Mar-a-Lago: cómo es la residencia de Florida donde se instalará Donald Trump después de la Casa Blanca
Donald Trump ya no vive en la Casa Blanca. En su lugar, escogió su lujosa mansión en el club Mar-a-Lago en Palm Beach, Florida, como hogar para su nueva vida post-presidencial, adonde llegará incluso antes de la asunción de su sucesor, Joe Biden.
En medio de fuertes críticas, con dos juicios políticos por delante, y con sus redes sociales bloqueadas, la mudanza del futuro exmandatario ya despertó molestias entre sus futuros vecinos.
Considerada durante los últimos años como su segundo hogar, los medios llegaron a llamarla "la Casa Blanca de invierno", donde el entonces mandatario pasaba tiempo libre con su familia, jugaba al golf, y hasta llegó a utilizarla para sus campañas y reuniones oficiales.
Con un estilo hispano-morisco, típico de las villas del mediterráneo, la imponente residencia cuenta con 10.200 metros cuadrados a orillas del Atlántico, tiene 126 habitaciones; salas adornadas con mármol, piedra tallada y detalles en oro; alfombras orientales; candelabros; frescos europeos y tapices flamencos del siglo XV. Hace unos años el diario The New York Times la comparó con el Palacio de Versalles.
Los comienzos de la historia de la mansión se remontan a 1923, cuando Marjorie Merriweather Post, comenzó a construir la finca, terminada cuatro años más tarde. Arquitectos norteamericanos y diseñadores europeos le dieron el estilo que aún hoy conserva. Suelo con bloques de mármol blanco y negro, tejas procedentes de un castillo cubano y una colección de casi 36.000 azulejos españoles, algunos del siglo XV, que recuerdan a la Alhambra. El techo de la sala principal es una copia de uno en la Academia de Venecia, y está cubierto de oro.
Trump adquirió la propiedad por unos 10 millones de dólares en 1985, y hoy su valor ascendería a 200 millones, luego de que el magnate inmobiliario la convirtiera en un club superexclusivo, al que solo pueden acceder diversas personas de su entorno que buscan privacidad y que solo comparten ciertos amenities con un selecto club de golf.
Buenos vecinos
Si bien en un principio la relación con los habitantes de Palm Beach fue conflictiva, con el tiempo -más aun luego de ser electo- muchos habitantes mejoraron sus vínculos con la familia Trump, y hasta se los vio en medios hablando bien de el entonces mandatario, elogiándolo por su gestión y hasta tomando posturas trumpistas.
Pero hoy, a pesar de que en Florida los esperan sus seguidores, los habitantes de Palm Beach no ven con buenos ojos el inminente arribo del exmandatario y su clan a este glamoroso pueblo, ni mucho menos su uso como residencia permanente.
En efecto, en diciembre presentaron una queja por escrito ante el ayuntamiento reclamando que el club no puede ser utilizado como una vivienda de tiempo completo.
Según un documento publicado por The Washington Post, el contrato del club estipula que el uso de las suites debe limitarse a un máximo de tres periodos no consecutivos de siete días al año, algo que el presidente saliente ya incumplió y que el club niega.
A esto se suman más problemas: La semana pasada, el club recibió una advertencia del condado de Palm Beach por un video en el que se lo veía a Donald Trump Jr. celebrando una fiesta de fin de año sin tapabocas ni distancia social en el lugar.
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