Masivo clamor en Tahrir contra Morsi
Decenas de miles de opositores laicos llenaron la emblemática plaza para pedirle al presidente islamista que dé marcha atrás con el decreto que le otorga plenos poderes; crece la polarización
EL CAIRO.- "Prohibida la entrada a los Hermanos", rezaba un cartel en la entrada de la plaza Tahrir, símbolo de la revolución egipcia y verdadero barómetro de la tensión política de este país. Decenas de miles de personas se manifestaron ayer en la mítica plaza, así como en los otras ciudades del país, para expresar su rechazo a la declaración constitucional del presidente islamista Mohammed Morsi que lo sitúa por encima de la ley.
Desde la caída del dictador Hosni Mubarak, nunca antes las fuerzas laicas habían sido capaces de copar la céntrica plaza. La de ayer fue toda una demostración de fuerza. Ahora bien, esto no implica necesariamente que la mayoría del país haya dado la espalda a Morsi, sino que es una prueba más de la creciente polarización del país en el eje que conforma la posición del islam en la vida pública.
El mensaje de los manifestantes para Morsi fue bien alto y claro: debe retirar su controvertido decreto y renegociar las próximas etapas del proceso de transición, especialmente la redacción de la nueva Constitución. Para los partidos laicos, uno de los puntos más problemáticos del "decretazo" es el blindaje de la Asamblea Constituyente ante una posible disolución por parte del Tribunal Constitucional. En el comité, los islamistas aprovecharon su mayoría para imponer sus postura, lo que provocó la retirada de la mayoría de los representantes laicos.
A pesar del clamor en Tahrir, el líder islamista y su movimiento político no parecen dispuestos a escuchar. Desde su cuenta de Twitter, los Hermanos Musulmanes mostraron una actitud desafiante, relativizando el número de manifestantes, y acusándolos de ser fululs , partidarios de Mubarak. Si bien es cierto que de la concentración participó algún grupo afín al antiguo régimen, la mayoría eran revolucionarios.
Las movilizaciones llegan un día después de que Morsi se reuniera con los líderes del Consejo Judicial Supremo, máximo órgano de ese poder. Además de los partidos y movimientos de la oposición laica, los jueces son el estamento que expresó de manera más contundente su rechazo al decreto que situaría al presidente islamista por encima de la ley, impidiendo la revocación de cualquiera de sus actos por parte del Poder Judicial.
Tras la reunión con los magistrados, el vocero presidencial, Yasir Ali, anunció una pequeña concesión con el fin de desactivar la crisis, ya que reinterpretó el texto para "limitarlo" a "asuntos de soberanía nacional". Aunque no hubo una reacción oficial del Consejo Judicial Supremo, uno de sus miembros declaró que la concesión de Morsi era insuficiente para poner fin a la crisis.
El Club de los Jueces, la asociación más hostil al decreto, sí emitió un comunicado en el que insiste en la retirada completa del texto e insta a sus miembros a declararse en huelga. Según sus estimaciones, un 99% de los tribunales y fiscales ya abandonó sus labores. Aunque la cifra parece bastante inflada, ya que también existe un sector de la judicatura de tendencia islamista, la huelga de los jueces amenaza con paralizar el sistema judicial, y es quizás el mecanismo de presión más potente en manos de la oposición.
En previsión de disturbios, las escuelas y algunas empresas privadas cerraron ayer sus puertas. Sin embargo, la jornada transcurrió sin graves incidentes, a lo que ayudó el hecho de que los Hermanos Musulmanes hubieran cancelado a última hora sus manifestaciones de apoyo a Morsi. Sólo en la calle que conecta Tahrir con la embajada norteamericana hubo enfrentamientos entre grupos de adolescentes y fuerzas del orden. En otras ciudades, como Alejandría, sí se registraron algunos enfrentamientos callejeros graves.
La comunidad internacional ha expresado su preocupación ante la deriva que puede experimentar la crisis actual. En Egipto, muchos sospechan que la tímida reacción de la Casa Blanca responde a su alianza con Morsi para solucionar el conflicto de Gaza. Ahora bien, si el conflicto escala, Occidente se puede ver obligado a actuar.
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