Manuel Noriega: aliado y a la vez enemigo de EE.UU., hundió a Panamá en el terror
El hombre fuerte panameño coqueteó con las agencias norteamericanas, Fidel Castro y los carteles de la droga
NUEVA YORK.- Manuel Antonio Noriega, el ex dictador de Panamá y, en algunos momentos, aliado estadounidense cuyos vínculos con el narcotráfico llevaron a su destitución en 1989, murió el lunes a los 83 años en el hospital Santo Tomás en la capital panameña. Estaba en cuidados intensivos desde el 7 de marzo debido a complicaciones de una cirugía para extirpar un tumor cerebral benigno.
Se encontraba en arresto domiciliario desde enero. Había enfrentado cargos en Estados Unidos y Francia, y cuando estuvo detrás de las rejas en esos países desarrolló los problemas médicos. Desde su regreso a Panamá el 11 de diciembre de 2011 también había estado encarcelado. Las sentencias eran por cargos de asesinato, lavado y corrupción.
Su repatriación a Panamá fue un regreso ignominioso para un hombre fuerte que daba discursos nacionalistas mientras portaba un machete y vivía en mansiones lujosas donde celebraba fiestas en las que abundaban la cocaína -por sus vínculos con el narcotráfico- y armas de antigüedad que tenía de colección. Su extravagancia también tenía detalles inusuales: gustaba de mostrar su colección de osos de peluche vestidos como paracaidistas.
Noriega se convirtió en el líder de facto al promoverse a sí mismo como general de las fuerzas armadas en 1983. Durante décadas tuvo una relación complicada con Estados Unidos: a veces aliado e informante para las agencias antinarcóticos estadounidenses; a veces adversario que vendía secretos a enemigos de Washington y les avisaba de antemano a los carteles de ciertas operaciones.
Era, de cierto modo, una relación representativa de la de Estados Unidos y Panamá por muchos años. Desde que los estadounidenses construyeron el canal a principios del siglo XX, gobernaron parte del territorio aledaño por ocho décadas antes de regresárselo a Panamá el 31 de diciembre de 1999.
En el libro Tiempo de tiranos, Richard Koster y Guillermo Sánchez Borbón hacen una crónica de los años del régimen de Noriega, y dan un ejemplo particular de cómo éste jugaba para ambos bandos. Le pasó secretos sobre Cuba a Estados Unidos y, al mismo tiempo, le vendió miles de pasaportes panameños a Fidel Castro, por 5000 dólares cada uno, para que los usaran agentes cubanos y, posiblemente, de naciones soviéticas. Los autores calculan que las ganancias ilegales de Noriega alcanzaron los 772 millones de dólares.
Noriega nació en un barrio pobre de Ciudad de Panamá el 11 de febrero de 1934. ¿O fue otro año? La fecha siempre ha sido disputada. El padre era un contador público y su madre, dependiendo de quién lo cuente, era una cocinera o una lavandera.
Estudió en el Instituto Nacional, la mejor escuela pública de Panamá, y en un anuario escolar escribió que su ambición era ser psiquiatra y presidente. Los primeros planes no se dieron, pero una conexión dentro del gobierno lo ayudó a conseguir una beca para una academia militar en Perú. Al regresar a su país empezó a ascender en las filas de la Guardia Nacional.
A finales de los años sesenta quedó bajo la tutela del general Omar Torrijos, dictador que firmaría el tratado en 1977 en el que Estados Unidos se comprometía a ceder el control del canal y del terreno aledaño para 1999. Como asesor leal de Torrijos, Noriega orquestó el encarcelamiento de opositores políticos y reforzó las relaciones con las agencias de inteligencia estadounidenses.
Torrijos murió cuando se estrelló el avión en el que viajaba en 1981 y Noriega tomó el control de la Guardia Nacional. Al transformarse en general en 1983, se convirtió de hecho en el hombre fuerte de Panamá, aunque había un presidente civil.
Amañó varias elecciones presidenciales a favor de sus candidatos y reforzó sus vínculos con los carteles de la droga. Mientras, también buscó tener relaciones cercanas con Estados Unidos. Tenía el apodo "el Man", pero el más usado entre sus opositores era "Cara de Piña", por su cara marcada por el acné.
La doble cara de Noriega era conocida por Washington, pero lo veía como útil en sus esfuerzos para mantener su influencia en Panamá en una época de movimientos de izquierda en la región. Sin embargo, Noriega se volvió cada vez más beligerante y colmó la paciencia de Estados Unidos, donde legisladores comenzaron a cuestionar sus tratos con los carteles de la droga. La oposición dentro de Panamá también se había vuelto más fuerte tras la tortura y el asesinato, en 1985, de Hugo Spadafora, crítico que había acusado al general de manera pública de estar aliado con carteles colombianos.
Noriega aumentó su violencia contra los opositores y usó sus unidades antimotines -apodadas los Doberman- contra manifestantes. La más famosa en el llamado Viernes Negro de julio de 1987.
En 1986, el Senado estadounidense aprobó una resolución que llamaba a que Panamá sacara a Noriega de las fuerzas de defensa para llevar a cabo una investigación por corrupción, fraude electoral, asesinato y tráfico de drogas. Al siguiente año el Capitolio cortó la ayuda militar y económica al régimen panameño, que cayó en impago de sus deudas y su economía se contrajo hasta el 20%. Noriega fue imputado en 1988 en Florida por cargos de narcotráfico y lavado de dinero.
Hubo un golpe de Estado fallido en 1988 y al año siguiente Noriega anuló los resultados de la elección presidencial. Después de otro golpe fallido, en 1989, se nombró a sí mismo "líder máximo" y la Asamblea Nacional le declaró la guerra a Estados Unidos.
El 16 de diciembre de 1989, las tropas panameñas mataron a un soldado estadounidense que no estaba armado en la capital, hirieron a otro y golpearon a un tercero. "Eso fue suficiente", dijo el presidente George Bush al anunciar la invasión de más de 27.000 tropas.
Noriega se escapó y se mantuvo escondido mientras las fuerzas panameñas eran derrotadas y reapareció días después, el 24 de diciembre, en la embajada del Vaticano. Las tropas estadounidenses asediaron la legación durante días e incluso ponían música heavy metal -con canciones como "Panamá", de Van Halen- a todo volumen para atormentar a Noriega y prevenir que los reporteros pudieran escuchar conversaciones entre los militares y funcionarios vaticanos. Noriega se rindió el 3 de enero de 1990 y fue llevado a Florida. En Panamá asumió el poder Guillermo Endara.
Noriega fue sentenciado en abril de 1992 a 40 años en prisión. Siempre acusó que el juicio y los cargos eran una farsa. La condena fue reducida poco después a 30 años y fue declarado prisionero de guerra. Mientras estaba tras las rejas en Estados Unidos, Panamá lo juzgó en ausencia por la ejecución de soldados en el golpe de Estado fallido de 1989.
En Estados Unidos, las autoridades preveían soltar a Noriega en libertad condicional en 2007; habían reducido su condena a la mitad por buen comportamiento. Sin embargo, Francia exigió la extradición y fue enviado allá en abril de 2010. Hubo otro juicio por los mismos cargos de lavado y de nuevo fue condenado.
Panamá después pidió la extradición y fue repatriado en 2011 para cumplir 20 años de cárcel por la desaparición de opositores en los años ochenta.
R. Archibold
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