Mariana Mazzucato, la nueva economista favorita de los gobiernos de izquierda de la región que ya inspiró un plan en la Argentina
La Argentina se jacta de haber sido el primer país de América Latina que transformó sus ideas en políticas públicas
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NUEVA YORK.- Los presidentes de la Argentina, Chile y Colombia son fans de la economista Mariana Mazzucato, quien piensa en el Estado como timón de la innovación.
Mazzucato ya fue recibida por tres presidentes: tiene una foto con el sonriente presidente chileno Gabriel Boric donde se lo ve sosteniendo tres libros de la economista, el mandatario colombiano Gustavo Petro la calificó como “una de las mejores economistas del mundo”, y el gobierno de Argentina se jacta de haber sido el primer país de América Latina que transformó sus ideas en políticas públicas.
Invitamos a empresarios colombianos y dialogamos con una de las mejores economistas del mundo: Mariana Mazzucato
— Gustavo Petro (@petrogustavo) October 21, 2022
Vendrá a trabajar con nuestro gobierno en el tema de la industrialización del país. pic.twitter.com/rUYcp6CpKY
Difícil imaginar mejor bienvenida para esta economista ítalo-norteamericana y profesora del University College de Londres cuando hizo su gira por América Latina, en octubre pasado, para presentar el informe que había elaborado a pedido de la Comisión Económica para América Latina y el Caribe de las Naciones Unidas (CEPAL).
Por supuesto que su paso por América Latina no fue enteramente bienvenido: Mazzucato levantó olas en Chile durante una entrevista con la prensa local, cuando dijo que la nueva dirección del país bajo el mando de Boric representaba “un experimento muy importante para matar al neoliberalismo”.
Cuando algunos respondieron negativamente a la idea de que sus políticas públicas eran un “experimento”, Mazzucato dijo que había dado la entrevista en español, y que había dicho “experimento” cuando en realidad quiso decir “experiencia”.
The dangers of doing interviews in another language! I of course meant experience in Spanish, not experiment. Almost as bad as when I once said I was “embarazada”and I meant embarrassed (not pregnant!). Learning by doing… https://t.co/F4TGCAM3hJ
— Mariana Mazzucato (@MazzucatoM) October 27, 2022
Pero en líneas generales la gira de octubre fue una muestra impresionante de lo extendida que está la idea de Mazzucato de que los gobiernos tienen que establecer objetivos ambiciosos para el sector privado. Queda claro que su trabajo ha conquistado admiradores en los pasillos del poder de la región, especialmente entre los líderes de centroizquierda que representan la “nueva marea roja” o giro a la izquierda de América Latina.
Pero su influencia no se limita a la izquierda: su énfasis en la innovación y el crecimiento también le ganó apoyos entre la derecha amiga de los mercados. En un discurso de 2021, el antecesor de Petro, el entonces presidente Iván Duque, le agradeció a Mazzucato por su trabajo para el fortalecimiento de las instituciones del Estado.
“Sus argumentos tienen un poco para cada quién”, dice el economista colombiano Javier Mejía, profesor de la Universidad de Stanford. “A los políticos de derecha le ofrece la idea de que pueden coordinar la innovación, y a los de izquierda los seduce que sin el Estado eso sea imposible”.
Pero ¿cuáles son realmente las ideas de Mazzucato, y por qué son tan populares últimamente en Latino América?
Sin críticas radicales contra el capitalismo
Una de las ideas centrales de Mazzucato es el “enfoque de misiones”, delineada en su libro de 2021, Misión Economía: una guía para cambiar el capitalismo. Allí argumenta que la política económica primero debe identificar los problemas a resolver, y luego encolumnar los recursos del sector público y privado para resolverlos de formas innovadoras.
El ejemplo clave de Mazzucato sobre ese principio puesto en acción es cuando el gobierno de Estados Unidos se comprometió a llevar a un hombre a la Luna antes de 1970, y lo logró “en un esfuerzo que cristalizó una de las hazañas más innovadoras de la historia humana”. Los gobiernos no deben ser un freno a la innovación, argumenta Mazzucato: por el contrario, deben ser su catalizador.
“El enfoque de misiones implica ponerse objetivos ambiciosos pero también inspiradores, capaces de catalizar la innovación cruzada de los múltiples sectores y actores económicos”, escribe Mazzucato en su libro.
Las misiones que imagina Mazzucato para la economía actual probablemente tienen más que ver con el avance en la transición verde y el impulso de un crecimiento más inclusivo. Sus ideas, que muchos economistas consideras “heterodoxas” —o sea que se apartan del campo del “establishment” académico de las universidades más prestigiosas, mayormente en el mundo rico—, no son reconociblemente marxistas, ni socialistas, ni anarquistas.
“Sus ideas están dentro del capitalismo”, dice José Ignacio Maritano, analista de la firma de investigaciones británica Chambers and Partners.
En ese sentido, la popularidad de Mazzucato entre los líderes de la nueva oleada de izquierda refleja la mayor cautela y las modestas expectativas de esta nueva generación de presidentes si se lo compara con la primera “marea roja” de la década de 2000. En aquel entonces, la frase “socialismo del siglo XXI” era la consigna común para describir los objetivos de los gobiernos: hoy el foco está puesto en lograr un capitalismo más inclusivo, más productivo y menos perjudicial para el planeta.
¿Cómo se aplica esto a América Latina? En su informe para la CEPAL, Mazzucato dice que los gobiernos de la región deberían enfocarse “no en subsidiar a sectores específicos, sino en identificar los problemas y desafíos más acuciantes y movilizar la colaboración colectiva”. Y para eso, escribe, se necesita mayor margen fiscal.
El informe de Mazzucato menciona centros de innovación en el estado mexicano de Nuevo León y en su capital, la ciudad de Monterrey, así como el Plan Ceibal de Uruguay para entregar “una computadora portátil por niño”, como ejemplos exitosos del enfoque de “misiones”.
El 29 de marzo, el medio de comunicación colombiano La Silla Vacía informó sobre un posible acuerdo de consultoría sobre “estrategia industrial verde” entre Mazzucato y el gobierno por un valor de 1 millón de dólares. Según la información, parte de esos fondos provendrían de fuentes privadas.
Es habitual que los gobiernos busquen los servicios de consultores privados, pero a los comentaristas de la prensa colombiana no se les escapó que el nuevo libro de Mazzucato, The Big Con, es una amplia crítica al negocio de las consultorías.
Mazzucato negó las afirmaciones del artículo con un tuit donde afirmó: “No es una asesoría personal sino una colaboración con el UCL”, el University College de Londres, la universidad donde dicta clases.
¿Un nuevo o un viejo estilo de estrategia industrial?
El enfoque de misiones de Mazzucato suena como una derivación del tipo de intervenciones estatales que caracterizaron la política económica en muchos países latinoamericanos durante el siglo XX. Pero el concepto también es un poco vago y está abierto a interpretaciones que actualmente compiten en la región. ¿Sus ideas son una inspiración para los líderes que quieren ser pioneros de un enfoque nuevo y más empresarial enfocado en el desarrollo económico impulsado por el Estado? ¿O como creen algunos críticos, Mazzucato es la vidriera prestigiosa de formas archiconocidas de estatismo?
“Sus argumentos son algo diferentes, en tanto enfatiza la idea de innovación y progreso tecnológico”, dice Mejía, el economista de Stanford.
Otros ven el marco conceptual de Mazzucato más como una actualización de las tradiciones regionales fuertemente arraigadas. Y no todos lo consideran algo malo.
“En mi opinión, la perspectiva de Mazzucato permite actualizar la visión peronista de las herramientas y formas de entender la producción, y promoverla de una manera lo más acorde posible a la coyuntura actual”, dice Nicolás Tereschuk, politólogo y director nacional de relaciones parlamentarias de la Jefatura de Gabinete del gobierno argentino.
¿Misión imposible?
Para Mejía, la fe de Mazzucato en el potencial del Estado para ayudar a coordinar el desarrollo económico renueva viejas preguntas sobre la eficiencia burocrática de los Estados latinoamericanos.
“Tradicionalmente, uno de los motivos de la expansión del Estado en la economía de la región ha sido multiplicar las oportunidades de clientelismo de los gobernantes”, dice Mejía. “Esos organismos que deberían generar innovación, en la práctica terminan contratando a los amigos de los amigos”.
“Su enfoque es interesante, innovador, y hasta puede funcionar”, dice Sergio Guzmán, director de Colombia Risk Analysis. “Pero necesitamos hacer más y diagnosticar menos”.
Maritano coincide en que los Estados de la región tienen que mejorar su capacidad gestión pública, pero agrega que el sector privado y la sociedad civil también tienen margen para mejorar.
Otra complicación es que muchas sociedades latinoamericanas están políticamente polarizadas y las prioridades políticas pueden cambiar drásticamente entre un gobierno y el que lo sigue. Tomando en cuenta esa realidad, la confianza de Mazzucato en el potencial de las sociedades de la región para acordar metas de desarrollo y apegarse a ellas a lo largo del tiempo puede parecer un exceso de optimismo.
El Plan Argentina Productiva 2030, anunciado por el Ministerio de Economía argentino el 28 de marzo, es el ejemplo más concreto hasta el momento de la influencia de Mazzucato en la región. Ese conjunto de audaces objetivos de desarrollo, elaborados explícitamente con las ideas de Mazzucato en mente, apunta a la creación de 3,5 millones de puestos de trabajo en el sector privado.
Pero el plan ha sido anunciado por un gobierno al que le quedan solo unos meses de vida, ya que muchos en la coalición gobernante temen una derrota inminente en las elecciones programadas para finales de este año. ¿Qué pasa si el próximo gobierno decide desecharlo?
Esta nota fue originalmente publicada en Americas Quarterly. Su autor es Nick Burns.
Traducción de Jaime Arrambide
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