Más extendido, más sofisticado: el terror de EI ensombrece hasta a Al-Qaeda
Pese a que está perdiendo territorios, su versatilidad para atacar en distintas partes del mundo muestra la evolución del grupo
WASHINGTON.- En estos últimos pocos días, la marca registrada de terrorismo de Estado Islámico (EI) ha develado sus facetas más cambiantes y letales.
Según las autoridades turcas, el atentado de la semana pasada contra el principal aeropuerto de Estambul fue perpetrado por terroristas guiados y coordinados por EI. El viernes, en Bangladesh, un grupo extremista local que juró lealtad a EI masacró a los clientes de un restaurante. Y el domingo, en Bagdad, EI se atribuyó el atentado con explosivos que terminó con la vida de 140 personas.
Los tres mortales atentados ya son considerados por los servicios de inteligencia como una prueba de que EI, la única agrupación terrorista que logró crear un califato con fronteras, se está convirtiendo en una versión más extendida y sofisticada que su principal competidor -Al-Qaeda- por más que siga perdiendo territorio ante los ataques militares que sufren en Siria e Irak.
Según los agentes antiterroristas, los milicianos voluntarios que EI empezó a reclutar, entrenar y enviar a Occidente hace más de dos años ahora son parte de una compleja red clandestina. Esa red parece cada vez más dispuesta a acatar el pedido de redoblar los ataques a nivel mundial mientras la agrupación sufre reveses en su propio territorio, como ocurrió el mes pasado cuando debió retirarse de Fallujah tras una ofensiva de un mes de fuerzas iraquíes con apoyo aéreo y táctico de Estados Unidos.
"Los ataques no seguirán ningún patrón en especial: la planificación de algunos estará centralizada, otros tendrán alguna conexión con EI y otros serán resultado de decisiones enteramente locales", dice Andrew M. Liepman, ex subdirector del Centro Nacional de Antiterrorismo y actual analista de RAND Corp.
Combatir este surtido de amenazas cada vez más complejas y fluctuantes -ataques libremente inspirados en EI, atentadoss dirigidos desde el califato o los perpetrados por ellos mismos, como el de Bagdad- exige una respuesta que excede los ataques militares llevados adelante en Siria e Irak, según reconocen los funcionarios norteamericanos. Disuadir, prevenir y lidiar con esa creciente variedad de amenazas dirigidas contra blancos remotos y casi siempre civiles se ha convertido en una prioridad para los servicios de inteligencia de Occidente y sus aliados.
"La actual campaña de terrorismo global introduce nuevos elementos y, por lo tanto, nuevas vulnerabilidades", dijo por televisión Adam B. Schiff, representante por California y el demócrata de mayor rango en la Comisión de Inteligencia de la Cámara baja norteamericana.
En un mensaje de audio divulgado el 21 de mayo, el vocero de EI, Abu Mohammed al-Adnani, dejó en claro que la organización volvería a sus raíces de guerrilla de insurgencia, un reconocimiento explícito de que podría perder sus bastiones en Irak y Siria, e incluso el propio califato que consolidaron y que los diferenció de Al-Qaeda y otros grupos terroristas. Al-Adnani, que también supervisa las operaciones de EI en el exterior, insistió con el llamado a sus seguidores a atacar a los enemigos del grupo donde sea y como sea.
EI tiene células operando en Gran Bretaña, Alemania e Italia, grupos similares a los que produjeron los ataques en París y Bruselas, según reveló en abril el director nacional de inteligencia norteamericana, James R. Clapper Jr. Otras fuentes señalan que EI tiene células activas similares en Turquía, que casi con certeza participaron del atentado contra el aeropuerto de Estambul.
Algunos funcionarios antiterroristas opinan que la actual embestida podría tener un efecto rebote para EI. "La intención de EI con estos ataques es disuadir y dividir al enemigo, pero suele terminar provocándolos", dice Will McCants, ex funcionario antiterrorista del Departamento de Estado y actual miembro de la Brookings Institution. McCants dice haber anticipado que el atentado de Estambul empujaría a Turquía a redoblar sus ataques contra EI, como pasó con Francia tras los atentados en París.
El martes, en su testimonio ante un comité senatorial, el enviado especial de Obama para la lucha contra EI, Brett McGurk, dijo que el grupo ya ha perdido un 47% de sus territorios en Siria y un 20% de los de Irak, territorios que utilizan para la extracción de petróleo y de impuestos a los habitantes, así como para planificar sus ataques contra Occidente.
"El atractivo de EI era justamente que tenían un Estado -dice Liepman-. La ideología era la carnada, pero más importante era el destino: una idílica tierra sunnita. Si eso desaparece, creo que gran parte del atractivo de EI desaparecerá también."
Pero, según advierte Liepman, aunque el califato caiga, cientos o miles de combatientes curtidos en la batalla regresarán a sus hogares para seguir peleando. "Ése será el desafío para las nuevas generaciones de Jordania, Túnez, Francia y Estados Unidos: cómo lidiar con una combinación de combatientes de regreso desde el exterior y de ciudadanos radicalizados en casa."
Otra preocupación es la guerra contra la propaganda y la campaña de reclutamiento, que enfrenta serios problemas. La semana pasada, el secretario de Estado norteamericano, John Kerry, comentó un intercambio que había tenido con un par africano, quien le aseguró que en su región estaban reclutando e ideologizando a chicos de apenas 5 años.
"Tienen un plan de acá a 30 o 35 años -le habría dicho a Kerry su colega-. Y nosotros no tenemos ni un plan a cinco años."
Ola de ataques en Arabia Saudita
- Una serie de ataques suicidas golpearon ayer Arabia Saudita, uno de ellos frente a una mezquita de la ciudad santa de Medina, en una inhabitual ola de violencia en el país, que con anterioridad ya ha sido blanco del grupo Estado Islámico.
- Los ataques, que dejaron heridos a al menos dos policías, no han sido reivindicados, pero el modo en el que fueron perpetrados se asemeja al utilizado por el grupo jihadista EI, responsable de varios ataques que han golpeado al reino en el último año.
Traducción de Jaime Arrambide
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