La mayoría de las naciones debió dar marcha atrás en el plan de flexibilizaciones por el avance de la variante delta; la victoria de Dinamarca, que retomó la vida prepandemia
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La Argentina dio un nuevo paso en el camino hacia la flexibilización de las restricciones impuestas para controlar la propagación del coronavirus. En el comienzo de su gestión, el nuevo jefe de Gabinete, Juan Manzur, junto con la ministra de Salud, Carla Vizzotti, anunciaron que dejará de ser obligatorio el uso del barbijo al aire libre, una medida que genera debates e instala preguntas sobre las experiencias de otros países que tomaron la misma decisión.
¿Se trata de una determinación correcta o apresurada? El interrogante no tiene una respuesta definitiva. Como en tantos otros aspectos vinculados al Covid-19, analizar las estrategias adoptadas por otros países puede ofrecer una perspectiva interesante.
“La medida de sacar como obligatorio el uso del barbijo en exteriores es una medida que hay que tomarla con mucha cautela porque tiene que ser cuando uno va caminando solo por la calle o en su burbuja con su grupo familiar”, consideró la infectóloga Florencia Cahn en conversación con LA NACION. “Habrá que ver como resulta esta medida y si en base a los parámetros epidemiológicos que más importan, que son la tasa de ocupación de camas en terapia intensiva y la mortalidad, hay que volver a poner el uso del barbijo como obligatorio todo el tiempo. La realidad es que al aire libre y circulando solo, no hay un riesgo epidemiológico incrementado de contagio”.
Con el avance de las campañas de vacunación, distintas naciones en el mundo apostaron por prescindir de esta medida sanitaria característica de la vida pandémica. Pero el proceso no fue el mismo en todos los países. Mientras algunos tuvieron que dar marcha atrás por el surgimiento de nuevas variantes del virus, como la delta, otros mantuvieron el permiso.
Israel: de la victoria a la crisis
Uno de los líderes de la batalla contra el coronavirus, sin dudas, fue Israel. Su ejemplar campaña de vacunación lo coronó como un país modelo para el resto del mundo al tener una de las mayores tasas de inmunización. En febrero, mientras gran parte de las naciones apenas desplegaba sus estrategias para comenzar a vacunar, el país de Medio Oriente ya contaba con al menos un 50% de su población con una dosis aplicada.
Con un descenso drástico de casos y niveles de morbilidad muy bajos, Israel fue el primero en eliminar la obligatoriedad del barbijo en las calles de todo el país el pasado 18 de abril, bajo la mirada del resto del mundo que observaba con admiración el comienzo de una vida pospandemia. De los 9 millones de habitantes, cerca de 5,3 millones habían sido inoculados para aquel entonces.
El Ministerio de Salud israelí redobló la apuesta el 15 de junio al anunciar que los ciudadanos podrían quitarse el barbijo también en interiores. El temor al contagio parecía quedar en el pasado. Pero la variante delta, detectada por primera vez en la India, llegó para arruinar la ilusión.
Apenas diez días después de eliminarlo, las autoridades de salud reincorporaron el uso del barbijo en lugares cerrados para evitar un bloqueo total por un alarmante aumento de las cifras, con más de 180 positivos diarios, un número que no se registraba desde fines de abril. Además, volvió a ser obligatorio el uso del tapabocas en el aeropuerto y en los puestos fronterizos.
Los casos de coronavirus se propagaron en los meses siguientes hasta el día de hoy, en lo que el primer ministro, Naftali Bennett, declaró como una cuarta ola. El país ahora tiene el mayor ritmo de aumento de casos del mundo, con un promedio en los últimos siete días de 829 nuevos contagios por millón de habitantes, según Our World in Data. Incluso, el 8 de septiembre batió el récord de personas infectadas durante toda la pandemia, alcanzando más de 22.000 contagios en un día.
El impacto de esta variante junto con la caída en los niveles inmunizantes de las dosis aplicadas llevaron a Israel a impulsar la aplicación de la tercera dosis y Bennet apuesta a futuro a la administración de una cuarta, al tiempo que avanza en una vacuna vía oral.
Estados Unidos: la delta frustró los planes
“Hemos logrado un progreso asombroso gracias a todos ustedes, el pueblo americano. Los casos y las muertes han disminuido drásticamente desde donde estaban cuando asumí el cargo el 20 de enero, y continúan cayendo”, celebró el presidente Joe Biden el día en que despidió el uso del barbijo al aire libre para los vacunados.
En ese momento, la situación era clara para la administración demócrata. “Si está vacunado, puede hacer más cosas, de manera más segura, tanto al aire libre como en el interior”, aseguró el mandatario al anunciar la flexibilización, que llegó cuando Estados Unidos estaba cerca de alcanzar los 100 millones de vacunados. La vida tal como se conocía antes del coronavirus volvió para los inmunizados en todo el país el 13 de mayo.
Big news from the CDC: If you’re fully vaccinated, you do not need to wear a mask – indoors or outdoors, in most settings.
— The White House (@WhiteHouse) May 13, 2021
We’ve gotten this far. Whether you choose to get vaccinated or wear a mask, please protect yourself until we get to the finish line. pic.twitter.com/XI4yPmhWaD
No obstante, al igual que en Israel, la llegada de la nueva variante frustró los planes de algunos estados, en especial en aquellos con vacunas insuficientes o estancamientos en la campaña. El Centro para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC) sugirió dos meses después que el tapabocas vuelva en los espacios interiores - tanto para vacunados como para no vacunados- principalmente en zonas de alto riesgo de contagio.
Gracias a “la pandemia de no vacunados”, como sentenció Biden, los casos activos aumentaron por el avance de la delta, a tal punto que para julio, el 51,7% de los positivos estaba vinculado con esta mutación, que se volvió dominante entre la población. Es por eso que Hawai, Illinois, Luisiana, Nevada, Nueva México, Oregón y Washington volvieron a incorporar medidas restrictivas en ámbitos cerrados
Reino Unido: el “Día de la Libertad”
Desde el 19 de julio, ya no es un requisito legal cubrirse la nariz y la boca en interiores o en el transporte público en Inglaterra. La jornada fue bautizada como “el Día de la Libertad”: el primer ministro Boris Johnson retiró la mayoría de las restricciones que quedaban tras más de un año de limitaciones. En Escocia, Gales e Irlanda del Norte, aún se requieren las mascarillas para algunas situaciones.
El intento de regreso a la normalidad se dio en medio de un nuevo aislamiento para el premier por haber sido un contacto estrecho de coronavirus y justo cuando el país se encontraba en un marcado ascenso de los casos por la variante delta, lo que preocupó a los expertos que se adelantaron a señalar que la decisión era precipitada.
La situación podría cambiar. Los casos se mantienen estables, pero el Sistema Nacional de Salud (NHS) advirtió que, si enfrenta dificultades para contener al virus en el invierno, el barbijo volverá a ser una obligación para los ciudadanos.
El secretario de Salud, Sajid Javid, anunció hace una semana que si falla el “Plan de otoño e invierno” podría incluso retomarse el teletrabajo por un tiempo.
España: marcha atrás y expectativa
“Este será el último fin de semana con mascarillas en los exteriores, porque el próximo 26 de junio ya no las llevaremos en espacios públicos”, destacó el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, en momentos en que la mejora de la situación sanitaria era notable. “Nuestras calles y nuestros rostros recuperarán en los próximos días su aspecto normal”, se entusiasmó.
Cuando el 47% de los 47 millones de españoles ya había recibido al menos una dosis y casi el 29% ya estaba completamente inmunizado, llegó el gran día para uno de los países más castigados por el virus en el inicio del brote.
Un mes después, con la delta como variante predominante, una explosión de casos repentina relacionada con la relajación de las medidas y con el regreso de los viajes de egresados descontroló las cifras de enfermos e impulso una quinta ola de coronavirus.
Con más de 50.000 casos en el país en tan solo una semana, en julio varios gobiernos de las comunidades españolas exigieron al ejecutivo que vuelva a ser obligatorio el uso de los tapabocas en la vía pública, y otros, como Baleares, eligieron recomendarla.
Dejar la mascarilla “fue una decisión precipitada y no acertada”, sentenció en aquel entonces el vocero del gobierno andaluz, una de las autoridades que, junto a Cataluña, Castilla y León, se mostraron favorables a retomar la obligatoriedad, según el diario español El País.
Actualmente, el barbijo no es obligatorio en exteriores en España, pero la recomendación continúa. “Se recomienda llevar mascarilla siempre, también al aire libre”, informa en su página oficial el gobierno catalán. Mientras, las autoridades rastrean varios indicadores como la disponibilidad de camas en hospitales, la incidencia y la positividad para avanzar hacia una apertura.
Dinamarca: normalidad plena
La vida en Dinamarca es muy similar a como era antes: no se necesita mostrar un pasaporte sanitario en clubes nocturnos ni restaurantes. Tampoco se debe utilizar tapabocas en el transporte público.
El coronavirus ya no representa “una amenaza crítica para la sociedad”, según el ministro de Salud, Magnus Heunicke, por lo que el gobierno consideró innecesario continuar con las medidas introducidas para combatir la enfermedad.
Con más del 70% de la población vacunada y con cerca de 300 casos diarios, según Our World in Data, los daneses disfrutan de conciertos multitudinarios al tiempo que las autoridades flexibilizan las restricciones fronterizas y eliminan la clasificación “roja” para todos los países, permitiendo que los viajeros vacunados no hagan cuarentena al llegar.
Desde el 14 de julio, el gobierno acordó con todos menos uno de los partidos del parlamento la vuelta paulatina a la normalidad, comenzando por eliminar el barbijo, que se erradicó como último lugar en el transporte público a fines de agosto.
En rigor, el tapabocas nunca fue obligatorio en Dinamarca al aire libre, sí era una recomendación. Lo mismo ocurre en Australia, que lo impuso momentáneamente en Sidney por rebrotes, y en Uruguay.
El impacto de la medida en la Argentina podrá evaluarse durante octubre, mes en que se haría efectivo el permiso para dejar de utilizar el barbijo en espacios abiertos. La contención de la variante delta, que no avanza en nuestro territorio al ritmo temido, parece crucial: su irrupción fue determinante para frustrar las flexibilizaciones en los países que se habían ilusionado con dejar atrás la pandemia.
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