen es que los seres humanos están en el centro de los mismos. Incluso, los dioses son muy humanos: petulantes como niños, pero muy humanos, y habitualmente se involucran con seres humanos. El ser humano es la unidad monetaria de los mitos griegos y de las tragedias griegas en particular. En los mitos nórdicos, por ejemplo, hay cosas como un árbol gigante. A mí me encanta ese árbol gigante, pero no siento que me interpele directamente. Los mitos griegos sí lo hacen, y creo que por eso nunca pasarán de moda.
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