María Corina Machado se vuelve el motor de la campaña de la oposición y un fenómeno imparable para el régimen chavista
La líder proscripta moviliza a decenas de miles de venezolanos en sus marchas de apoyo a Edmundo González Urrutia; Su desafío obligó a los antiguos aliados de Maduro a exigir garantías electorales
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BOGOTÁ.- “Veinticinco años luchando, aprendiendo y superando obstáculos. ¡Ahora faltan sólo 81 (77 hoy) días para lograrlo! Vamos juntos y con nuestro candidato”, se explayó María Corina Machado tras dos jornadas históricas en el depauperado estado andino de Trujillo, otrora chavista. La líder opositora emergió de entre las entrañas de una multitud nunca vista antes, decenas de miles de ciudadanos emocionados, que en cada esquina o paso de rutas de la Venezuela profunda lloraban o rezaban cuando la veían aparecer vestida con camiseta blanca y jeans. Como si fuera una de ellos.
En cada uno de sus discursos, Machado repite la misma pasión que empleó para encararse a Hugo Chávez en la Asamblea Nacional bajo control revolucionario. Eran otros tiempos, hace 12 años, cuando ya era la diputada más votada del país y el “comandante supremo” se despachaba con el famoso “águila no caza moscas” para proseguir su monólogo inacabable.
De aquella voz férrea del antichavismo, la dama de hierro criticada por otros sectores opositores por su “radicalidad”, ha surgido la protagonista de un hito político que parecía imposible. Su desafío al frente de un pueblo, que ha cambiado la rendición por la esperanza, mantiene en alerta al resto del continente, incluso ha obligado a los antiguos aliados de Nicolás Maduro, como Brasil y Colombia, a exigir garantías electorales.
El grito de libertad y la necesidad imperiosa de una transición han calado como agua de lluvia en el sentimiento nacional, avalados también por la legitimidad de origen procedente de su aplastante victoria, con el 92,6% de los sufragios, en las elecciones primarias del año pasado. Pero si hay una bandera que se ha convertido en poderoso motor del cambio esa es la del regreso a casa de los venezolanos obligados a huir de su país. “Los vamos a traer de vuelta, a tus hijos y a los míos; a tu familia y a la mía”, promete María Corina en cada rincón del país. Las cifras dimensionan el poder de esta promesa: la diáspora está conformada por casi 9 de los 31 millones de venezolanos.
Como si fuera una partida de ajedrez de un tablero global, donde Maduro cuenta con la protección de rusos, iraníes, chinos y cubanos, Machado ha tomado la iniciativa estratégica y no la abandona: sus piezas van siempre por delante y a la ofensiva. La misma que puso en marcha hace un año en la precampaña de las primarias, donde demostró estar situada en posiciones más avanzadas en temas morales que la mayoría de sus rivales. Los 2,3 millones de votantes no sólo la apoyaron por mantenerse firme ante el chavismo; también castigaron a los partidos tradicionales.
La madurez personal y política, cercana hoy a un centro liberal, de Machado, de 56 años, se pone a prueba cada día, incluso en situaciones tan adversas como el encarcelamiento y la persecución de su círculo más cercano, mucho más que compañeros de lucha. A todos ellos, en su fuero interno, les reconforta saber que Cori, como llaman a la jefa, “tiene palabra”: siempre ha demostrado una lealtad a prueba de bombas bolivarianas.
Movimientos calculados
Pese a la indefensión y a la multitud de trampas que se le tienden, sumada a la animadversión que mal disimulan sectores inmovilistas en el seno de la oposición, Machado no ha errado ni en uno solo de sus movimientos. “Ha puesto lo político por encima de lo ideológico. Sin abandonar referentes morales, como el tema del bien y del mal, hace llamados constantes a la reconciliación, a recibir a los que fueron chavistas y pone el foco en la coyuntura para acumular la mayor masa crítica para provocar la transición. También ha defendido lo electoral pese a todas las presiones para salirse del carril y ha incorporado a su lenguaje elementos sociales que no estaban hace unos años en un ideario más liberal y político”, dijo a LA NACION el historiador Armando Chaguaceda.
El analista e instructor en finanzas Henkel García ha vivido en primera línea la transformación de la líder opositora. “He visto una evolución importante, ser más ella y estar conectada consigo misma. Hay una evolución emocional hasta convencerse que siendo ella misma podía conectarse con la gente. Es algo notorio en dos años. Machado escucha mucho, anota todo a mano en una libreta, con mucho detenimiento y luego profundiza en las ideas. No suelta el tema hasta que lo ha digerido y anotado en el cuaderno”, describió a LA NACION García, uno de los autores de la plataforma de la candidata.
Las comparaciones pueden parecer exageradas, en todo caso tan exageradas como el fenómeno que se vive en el interior de Venezuela, donde padres emocionados izan a sus bebés y se lo entregan a la carrera a su líder porque están convencidos de que su proyecto es la única salida. “Esta mujer representa a la madre que cuida de los hijos de la República. Junto a millones de venezolanas está pariendo a Venezuela”, escribió en su último artículo publicado Corina Yoris, la segunda candidata también bloqueada por el chavismo y miembro desde hace días de la Academia de la Lengua de Venezuela. “Estamos unidas en un anhelo”, recordó hoy la propia Machado en sus redes sociales para celebrar el Día de la Madre.
“No es una candidatura, ni siquiera una doble candidatura (junto al diplomático Edmundo González Urrutia, abanderado de la unidad democrática). Es un movimiento de liberación nacional que permite la participación de todos, por diferentes que sean, mucho mejor que un partido. Un movimiento de liberación remueve las entrañas de las personas. Es más que política y elecciones”, advirtió el politólogo Georg Eickhoff.
“Es como si se hubiera salido de su coordenada particular, sin dejar de ser una mujer liberal, que valora las libertades políticas incluso con referencias a una formación católica. Sin dejar eso se ha abierto a ser el símbolo de una coalición mucho más amplia. Es de esos fenómenos de la Historia en que una figura, como Lech Walesa o Nelson Mandela, logra encarnar las esperanzas de un pueblo más allá de la propia referencia identitaria en su figura”, concluyó Chaguaceda.
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