Masiva votación en Egipto bajo estricto control de los militares
Hubo una participación muy elevada; los Hermanos Musulmanes, los grandes favoritos
EL CAIRO.- Si las cifras oficiales confirman lo que vieron ayer los ojos, la alta participación en la primera jornada de votación de este largo proceso de elecciones legislativas anticipa un éxito para la junta militar que gobierna Egipto. Y si la presencia de los Hermanos Musulmanes -tan amplia como bien organizada- pudo anticipar algo, fue que este partido islamista se alzaría con una importante victoria.
En ambos casos, quienes parecerían haber sufrido una fuerte derrota son los revolucionarios de la plaza Tahrir. Paradójicamente, porque fueron ellos quienes abrieron la puerta a que se realizaran elecciones libres, una de sus principales demandas.
En cualquier caso, el acto de millones de egipcios formando largas y ordenadas filas para ejercer su derecho al voto (el horario incluso se extendió dos horas más del cierre estipulado) no transforma automáticamente a Egipto en un país democrático.
El pueblo salió a expresar su voluntad no sólo sometido a un estricto control militar, sino bajo las amenazas del jefe del ejército y presidente de facto , el mariscal de campo Mohammed Hussein Tantawi, y ante la ominosa perspectiva de que, sea cual fuere el resultado, las fuerzas armadas ya han expresado su determinación de mantener su influencia, sus acciones y sus negocios por encima de todo control civil: al estilo de una monarquía autoritaria, los generales se reservaron el derecho a regir por encima de la Constitución.
Boicot
Por eso los manifestantes , que conquistaron su derecho a actuar desde la plaza Tahrir tras resistir durante cinco días de enfrentamientos con policías y soldados (que dejaron 41 muertos reconocidos por el gobierno), se oponen a las elecciones que ellos mismos pidieron. Una serie de acciones del Consejo Supremo de las Fuerzas Armadas (CSFA, junta militar) los convenció de que expulsar al dictador Hosni Mubarak no fue cambiar el régimen.
Si alguien tenía dudas, desaparecieron el domingo por la tarde cuando Tantawi dejó en claro que los militares no permitirán que la voluntad popular, expresada a través de los legisladores que sean elegidos, les quite privilegio alguno cuando se elabore la nueva Carta Magna. "El papel del ejército será el que tiene en la Constitución actual, como el que tuvo en la Constitución anterior, el que tendrá en la próxima Constitución y en todas las futuras constituciones", dijo.
Esto significa que el CSFA rechaza la idea de que los militares deben subordinarse a los civiles y quiere mantener sus decisiones y su presupuesto (incluido lo que hace con los 1300 millones de dólares que le entrega anualmente Estados Unidos en ayuda militar) bajo su control exclusivo.
Además, se arroga el derecho a intervenir, con derecho de veto, en la redacción de la Constitución. Y quiere seguir teniendo el privilegio de declarar la guerra: para los soldados, la política exterior bélica no es competencia de diplomáticos o políticos, sino de generales.
Tantawi también advirtió que se convocó a los egipcios para elegir un Parlamento destinado únicamente a redactar la nueva Constitución. En tanto el CSFA no decida entregar el poder a los civiles, seguirá decidiendo unilateralmente a quién le encarga la tarea de gobernar, sin importar a quiénes les otorguen los ciudadanos su confianza.
Trucos de campaña
La advertencia provocó gran disgusto en la plaza Tahrir. Y también entre los Hermanos Musulmanes, que impresionaron en la primera jornada electoral al colocar simpatizantes en numerosos centros de votación, supuestamente con la tarea de contribuir a garantizar la seguridad (aunque el ejército vigilaba) y de ayudar a la gente que los necesitara. En realidad, siguieron haciendo campaña, a pesar de que las reglas establecen que el proselitismo debe suspenderse en el día de los comicios.
En tiempos de dictadura, a veces bajo una dura represión, otras precariamente tolerados, los Hermanos Musulmanes fueron la única organización que alcanzó presencia nacional, actuando desde sus bases en las mezquitas y gracias a obras de bienestar público para la población necesitada.
Ahora, se preveía que su Partido Justicia y Libertad se convirtiera en el más importante, con estimaciones que le auguraban alrededor del 30% de los escaños parlamentarios. Por eso, han expresado su demanda de que la organización política más votada reciba el encargo de formar gobierno.
"Esa sería una espantosa burla", dijo Mansour Moussa, un activista de la plaza Tahrir, que pertenece a la línea que rechazó boicotear las elecciones y que sí fue a votar. Muchos de ellos no creen que los Hermanos sean tan moderados como hasta ahora se han mostrado y temen que su objetivo sea crear una república islámica.
"Hemos luchado tanto, nuestros hermanos han dado su sangre? ¿para que nos impongan una dictadura religiosa? Las elecciones están mal planteadas, pero no tenemos alternativa: nuestra voz en las calles dejará de escucharse si no la llevamos también a la política electoral."
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