Marta Andreasen: la eurodiputada argentina que con sus denuncias le quita el sueño a Cameron
Famosa por su lucha contra la corrupción, forma parte del UKIP, el polémico partido nacionalista que busca reducir al mínimo la inmigración y sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea
Marta Andreasen desafía todos los estereotipos. Nacida y criada en Buenos Aires, casada con un argentino, hija de un danés y ciudadana española, esta rubia que todavía habla con un fuerte dejo porteño representa a los ingleses en el Parlamento Europeo. Y lo hace como integrante del Partido de la Independencia del Reino Unido (UKIP), una fuerza política de tono nacionalista que busca reducir al mínimo la inmigración y sacar a Gran Bretaña de la Unión Europea (UE).
En la promoción de esas políticas, Andreasen tiene pocos rivales. Se ganó la admiración de los ingleses por sus denuncias de corrupción en la UE. El secreto de su éxito radica en la credibilidad. De 58 años, pasó buena parte de su vida destapando ollas.
Primero fue en París, como directora de Contabilidad de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Allí encontró un agujero en las cuentas de varios millones de dólares, lo que, tras mucho batallar, llevó a un replanteo total de la administración de las finanzas de esa institución. Esto le valió que se la contratara como jefa de Presupuesto y Contaduría en la Comisión Europea (CE), que acababa de perder a la totalidad de su plana mayor.
A la hábil contadora le tomó sólo unos días descubrir que el sistema de finanzas europeo seguía abierto al fraude. Cuando ella se negó a endosar el presupuesto anual, fue despedida. Así comenzó una agria, larga y muy pública disputa que terminó cuando la Corte Europea de Justicia se pronunció en su contra, no porque sus denuncias no tuvieran mérito, sino porque estimó que con ellas había sido "desleal" a la institución.
La entereza con la cual se enfrentó al "Goliath" de Bruselas la convirtió en mucho más que el ídolo internacional de los contadores (la revista Accountacy Age la declaró la "personalidad del año" en 2003). Sus opiniones marcan hoy el mapa de ruta de todos los euroescépticos, incluidos aquellos que integran las filas de otras fuerzas políticas.
Es así como suele quitarle el sueño al primer ministro británico, el conservador David Cameron, que vive atormentado por el ala nacionalista de su partido, para el cual su coalición con los proeuropeos liberaldemócratas constituye una aberración.
Vale preguntarse, quizás, cómo fue que esta egresada del colegio católico bilingüe Michael Ham, de Vicente López, y de la Universidad Católica Argentina terminó asociándose con el UKIP, famoso por su intolerancia hacia los extranjeros y por compartir bancada en Estrasburgo con figuras acusadas de racismo, misoginia y homofobia.
Andreasen acepta que su presencia le ha sido "útil" al UKIP para blanquear la imagen. Lo que la atrajo a sus filas, explica, no fue el apoyo que le dieron tras el trauma sufrido en Bruselas, sino el fervor compartido por conceptos como "la tradición, la patria y la bandera", que ella dice que arraigó en la Argentina, pero halló inexistentes en España. Allí, en busca de un futuro mejor, su familia echó ancla hace tres décadas.
–¿Qué pasa con el tema de la "patria y la bandera" cuando los ingleses le mencionan el diferendo por las Malvinas?
–Nunca me lo han planteado.
–¿Será porque la creen sólo ciudadana española?
–Yo nunca oculté que nací en la Argentina. La verdad es que nunca me preguntaron sobre la Guerra de Malvinas. Pero si lo hicieran, yo les puedo decir que la viví porque estaba en Buenos Aires entonces. Fue un error tremendo. Para mí, esa guerra fue el montaje de dos gobiernos que estaban en desequilibrio, por decirlo de alguna manera. A uno le salió bien y al otro, mal. Me pareció criminal mandar a chicos de 18 años a morir.
–¿Y ahora cómo ve el conflicto?
–Para mí sigue siendo un tema interesado. Una vez más ambos dirigentes están en una situación de tensión y los dos quieren tirar un poco la atención hacia las Malvinas. Pero yo me pregunto: ¿qué hicieron ambos países en los últimos 30 años? ¿Explotaron las supuestas riquezas que dicen que existen allí? No. Entonces focalizarse en ese problema ahora me parece un poco reducido. Tampoco puedo ponerme ni de un lado ni del otro. Yo fui a un colegio inglés donde teníamos dos mapas, en uno decía Malvinas y en el otro, Falklands. De modo que este tema lo viví desde muy pequeña. Me parece ridículo que con todas las crisis que hay en el mundo, todos se aboquen a este problema.
–Justamente por eso cuesta creer que no se lo hayan mencionado...
–Es que dentro del UKIP yo tengo una imagen propia que es previa a mi asociación con el partido. A mí se me conoce en Inglaterra por lo que hice en la UE. Y en ese sentido los ingleses son muy justos. A ver: si yo quisiera en algún momento favorecer o entorpecer el comercio de la UE con la Argentina, entonces la gente podría juzgarme en contra. Pero yo no me meto en esas cosas. A mí me interesa defender los derechos de los británicos en la UE.
–Pero usted sabe la reputación que tiene el UKIP de ser xenófobo. Ser argentina debe resultarle allí un peso
–Nunca me pesó. Los que me critican no lo hacen porque soy argentina, sino porque buscan socavar al partido con actitudes dictatoriales. A la gente no le importa de dónde vengo. Hice campaña a favor de los británicos que han visto sus hogares expropiados en España, para modificar la política de pesca...
–Y para que Gran Bretaña abandone la UE.
–Sí, eso es lo primordial.
–¿Incluso del Mercado Común?
–Sí. Los que evocan los modelos de asociación de Noruega y de Suiza se equivocan. Ellos están atados también a la mayoría de las normas de la UE.
–Pero, ¿eso no llevaría a que Gran Bretaña perdiera acceso a su principal mercado y que el aislamiento le hiciera perder competitividad?
–No. Al mundo le va a seguir interesando comerciar con Inglaterra. Y yo creo que si decidiera irse, o incluso amenazara con salir, esto llevaría a la UE a que finalmente se reformara.
–Algo beneficioso, quizás, para la UE, pero, ¿lo sería para Gran Bretaña?
–También. Habría un mayor respeto por lo que Gran Bretaña realmente aporta a la UE.
–Pero, ¿cómo haría la City londinense para mantenerse como el principal centro financiero de Europa fuera de la UE?
–Hoy en día, la City está en la nube. Es virtual. No es una cuestión de territorio. Una persona que tiene un fondo de pensiones aquí, que por ahí en realidad está en un banco alemán, podrá seguir teniéndolo.
–El euroescepticismo es un fenómeno inglés. En Escocia y en Gales nadie quiere irse de la UE.
–Es cierto, pero no creo que los escoceses vayan a votar a favor de la independencia. Algunos aseguran que, de hacerlo, tanto Escocia como Inglaterra quedarían fuera de la UE porque el tratado fue firmado por Gran Bretaña. De todas formas, los escoceses tienen muchas cosas que considerar, porque tienen petróleo, pero reciben también subsidios enormes de Inglaterra.
–Y de la UE también.
–Sí. Aun así, estoy un 99% segura de que los escoceses no votarán por la independencia.
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