Massimo Faggioli: "Acusar al Papa de manipulador no está bien, no se hace"
Para el teólogo italiano, los 13 cardenales que cuestionaron en una carta algunos aspectos del sínodo cometieron "algo gravísimo"
ROMA.- Massimo Faggioli, teólogo e historiador de la Iglesia Católica, no tiene dudas. Los 13 cardenales que le escribieron una carta al Papa para cuestionar diversos aspectos del sínodo cometieron en su opinión algo gravísimo, sin precedente en tiempos modernos.
"Estar en desacuerdo con el Papa está bien, pero acusarlo de ser un manipulador no está bien, no se hace", dijo a LA NACION Faggioli. "Ellos cruzaron una línea roja que para mí es infranqueable y esto es lo grave: la violación de un tabú de lealtad y de fidelidad en el seno de la Iglesia Católica", agregó este académico ítalo-estadounidense, autor de varios libros, en diálogo telefónico desde Saint Paul, Minnesota, donde enseña Teología en la Universidad Saint Thomas.
-¿Qué significa la carta de los 13 cardenales conservadores al Papa?
-Creo que se trata del momento más visible y temerario de la lucha conducida de parte del establishment eclesiástico contra el papa Francisco. Desde marzo de 2013 se había percibido que iba creciendo la resistencia al pontificado, y se sabía que el sínodo de obispos era un punto clave. El hecho de que la carta haya sido entregada al Papa el 5 de octubre, el primer día del sínodo, demuestra que se trata de una iniciativa coordinada mucho antes de su inicio. Y es justamente a esta iniciativa a la que al día siguiente el papa Francisco respondió en su discurso sobre la "hermenéutica conspirativa".
-En un artículo sobre la carta de los 13 cardenales, usted destacó que el problema no es el hecho de que ellos no estén de acuerdo con el Papa, sino que lo acusen de manipular la asamblea...
-Sí, se trata de algo gravísimo que nunca se vio antes. En el Concilio Vaticano II la minoría acusaba al Papa de no estar bastante atento a la tradición, pero nunca llegó a acusar al Papa de estar en contra de la tradición católica. Para mí, es algo que nunca se vio. El problema para ellos no es cómo se hace el debate, sino que haya debate, le temen al debate.
-Usted escribió que la carta traiciona la hipocresía de los firmatarios...
-Sí, porque hablar de un sínodo ya "predeterminado" en todo caso es una crítica que se les podía hacer a los sínodos anteriores, los de Juan Pablo II y Benedicto XVI, pero no al de Francisco. La verdadera crítica de la carta es a una teología que sobre algunos puntos es legítimamente distinta a la de Juan Pablo II y Benedicto XVI, a quienes los firmatarios de la carta le reconocen legitimidad teológica, al contrario de lo que hacen con Francisco. Ellos cruzaron esa línea roja que no se cruza en la Iglesia Católica. Fueron más allá de lo aceptable, porque estar en desacuerdo con el Papa está bien, pero acusarlo de ser un manipulador no está bien. No se hace, no es lo que es Francisco.
-¿Para usted algo así entonces es un hecho sin precedente en la historia moderna de la Iglesia Católica?
-Sí. Recuerdo cosas por el estilo en 1400... Pero en la Iglesia Católica, desde el Concilio de Trento (1545-1563) para adelante, la legitimidad del Papa nunca se puso bajo acusación. Es una de las pocas cosas del catolicismo sobre la que no se transige, ni siquiera yo, que soy a veces un teólogo bastante crítico. Pero poner bajo acusación la buena fe del papa Francisco es algo que los católicos no hacen, a menos que se trate de católicos que se van de la Iglesia Católica, como ocurrió con los lefebvrianos, por ejemplo. Ellos violaron un tabú gravísimo porque cuando Juan Pablo II o Benedicto XVI hacían lo que hacían, nadie pensaba en acusarlos de ser unos heréticos, ni siquiera los más críticos. Ellos cruzaron esta línea, que para mí es infranqueable y dice mucho de lo que ellos piensan de la Iglesia Católica y el papado. Esto es para mí lo grave: es la violación de un tabú de lealtad y de fidelidad en el seno de la Iglesia Católica. Y para mí es más grave como síntoma de un cierto modo de ser Iglesia de algunos, que del episodio en sí, y revela muchas otras cosas que hay debajo.
-¿Qué impacto cree que tendrá esta carta? Algunos creen que al final funcionará como un búmeran para los firmatarios?
-Sí, la salida a la luz de la carta los ha debilitado; los ha dividido entre ellos y además los ha destapado como unos pasticcioni que arman lío. Y esto para mí al final tiene un efecto negativo.
-¿Qué espera de este sínodo tan turbulento?
-Esto no lo sabe nadie, ni siquiera lo sabe Francisco. Creo que el sínodo no concluirá en nada definitivo la semana que viene. Para mí el sínodo es una etapa importante, un proceso largo que tiene que ver más con la recuperación de un cierto modo de ser Iglesia que con alcanzar soluciones precisas y concretas. Para mí el sínodo dará pasos adelante, aunque lo importante es aprender de nuevo a ser una Iglesia que sabe discutir sin excomulgar a nadie.
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