Más soldados y amenazas no parecen la solución adecuada de Vladimir Putin para frenar la contraofensiva de Ucrania
En su estado actual, las Fuerzas Armadas rusas no parecen tener capacidad de absorber, entrenar y desplegar a cientos de miles de reservistas, señalan los expertos
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LONDRES.- La decisión del presidente Vladimir Putin de movilizar a 300.000 reservistas, sus nuevas amenazas de un ataque nuclear y de anexar los territorios ucranianos ocupados solo deja expuesta la magnitud de su fracaso militar en Ucrania, según coinciden analistas militares y políticos, y difícilmente sirvan para frenar la contraofensiva de las fuerzas de Kiev o revertir la situación en el campo de batalla en un futuro inmediato.
Putin hizo esos anuncios un día después de convocar apresuradamente a un referéndum sobre la anexión a Rusia para este mismo viernes en las zonas ocupadas por Rusia en los oblast de Donestsk, Lugansk, Kherson y Zaporiyia.
Las decisiones llegaron tras una derrota relámpago de principios de este mes que obligó a las fuerzas rusas a evacuar Kharkiv, otra región que ocupaba parcialmente, y después de recibir presiones de los halcones nacionalistas de Rusia que reclamaban escalar el conflicto bélico.
“Son los últimos cartuchos que le quedan, y revela su debilidad”, dice el mariscal retirado de la Fuerza Aérea británica, Edward Stringer, exjefe de operaciones del Ministerio de Defensa del Reino Unido.
En su estado actual, las Fuerzas Armadas rusas no parecen tener capacidad de absorber, entrenar y desplegar a cientos de miles de reservistas, señala Stringer.
Los soldados movilizados por la fuerza, si bien pueden ayudar a reforzar las defensas de Rusia, probablemente no sean combatientes muy motivados.
Moral en baja
“Del lado de los rusos, será una guerra peleada por gente que no quiere estar ahí, y eso afecta la moral de las tropas”, dice Rob Lee, experto en fuerzas militares rusas del Instituto de Investigaciones de Política Exterior.
Los referéndums convocados para este viernes probablemente sean seguidos de una rápida anexión de esas zonas a Rusia.
Putin advirtió ayer que Rusia se reservaba el derecho de hacer uso de todos los medios a su disposición, incluidas las armas nucleares, para defender su integridad territorial. “Y no es un bluff”, advirtió.
Putin ya había lanzado amenazas similares en febrero, cuando anunció la invasión, elevó el grado de alerta nuclear de sus fuerzas, y le advirtió a Occidente que si interfería en la guerra, sufriría “consecuencias nunca vistas en su historia”.
Las amenazas no disuadieron ni a Estados Unidos ni a Europa de enviar miles de millones de dólares en armamento, que ayudaron a Ucrania a recuperar la iniciativa y empezar a recuperar territorio perdido.
Estados Unidos no puso restricciones al uso de esas armas para intentar recuperar Crimea, la península ucraniana anexada por Rusia en 2014 por considerarla parte de su territorio soberano.
De hecho, hace varios meses que Ucrania ataca sostenidamente blancos militares y logísticos rusos, tanto en Crimea con los oblast fronterizos con Rusia de Belgorod y Kursk.
Un ataque nuclear sería una invitación directa a Estados Unidos y la OTAN a intervenir en el conflicto, y también enojaría a China, que se ha convertido en un socio económico y geopolítico vital para el régimen de Moscú. Tras el anuncio de Putin de este miércoles, Pekín reclamó una solución pacífica que respete “las legítimas preocupaciones de todas las partes”.
Kori Schake, director de política exterior del Instituto Americano de la Empresa, dice que esta última amenaza nuclear de Putin no marca un cambio en la postura nuclear de Rusia.
“Lo que pretende es reducir el apoyo occidental a Ucrania, y sería una catástrofe que ante semejante muestra de debilidad de Rusia, las potencias occidentales accedieran”, señala Schake. “Todo lo contrario: este es el momento de redoblar la presión y reforzar las medidas de disuasión”.
Chantaje atómico
Permitir que se apele al chantaje nuclear para legitimar conquistas territoriales tendría repercusiones mucho más allá de Ucrania, agrega Schake, quien ocupó altos cargos en el Pentágono, el Departamento de Estado y la Casa Blanca. “Colapsaría el orden de seguridad europeo y sentaría un grave precedente para la integridad territorial de cualquier país”.
El discurso de Putin revela el estado de confusión que cunde en Moscú por estos reveses militares potencialmente catastróficos en Ucrania, dice Eugene Finkel, profesor de la Escuela de Estudios Internacionales Avanzados de la Universidad Johns Hopkins. “Están desesperados”, dice Finkel. “Quieren hacer algo, pero no saben qué, ni cómo”.
Al inicio de la invasión, Rusia había reunido unas 200.000 tropas, más de dos terceras partes de sus fuerzas terrestres profesionales. Desde entonces, ha tenido que reponer decenas de miles de bajas en combate con el reclutamiento forzado de habitantes de Donetsk y Lugansk, con el uso de grupos de mercenarios como los Wagner –que recluta sus combatientes en las cárceles rusas–, y formando batallones regionales de “voluntarios”.
Esos esfuerzos resultaron insuficientes para mantener la línea o avanzar desde finales de junio.
“Putin acaba de reconocer oficialmente que perdió su ‘operación militar especial’. Siempre se opuso a una leva nacional, y haberse visto obligado a movilizar a los reservistas implica que sus planes fracasaron”, dice Marat Gelman, un político opositor ruso que en otros tiempos fue asesor de campaña de Putin y ocupó un alto cargo en la televisión estatal.
Los comentaristas y políticos nacionalistas rusos venían reclamando la leva desde hace meses, señalando que desde febrero Ucrania había movilizado y entrenado a cientos de miles de tropas y que estaba contrarrestando la superioridad de poder de fuego de Rusia gracias a los modernos sistemas de artillería y de misiles suministrados por Occidente.
El mayor efecto inmediato del anuncio de Putin, dice Lee, sería evitar que los soldados rusos en servicio decidan no renovar sus contratos y permitir el despliegue de reclutas cuando los territorios ocupados sean anexados a Rusia.
Por otra parte, las sanciones de Occidente probablemente impidan que Putin reponga las pérdidas de equipamiento que sufrió en el campo de batalla.
Solo los tanques rusos destruidos o capturados confirmados visualmente ya superan los 1155, según la consultora de código abierto Oryx. Y otros cientos de vehículos blindados de transporte, obuses autopropulsados, y otros vehículos militares quedaron abandonados tras el desbande de las tropas rusas de este mes en Kharkiv.
La movilización de reservistas de Putin “es una apuesta perdida”, dice Andriy Zagorodnyuk, exministro de Defensa de Ucrania y asesor del gobierno de Volodomir Zelensky. “La Federación Rusa no tiene con qué armarlos, no tiene oficiales para dirigirlos, y no tiene vehículos para transportarlos”, dice Zogorodnyuk, y agrega que el Ejército ruso se agotó en Ucrania, y que la leva no cambia demasiado la situación.
La experiencia de los llamados mobiks, los soldados movilizados por la fuerza de Lugansk y Donetsk, muestra la gravedad de la situación rusa. Fueron enviados a luchar al frente con viejos rifles Mosin-Nagan, anteriores a la Segunda Guerra Mundial, y con anticuados cascos de acero. Los analistas y expertos en fuerzas militares rusas dicen que entre esos reclutas las bajas fueron catastróficas.
“Las Fuerzas Armadas de Rusia primero perdieron a sus soldados profesionales, y ahora también se quedaron sin todos los que luchaban por dinero o por sus ideas”, dice Alexander Baunov, exdiplomático ruso y actual integrante del Fondo Carnegie para la paz Internacional.
“Pero no sería el primer ejército formado por personas movilizadas contra su voluntad, y lo que se espera de esas personas es que luchen por su propia supervivencia, que respondan porque les disparan, y que obedezcan a sus comandantes porque de lo contrario podrían ser sometidos a un consejo de guerra”, añadió.
Si bien Ucrania está decidida a continuar con su ofensiva en las próximas semanas, el despliegue de nuevos reclutas rusos, sin importar cuán mal equipados o desmotivados estén, podría ayudar a Putin a estabilizar las líneas del frente rusas durante algunos meses, sobre todo por el avance del invierno, que dificulta las operaciones ofensivas.
Pase lo que pase del lado de Ucrania, la nueva escalada de Putin implica que la guerra está lejos de terminarse.
“Putin no entiende que si estás en un hoyo tenés que dejar de cavar”, dice Alexander Stubb, ex primer ministro de Finlandia. “Seguiremos metidos en esto por un buen rato”.
Yaroslav Trofimov
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