Máxima Zorreguieta: la argentina que le dio nuevos aires a la realeza
Nacida en una familia porteña de clase media, sus padres se esmeraron en darle una educación de excelencia
AMSTERDAM.- Decir que conquistó el corazón de los holandeses , es poco. Máxima, con su historia de cuento de hadas perfecto, con su simpatía, frescura y estilo, hizo mucho más. Carismática, distinguida, preparada, quien se convertirá hoy en la primera reina argentina, volvió más popular a su proprio marido, Guillermo Alejandro, el nuevo rey.
Princesa de los Países Bajos desde su inolvidable casamiento, el 2 de febrero de 2002, Máxima Zorreguieta no llegó por casualidad dónde ha llegado.
La nueva reina de Holanda, de hecho, es una mujer inteligente y ambiciosa. Aunque de eso nadie quiere hablar en los Países Bajos, donde criticar a Máxima es una suerte de tabú, como insinuó el último número de la revista dominical Volkskrant.
Nacida en el seno de una familia de clase media-alta de Buenos Aires el 17 de mayo de 1971, sus padres, Horacio Zorreguieta y María del Carmen Cerruti, hicieron todo lo posible para que tuviera una educación "top", que le abriera las puertas a un mundo distinto.
"La de Máxima fue una vida bastante normal, de clase media. Lo más destacable es el esfuerzo sobrehumano de los padres para darle a ella y a sus hermanos una educación de élite, para que puedan pertenecer a un grupo social al que no pertenecían", dijo a la agencia AFP Soledad Ferrari, autora junto a Gonzalo Álvarez Guerrero de "Máxima, una historia real", biografía no autorizada de 2009 que acaba de reeditarse.
Máxima se educó en el exclusivo colegio Northlands y obtuvo una licenciatura en Economía de la Universidad Católica Argentina en 1995. Durante ese período, trabajó en Mercado Abierto SA, donde investigó software destinado al mercado financiero y en el departamento de ventas de Boston Securities SA. Además, se dedicó a dar clases de inglés a niños y adultos y clases de matemáticas a estudiantes de secundaria y de primer año de universidad, según su biografía oficial.
Con el título bajo el brazo, en 1996 se radicó en Nueva York, mudanza que le cambió la vida. En la "gran manzana" trabajó en el banco HSBC, como vicepresidenta de ventas institucionales latinoamericanas, hasta marzo de 1998. Luego, hasta agosto de 1999, fue vicepresidenta del departamento de mercados emergentes del Dresdner Kleinworth Benosn.
Más tarde, pasó al Deutsche Bank, donde trabajó hasta mayo de 2000 como vicepresidenta de ventas institucionales y, hasta abril de 2001, en la oficina que el mismo instituto tiene en Bruselas.
Fue entonces, siendo una bella y extrovertida mujer en carrera, que Máxima tuvo el encuentro que le cambiaría la vida. Según el libro de Guerrero y Ferrari, fue una amiga de la infancia, Cynthia Kaufmann, quien le presentó al príncipe Guillermo. Kaufmann había conocido al heredero al trono en una maratón de Nueva York. Cual Celestina, le mostró un día unas fotos de Máxima y él enseguida dijo que quería conocerla.
Cupido hizo el resto durante la Feria de Sevilla de 1999. Cuando el príncipe vio a la desenfadada Máxima bailando sola, vestida de sevillana y cantando (de forma bastante desafinada, al parecer), no hubo vuelta atrás. Era la mujer de su vida.
Para Máxima fue distinto. No vio en él el soñado príncipe azul. Es más, dudó que ese joven con guardaespaldas, pelirrojo y pecoso (a ella siempre le habían gustado los morochos) fuera realmente el príncipe heredero de Holanda. El era gordito y, para peor, bailaba mal. Con sonrisa matadora, ella hasta se animó a decirle que era "de madera".
Pero la historia de amor nació y se fue afianzando. Es más, prosperó contra viento y marea. Al principio, en efecto, no fue fácil para la reina Beatriz digerir a una futura nuera argentina, plebeya y, para peor, hija de una persona vinculada con la dictadura.
Pero ella fue hábil. Decidida, Máxima empezó a conquistar el corazón de sus súbditos el 30 de marzo de 2001, cuando se anunció su compromiso con el príncipe heredero.
La rubia de "las pampas" demostró entonces por vivo y en directo por televisión que, increíblemente, ya había aprendido a hablar bastante bien el imposible holandés, con un fascinante acento español. Poco después, el 17 de mayo de 2001, se le concedió la nacionalidad holandesa. Y el 3 de julio de 2001, el Senado y el Congreso aprobaron un proyecto de ley presentado por el gobierno para dar el consentimiento al matrimonio.
Fue así que llegó el 2 de febrero de 2002, cuando Máxima y Guillermo se casaron. El enlace estuvo marcado por la ausencia del padre de la novia. Secretario de Agricultura de Jorge Rafael Videla y, según un estudio encargado por el Parlamento holandés, presuntamente cómplice de la dictadura, Jorge Horacio Zorreguieta no pudo asistir.
Cuando el bandoneón comenzó a tocar en la medieval Nieuwe Kerke de esta capital "Adiós Nonino", Máxima no pudo contener las lágrimas. Ese llanto latino sedujo a los holandeses, que adoran esa espontaneidad -ahora quizás un poco perdida de la princesa argentina-, que hace poco se emocionó al saludar al Papa Francisco en el Vaticano.
Madre de tres hijas -las princesas Catharina-Amalia (7 de diciembre de 2003), futura reina; Alexia (26 de junio de 2005); y Ariane (10 de abril de 2007)-, Máxima alterna sus quehaceres domésticos con diversas funciones. Ocupa un asiento en el Consejo de Estado, el órgano asesosor más importante del gobierno, es patrona del Fondo de Orange, que se dedica a mejorar el bienestar social del país; es abogada especial del secretario general de las Naciones Unidas para el desarrollo inclusivo; es presidenta de honor del G20 para las finanzas inclusivas, entre otros cargos.
En permanente pelea con la balanza porque adora el dulce de leche -aunque ahora se la ve en perfecta forma, mucho más flaca-, Máxima maneja una rígida estrategia con la prensa. Un día despierta admiración porque, con todo el protocolo y la pompa, está pasando revista. Y al día siguiente es retratada sacándole piojos a los compañeritos de escuela de sus hijas, cual madraza.
En sus frecuentes viajes a la Argentina -porque si bien tuvo que renunciar a su nacionalidad, nunca renunció a su argentinidad y a los lazos con su patria-, tiene a dos fotógrafos privilegiados. "Con ellos tiene un pacto: le sacan fotos haciendo un paseo, ellos las distribuyen, a cambio de dejarla tranquila", contó Alvarez Guerrero.
Confirmando que tiene todo para ser reina, en la entrevista que concedió junto a Guillermo hace unas semanas, Máxima volvió a demostrar perfección. "Yo siempre lo apoyo. Si el rey no puede ir a un lugar, puedo representarlo, pero nunca sustituirlo", dijo. Y aseguró que su sangre no interferirá en su nuevo papel. "Me comportaría de la misma manera que hasta ahora", aseguró Máxima, nueva reina, a quien, es sabido, le gusta presentarse como "holandesa nacida en Argentina".
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