Manuel Valls, del Elíseo a la pelea electoral por la alcaldía de Barcelona
MADRID.- Puede que nadie en Francia extrañe a Manuel Valls, el exministro de Interior y luego ex primer ministro durante el último gobierno socialista de François Hollande . Pero su aterrizaje para "ofrecer servicios" en España alteró la vida política del país.
Pocas veces se ha visto en la Unión Europea (UE) una reinvención política de semejante calado en un dirigente; al extremo de empezar su carrera en un país, llegar a los puestos más altos y luego, cuando toca la pendiente hacia abajo y no encuentra cabida, ofrecerse en otro.
Eso es lo que hizo el zigzagueante Valls, que acaba de ofrecerse para el gobierno de Barcelona , como cabeza de una propuesta "transversal" e "independiente", con apoyo de los liberales de Ciudadanos y opuesta al separatismo catalán .
Es la nueva cara contra el independentismo radical que signa la vida política de la región.
Lo llamativo es que lanzó su guante barcelonés cuando todavía es miembro de la Asamblea Nacional Francesa -donde le piden que renuncie- y cuando reina cierta impaciencia entre vecinos de Evry, la ciudad de 60.000 habitantes cerca de París de la que es alcalde. Muchos allí resienten el abandono.
"Renunciaré a mis responsabilidades en Francia en la próxima semana", aseguró.
Curioso como pocos, su caso es el de una reconversión política única y de difícil pronóstico. Un salto al vacío del que muchos se ríen en Francia. "O pasa o se parte", fue el juego de palabras con el que el diario Liberation le dedicó su portada.
Es, también, uno sin retorno: si no le va bien en Barcelona, es difícil que este hombre detestado por la izquierda gala -a la que quiso reformar por "fuera de época"- marginado por el centrismo del presidente Emmanuel Macron y por la derecha, pueda reinsertarse en el mapa político francés.
Hace años fue uno de los políticos más populares de Francia. Ahora no tiene espacio en ninguna de sus opciones partidarias, incluido el gobierno de Macron, con quien -al parecer- lo une una profunda antipatía.
Puede que la apuesta por Barcelona sea de una sola vía. O triunfa en la ciudad que lo vio nacer hace 56 años y donde hoy reina En Común, la marca catalana de la izquierda radical de Podemos, o podría ser el fin. Y lo sabe. "Pase lo que pase, me quedaré aquí", aseguró ante los barceloneses.
Por lo pronto sus adversarios recelan de la jugada y no ocultaron su nerviosismo. "No conoce la ciudad, no es de Cataluña, no sé qué pretende hacer", dijo el independentista Carles Puigdemont , desde Bélgica, donde reside para evitar a la Justicia española.
"La suya es una candidatura de ricos", perfiló de inmediato el independentista Ernest Maragall, posible candidato a competir con Valls en representación de Izquierda Republicana de Cataluña (ERC). "Parece una campaña de Madrid", añadió.
Quiero ser el próximo alcalde de Barcelona. La ciudad está sumida en una dinámica perdedora. Tenemos que frenarla, necesitamos cambiar de rumbo y un nuevo liderazgo cuanto antes mejor
Para la contienda electoral, Valls convocó al exdirector de comunicación del FC Barcelona, el club de sus amores, que fue la mano derecha del alcalde Pasqual Maragall (1982-1997), artífice de los Juegos Olímpicos de 1992.
De padre catalán, emigrado a París para evitar el franquismo, y madre suiza, el nuevo candidato defendió "como una muestra de civismo europeo" su decisión de apartar su carrera francesa para apostar por la catalana.
"Quiero ser el próximo alcalde de Barcelona", dijo al confirmar su postulación para los comicios de mayo próximo.
"La ciudad se encuentra sumida en una dinámica perdedora. Tenemos que frenarla, necesitamos cambiar de rumbo y un nuevo liderazgo cuanto antes mejor", agregó Valls.
Su mensaje, en el que hizo alarde de conocimiento de la ciudad, tuvo un blanco contra el separatismo al sostener que Barcelona "merece ser gobernada pensando en ella misma y no en otros proyectos que nada tienen que ver con la vocación de la propia ciudad".
Los no independentistas respiraban aliviados.
Ven en la figura del ex primer ministro francés un candidato lo suficientemente potente como para representarlos.
Ciudadanos, el partido liberal más votado para administrar Cataluña, pero con número insuficiente para formar gobierno, le dio su apoyo para el espacio de la capital y figuró entre los promotores de la candidatura.
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