May le abre la puerta a otro referéndum para salir del laberinto del Brexit
PARÍS.- En un último y desesperado intento de obtener la aprobación del Parlamento, que debe votar por cuarta vez su proyecto de Brexit el próximo 3 de junio, la primera ministra británica, Theresa May , les propuso ayer "un nuevo acuerdo", que incluirá la posibilidad de convocar a un nuevo referéndum y de mantener una estrecha relación aduanera con la Unión Europea (UE). Su intervención provocó, sin embargo, la ira de un grupo de ultrabrexiters de su propio partido, que exigieron su renuncia inmediata.
Tres años después de que Gran Bretaña votó a favor de dejar la Unión Europea (UE) y casi dos meses después de la fecha prevista para esa salida, May sigue intentando obtener el apoyo de un Parlamento profundamente dividido, a fin de dejar sus funciones con su principal promesa cumplida: concluir el Brexit.
En un discurso pronunciado ante el Parlamento, May aseguró que, si los diputados apoyan su nuevo texto de acuerdo de salida, el gobierno les dará el tiempo necesario para organizar una consulta popular que apruebe o rechace los términos del mismo.
"Reconozco el genuino y sincero sentimiento de muchos miembros de la Cámara sobre este tema. De modo que el gobierno incluirá en el texto que será sometido a votación la posibilidad de organizar un segundo referéndum", dijo May.
"Pero aquellos diputados que solicitan un segundo referéndum para confirmar el acuerdo deben comprender que, para que eso suceda, primero se necesita un acuerdo de salida", advirtió.
Para que quede claro, lo que la primera ministra promete no es un segundo referéndum para que los británicos se pronuncien en favor o en contra del Brexit. Se trata en realidad de un llamado "referéndum de confirmación", donde los electores aceptarán o rechazarán el acuerdo de Brexit obtenido por el gobierno y aprobado por los Comunes el 3 de junio.
La propuesta de May está sobre todo dirigida a obtener el apoyo de la oposición laborista, que tendría así un argumento para sus numerosos diputados que exigen la medida. No obstante, las posibilidades de la premier de lograr esta vez lo que no consiguió en las tres votaciones anteriores siguen siendo escasas. La última vez que los diputados británicos se pronunciaron sobre la posibilidad de organizar un referéndum de confirmación sobre el acuerdo de salida, la propuesta fue rechazada por 292 contra 280 y 66 abstenciones. Es verdad también que eso sucedió en el mes de marzo y que, desde entonces, varios diputados conservadores parecen haber aceptado la idea de una nueva compulsa popular.
Alineación
El nuevo proyecto de May -calificado por numerosos diputados como "el gesto final y desesperado para ganar el apoyo de la Cámara"- también incluye la posibilidad de conservar a Gran Bretaña alineada con los estándares de la Unión Europea en el terreno de los derechos laborales y el medio ambiente. Ambas medidas eran exigidas por el laborismo, que anunció hace cinco días la ruptura de las conversaciones que mantenía con el gobierno para hallar una posición común que permitiera salir de la parálisis actual.
May también propuso que el Parlamento tenga posibilidades de intervenir en las futuras negociaciones comerciales con la UE y, en otro gesto dirigido a la oposición laborista, prometió que los legisladores podrán escoger entre la decisión del gobierno de abandonar la unión aduanera con el bloque o conservar en forma provisoria esa unión aduanera solo para bienes.
La jefa del gobierno aseguró asimismo "haber escuchado las inquietudes" del pequeño partido Unionista Democrático norirlandés (DUP), que rechaza la conflictiva "red de seguridad" (backstop, en inglés). Esa cláusula, incluida en el tratado de salida de la UE, está destinada a evitar el retorno a una frontera física entre la provincia británica de Irlanda del Norte y la República de Irlanda, preservando así los acuerdos de paz de 1998, pero también la integridad del mercado único europeo.
Solución de emergencia, el backstop entraría en vigor después del período de transición, si ningún acuerdo sobre las futuras relaciones comerciales es obtenido antes de mediados de 2020 entre Londres y Bruselas. Ayer, Theresa May precisó que el gobierno británico "tendrá la obligación de hallar soluciones alternativas antes de diciembre de 2020".
La primera ministra prometió que, aun en la eventualidad de que el backstop entre en vigor, Irlanda del Norte seguirá alineada con el resto del Reino Unido en términos de regulación y no formará parte de un territorio aduanero separado. Pero el argumento no parece haber convencido a los diez diputados del DUP, que anunciaron su intención de votar en contra por cuarta vez.
Sus concesiones al laborismo también provocaron la ira de los diputados conservadores euroescépticos que califican el mantenimiento de una unión aduanera con la UE de "ausencia absoluta de Brexit". Anoche, miembros del partido de la primera ministra exigieron "su dimisión inmediata".
El exministro David Jones calificó el discurso de May de "inaceptable" y predijo que su gesto, apenas 48 horas antes de las elecciones para el Parlamento Europeo, aumentará en forma considerable el apoyo al Partido del Brexit, la formación euroescéptica, xenófoba y racista de Nigel Farage.
Otros -como el ministro de Asuntos Escoceses, David Mundell- advirtieron que un Brexit sin acuerdo podría provocar el estallido del Reino Unido. A su juicio, una salida desordenada aumentará la presión de aquellos partidarios de una reunificación de las dos Irlandas y las demandas en favor de la independencia de Escocia. Pero que los diputados adopten o rechacen su nuevo acuerdo para May no cambiará nada. La primera ministra se apresta a ceder su puesto, empujada hacia la salida por sus propios correligionarios.
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