NUEVA YORK.- Este es el mundo en el que vivimos: olas de calor implacables, inundaciones catastróficas, incendios enormes y condiciones climáticas tan inciertas que los niños salieron a la calle en masa en protestas globales para exigir que se tomen medidas.
Pero este también es el mundo en el que vivimos: un panteón de líderes mundiales hostiles a la protesta o que niegan la climatología para ganarse puntos políticos, y con fuertes vínculos con las industrias que son las mayores fuentes de emisiones de gases contaminantes.
Ese contraste tajante llega en un momento en que los gobiernos enfrentan un desafío con características inéditas desde el comienzo de la era industrial. Para evitar los peores efectos del cambio climático, tienen que reconstruir el motor de la economía global —salir rápidamente de los combustibles fósiles, la fuente de energía sobre la que se basa el sistema— porque no lograron tomar medidas hace décadas, cuando los científicos se lo recomendaron.
Al inaugurar la Cumbre sobre la Acción Climática, el titular de la ONU, António Guterres, y la activista sueca Greta Thunberg hicieron un poderoso llamamiento a los líderes mundiales para que actúen de una forma enérgica contra el cambio climático para reducir las emisiones y ayudar a los más vulnerables del mundo a lidiar con los efectos secundarios del calentamiento global.
Pero el problema es que los manifestantes de las calles y algunos de los diplomáticos del hall de la Asamblea General viven en mundos diferentes.
"En este momento, nuestro clima político no mira con buenos ojos esta discusión", dice Alice Hill, especialista en políticas climáticas del Consejo de Relaciones Exteriores. "El multilateralismo está siendo atacado, y hemos visto el ascenso de gobiernos autoritarios."
"Esas presiones no juegan a favor nuestro", dice Hill. "En Estados Unidos no ejercemos un liderazgo para ayudar a guiar el proceso."
De hecho, el presidente Donald Trump dio marcha atrás con decenas de regulaciones medioambientales, como la reciente revocación de las normas que rigen las emisiones de los automóviles, aduciendo que son una carga innecesaria para la economía estadounidense. En Brasil, Jair Bolsonaro quiere abrir la Amazonia a nuevas actividades comerciales. En Rusia, Vladimir Putin preside un poderoso y vasto petro-Estado. Las empresas propiedad del Estado chino diseñan proyectos carboníferos en su país y en el exterior, aunque el país intente reducir sus emisiones por otros medios. Narendra Modi, el primer ministro de la India, está listo para expandir el carbón, aunque abogue por la energía solar.
Sin embargo, el último informe de un panel de científicos de la ONU proyectó que si las emisiones siguen aumentando al ritmo actual, para el año 2040 el mundo podría sufrir inundaciones de sus costas, y podrían intensificarse las sequías y la inseguridad alimentaria. En dos palabras, "una catástrofe".
En una conferencia de prensa antes de la cumbre del lunes, Guterres se mostró optimista con lo que describió como una nueva voluntad de los gobiernos y las empresas para tratar seriamente el cambio climático. Guterres dijo que esperaba que "un número muy significativo de países" declaren su objetivo de reducir significativamente las emisiones de carbono y aspiren a ser neutros en carbono para 2050.
"De repente empecé a sentir que se estaba ganando fuerza, y era principalmente por el movimiento de jóvenes que lanzó un impulso fantástico y muy dinámico alrededor del mundo", dijo Guterres el sábado, al comienzo de la Cumbre Juvenil sobre el Clima organizada por la ONU.
Compromisos insuficientes
Sin embargo, solo 77 países se han comprometido a revisar sus planes de recorte de emisiones de gases de efecto invernadero para poder cumplir con los objetivos del Acuerdo de París 2015: que el incremento de la temperatura se quede por debajo de los dos grados centígrados respecto a los niveles preindustriales y, si es posible, por debajo de 1,5ºC.
La ONU ya ha advertido de que el incremento de temperatura ya está en un grado y que los planes de recorte de los estados son insuficientes. De continuar así, el incremento será de más de tres grados a finales de siglo. Para cumplir con los objetivos, Naciones Unidas calcula que se necesita que los esfuerzos aumenten entre tres y cinco veces.
Pero las previsiones no son nada halagüeñas. Entre los 77 países comprometidos no figuran tres de los cuatro principales contaminadores: China, Estados Unidos e India.
En las discusiones sobre el clima que tendrán lugar en la ONU el año próximo, los países afrontarán el próximo vencimiento para fijar objetivos más ambiciosos de reducción de emisiones. "La cumbre tiene que ser entendida dentro de un continuo", dijo Guterres.
En todo caso, la cumbre del lunes, inmediatamente después de enormes protestas de jóvenes en todo el mundo, dejó en claro la gran distancia que existe entre la urgencia de la acción climática y los límites de la diplomacia.
Los organizadores estimaron que la asistencia a las protestas del viernes fue de alrededor de cuatro millones de personas en miles de ciudades y localidades de todo el mundo. El mundo moderno nunca había sido testigo de una protesta por el clima tan amplia, que incluyó a sociedades ricas y pobres, unidas por un sentimiento de rabia. "Emergencia climática ya", decían las pancartas en varios países.
Ahora la cuestión fundamental es saber si, en el mejor de los casos, las protestas de los jóvenes logran que muchos líderes cambien sus políticas, dice Michael Gerrard, profesor de Derecho de la Universidad de Columbia. Algunos de esos líderes están estrechamente vinculados con los combustibles fósiles y las industrias extractivas. Otros son conocidos por reprimir las protestas. Así que el clamor bien puede caer en "oídos intencionalmente sordos", dice Gerrard.
A pesar de no intervenir en la sesión, el consejero de Estado y ministro de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi, anunció ante la prensa que China impondrá un nuevo impulso a los esfuerzos contra el cambio climático después de 2020 y utilizará su iniciativa Cinturón y Ruta para impulsar la cooperación en la lucha contra el calentamiento global.
Wang Yi afirmó que su país mostrará "la mayor ambición posible" al revisar sus compromisos climáticos el próximo año, aumentando las esperanzas de que el mayor emisor de gases de efecto invernadero del mundo incluya objetivos más fuertes en un plan quinquenal a partir de 2021.
Por su parte, Trump se presentó de improviso en la sesión y estuvo un cuarto de hora. El líder norteamericano aseguró sobre el clima a unos periodistas que lo seguían: "Soy un gran creyente en el aire limpio y el agua limpia, y todos los países deberían unirse y hacer eso, y deberían hacerlo por sí mismos. Es muy, muy importante".
Trump volvía así a esquivar cualquier referencia a la crisis climática, algo que durante su campaña electoral de 2016 describió como un "fraude" creado por China y que ha minimizado desde que llegó al poder.
Coincidiendo con la cumbre, el primer ministro ruso, Dmitri Medvédev, firmó el decreto con el que Rusia, el cuarto país que más gases de efecto invernadero emite, ratifica el Acuerdo del clima de París de 2015.
"El cambio climático es un reto común, no se trata de politizar la cuestión o hacer que la problemática del clima sea un tema conflictivo que divida", dijo en su discurso.
El papel de los jóvenes
Así y todo, los manifestantes y los diplomáticos tienen expectativas radicalmente diferentes, y hasta un sentido del tiempo distinto.
El sábado, en la cumbre de los jóvenes, Greta Thunberg, la activista climática de 16 años cuya huelga estudiantil en solitario ayudó a crear un movimiento mundial de jóvenes, indicó que la presión continuará.
Sentada junto a Guterres, Thunberg tomó el micrófono y dijo que los millones de jóvenes que protestaron en todo el mundo el viernes habían generado un impacto. "Les demostramos que estamos unidos y que los jóvenes somos imparables", dijo Thunberg.
Guterres reconoció el esfuerzo de la joven. "Te aliento a continuar. Te aliento a mantener la iniciativa, la movilización y más para que mi generación se haga responsable."
Esas protestas motivaron a los funcionarios de Naciones Unidas a subir la apuesta por el clima, pero no facilitaron necesariamente su tarea.
"El plazo se está reduciendo y es muy corto para todo lo que tenemos que hacer", dice Achim Steiner, administrador del Programa de Desarrollo de la ONU. "Las protestas ayudan porque les demuestran a los líderes nacionales en sus propias sociedades, en sus propios países, que las políticas por el cambio climático están cambiando y ejerciendo más presión para que se tomen medidas."
La ONU misma está bajo presión para hacer más esfuerzos y refrenar su propia huella de carbono. Una carta firmada por más de 1700 miembros del personal instó a Guterres a adoptar políticas más verdes en los viajes, como la promoción del uso de trenes cuando sea posible. La carta también instó al fondo de pensión de la ONU a desinvertir en combustibles fósiles.
Para los que están en la calle manifestando, esa generación que sentirá la intensificación de los impactos del cambio climático, cualquier resultado de la cumbre del lunes será sombrío. Ese es el desafío que enfrenta Guterres, que convirtió la acción climática en una de las más altas prioridades del organismo mundial en un momento en que varios líderes mundiales desestiman la ciencia.
"Es un acto de malabarismo bastante elegante aliar a Greta Thunberg y Xi Jinping para acorralar a Donald Trump", dice Richard Gowan, que supervisa el trabajo de International Crisis Group en la ONU. "Vamos a ver si puede hacerlo."
The New York Times
Traducción de Jaime Arrambide
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