Máxima tensión en Ucrania: fuertes ataques en la ciudad portuaria de Odessa
No hay informes ni de muertos ni de heridos, pero una nube negra se levanta desde una zona estratégica de este territorio crucial para el país de Volodimir Zelensky
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ODESSA.- Un domingo de terror vivió hoy Odessa, el principal puerto comercial de Ucrania, ciudad histórica y clave porque representa la salida al Mar Negro de lo que siempre fue “el granero” de Europa, que sufrió el peor ataque aéreo ruso desde que comenzó la “operación especial” de Vladimir Putin contra esta ex república soviética rebelde. El bombardeo, que, según las autoridades locales, reacias a dar información, no provocó muertos, pero sí graves heridos por quemaduras, destruyó una refinería, un depósito de combustible y una planta de electricidad. Y catapultó en la incertidumbre total por lo que vendrá a la llamada Perla del Mar Negro, donde nadie se anima a pronosticar si los ataques fueron el preámbulo al esperado gran asalto a uno de los botines más preciados de Ucrania, justo cuando las fuerzas rusas se replegaron del norte del país, de la zona de la capital, Kiev, pasando a concentrarse en las batallas para controlar el sur y sudeste del país.
En un clima de máxima tensión, el ataque a Odessa fue un nuevo mensaje-desafío a Occidente de Putin, el zar del Kremlin cada vez más parecido a una bestia herida, cada vez más aislado y arrinconado y más peligroso para el mundo entero.
Aunque, después de más de un mes de guerra, la gente que se quedó en la llamada “Perla del Mar Negro” -aproximadamente la mitad de su habitual millón de habitantes-, se había ido acostumbrando al ulular de las sirenas que advierten que hay un ataque aéreo y que hay que bajar a los refugios, esta vez todo fue muy distinto.
Fuertes y seguidas explosiones sacudieron los vidrios y paredes de los departamentos a las 6 de la mañana. Seguido y secos, los estruendos indicaban que algo mucho más grave estaba pasando. ¿El estruendo era el de las baterías ucranianas que derribaban los misiles enemigos, como ocurrió a diario en las últimas semanas? O eran misiles rusos que, en vez de haber sido eliminados, ¿habían logrado cruzar el “escudo”?
Mientras las autoridades evitaban dar información sobre dónde había sido el ataque -que, luego se supo, no fue sólo uno, sino varios-, mirando el cielo, donde se levantaba una inmensa nube de humo negro, se podía intuir la localidad bombardeada.
Otra zona atacada #Odessa #UkraineUnderAttack pic.twitter.com/QzimpKqCFC
— Elisabetta Piqué (@bettapique) April 3, 2022
En un clima de máxima tensión, no era fácil la tarea periodística ya que por la ley marcial vigente es considerado un criminal quien filma, revela o transmite la ubicación de las zonas atacadas, por cuestiones de seguridad. En una de ellas, se había desatado un voraz incendio, según pudo constatar esta enviada, que enseguida se acercó a la zona atacada. Allí una colega local confirmó que las autoridades de Odessa no suelen dar información hasta varias horas después de los bombardeos, a veces incluso días después. Es más, contó que habían arrestado a un periodista holandés que había transmitido en directa desde sus redes sociales desde esa zona bajo ataque.
“Las explosiones fueron a las 6 de la mañana y fue horrible el ruido”, dijo a LA NACION Xenia. “Desde la radio las autoridades dicen que tenemos que quedarnos en casa y cerrar las ventanas por los humos tóxicos, pero mucha gente tiene que ir a trabajar”, afirmó la mujer, que es policía y que admitió que el área atacada era estratégica. No sólo porque hay un depósito con combustible, sino también un área militar.
A las 9 de la mañana, mientras se veían muchos vecinos que se acercaban con sus celulares a ver el humo y las llamas, los bomberos no habían logrado dominar el incendio. Y el peligro era que este provocará una explosión, algo que no sucedió porque en los enormes tanques afortunadamente no había gran cantidad de petróleo. Entonces seguían oyéndose estruendos a lo lejos.
“Creo que Putin está loco, es muy estúpido, gasta demasiado dinero por esta guerra”, comentó a LA NACION Anton, que se acercó a una colina desde la que se veían claramente las llamas, junto a su mujer.
“El problema no es sólo Putin, son todos los rusos. Nosotros vivíamos bien en Ucrania, en Odessa, antes de la guerra”, interrumpió su esposa, Lena, que observaba el incendio con ojos aterrados, bajo shock. “Había comprado en Estados Unidos un auto usado que está en un galpón en un depósito de logística que está allí abajo… ¿Qué habrá pasado con mi auto?”, se preguntaba.
En un domingo lúgubre, marcado por un cielo negro y un aire irrespirable, otro vecino mostraba un trozo de bomba hallado en el barrio, formado por casas bajas y que queda a no más de 15 minutos del centro de Odessa. Una ciudad famosa por ser meta de inmigrantes de todo el mundo desde que Catalina la Grande la imaginó como la San Petersburgo del Sur. Y, desde el comienzo de la guerra de Putin que puso en vilo al mundo, totalmente militarizada y con su centro histórico marcado por su bellísimo Teatro del Ópera, la famosa escalinata Potemkin y espléndida arquitectura del siglo XIX, protegido por barricadas, bolsas de arena y erizos checos (como les dicen a los obstáculos de defensa antitanque formados por vigas metálicas angulares, también llamados ‘caballos de frisia’).
Aunque la región de Odessa ya había sido blanco de misiles rusos el primer día de la invasión, el 24 de febrero, así como el viernes pasado, nunca antes habían caído bombas que causaron tantos daños como los de esta mañana. Al margen de poder corroborar los daños de la refinería, desde donde, al atardecer, pese a que habían pasado muchas horas y pese al viento, seguía levantándose una nube negra aterradora, esta enviada también pudo llegar a las otras dos zonas atacadas.
Una en una planta de electricidad, ubicada a tan sólo diez minutos de auto desde la zona del depósito de petróleo, donde el aire, impregnado de olor a pólvora, era irrespirable y la destrucción de infraestructura, impresionante. Allí iban y venían camiones de bomberos. El tercer lugar, en una refinería pegada al puerto. “Váyanse, es peligroso, no pueden estar acá”, advertían policías que vallaban la zona.
A diferencia del hermetismo de las autoridades ucranianas, Rusia enseguida informó del ataque.
“Esta mañana, misiles marítimos y terrestres de alta precisión destruyeron una refinería y tres depósitos de combustible y lubricantes cerca de la ciudad de Odessa”, dijo el ministerio de Defensa ruso en Moscú. “Las instalaciones suministraban combustible a las fuerzas ucranianas en dirección a la ciudad de Mykolaiv, más al este”, también indicó.
Fue un ataque con cohetes que no dejó víctimas, afirmó más tarde, en un comunicado, un oficial del mando regional Sur, Vladislav Nazarov.
“La región de Odessa forma parte de los objetivos prioritarios del enemigo. El enemigo continúa su práctica pérfida de atacar infraestructuras sensibles”, declaró Nazarov, que reiteró la prohibición de informar sobre la localización o los daños provocados por los ataques. Por su parte el ayuntamiento de Odessa, que también admitió el ataque con misiles, aseguró que “algunos” habían sido derribados por la defensa antiaérea ucraniana.
Los ataques de esta madrugada a Odessa, los primeros con graves daños de infraestructura, fueron considerados un mensaje de Putin al premier británico, Boris Johnson. The Sunday Times, citando fuentes gubernamentales, en efecto, escribió que Gran Bretaña está presionando a sus aliados para que armen a Ucrania para defender a Odessa con misiles antibuque. Estos le permitirían a la “perla del Mar Negro”, que desde hace un mes se prepara para una invasión desde el mar, hundir buques de guerra rusos y liberar del mar las ciudades costeras bombardeadas. Esto sería un «cambio de velocidad» en el enfoque occidental.
Un doble ataque a un depósito de combustible y a una fábrica que repara tanques en la ciudad de Lviv, en el oeste de Ucrania y a 70 kilómetros de la frontera con Polonia, el sábado de la semana pasada, había sido considerado un mensaje de Putin al presidente Joe Biden, que en ese momento se encontraba en Polonia.
Más allá de los mensajes o metamensajes, todo el mundo sabe que Odessa tiene una importancia estratégica para Ucrania. No sólo porque la mitad de sus importaciones y exportaciones pasan por ella, sino también porque es la única gran ciudad del sur entre Kherson y la frontera con Rumania. Su temida ocupación por parte de Rusia significaría otra afrenta a Occidente y dejar sin salida al mar a Ucrania. El Kremlin, al margen de haber anexado Crimea en 2014, ya prácticamente tiene ocupado el otro gran puerto, el de la ciudad mártir y devastada de Mariupol, sobre el Mar de Azov, que seguía determinada a resistir, “hasta la última gota de sangre”
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